15.7.07

Nº 65
Julio de 2007

Ya es un recuerdo también: el 9 de julio de 2007, mientras en el bar Esquina Homero Manzi celebrábamos el cierre de la Semana de Boedo, ventanas afuera otro espectáculo inusual competía impúdicamente con los músicos: ¡nevaba!. Como hace 89 años, nevaba en Buenos Aires. Una provocación para la cursilería: ¡hasta la naturaleza se asoció a los festejos barriales! Ni el Tata Cedrón, con su célebre “Piove en San Telmo”, imaginó que algún día podría decir, con propiedad, “Nieva en Boedo”.


EN ESTE NUMERO:


RECUERDOS DE JULIO
Por Mario Bellocchio

Callejeando historia
EDUARDO SIVORI, LA SIRVIENTA Y EL COMIENZO DE LA PINTURA MODERNA

Por Diego Ruiz

PLATOS CON ESPIGAS
Por Mónica López Ocón

LA SEMANA DE BOEDO

LOS SANTOS VIENEN MARCHANDO
Por Cati Cobas

LA ESCALERA INMOVIL
Por Mario Bellocchio

FERVOR Y SILENCIO
Por Carlos Penelas

REFLEXIONES SOBRE LA EXIGUA ETERNIDAD DE UNA ACEITERA
Por Salvador Linares

RUBÉN BIANCHI
Por Francisco Aranda

ESTATUAS VIAJERAS
Por Rubén Derlis

“TODO ES HISTORIA” YA TIENE SU PROPIA HISTORIA
Por Mario Bellocchio

INFORME DE LA COMISION PLAZA

LLUVIA EN BUENOS AIRES
Por Edgardo Lois

POEMA de Jorge Isaías

Editorial: EN CANA
Por Mario Bellocchio

GUIA DE CULTURA GRATUITA




Recuerdos de julio

Julio: para Boedo un mes prolífico en acontecimientos nutrientes de nuestra módica historia barrial. En un año en que el centenario del natalicio de Manzi acapara casi toda nuestra atención evocativa es bueno no perder de vista otros sucesos para el recuerdo.

9 de julio de 1960. SUBTE “E”. Se inaugura la actual estación BOEDO de subterráneos, línea “E”. Nadie que no lo haya vivido de cerca puede imaginar las peripecias de los habitantes de San Juan y Boedo en los años previos a esta demorada inauguración. El subte circulaba desde 1944 entre el apeadero —eternamente provisional— ubicado sobre el andén norte, a metros de Maza. Y la obra de la estación se prolongó mucho más de lo debido afectando toda la circulación y la vida social y comercial del barrio que recibió como un milagro este corte de cintas. (1)

11 de julio. DIA DEL BANDONEON en homenaje al nacimiento, en 1914, de ANIBAL TROILO. Pichuco fue (es) un fueye con alma que no reconoce propiedades zonales dada su universalidad. Pero para los boedenses un cacho grande de su tesoro cultural tiene origen en su talento de compositor. El —y sólo él pudo hacerlo con tanta maestría— creó la música para el “Sur” de Homero Manzi. ¿Y quién lo despega de nuestro San Juan y Boedo antigua? (2)

15 de julio de 1906. Nace JERONIMO SUREDA, letrista, hermano de Antonio. Los hermanos Sureda, ambos nativos de Boedo, fueron autores de un largo repertorio de notoriedad que no llegó a trascender la época con igual aceptación. Curiosamente, a raíz de un equívoco que le adjudicaba la interpretación a Carlos Gardel —en realidad el cantante era Carlos Marambio Catán— un jingle de Geniol logró perdurar en la memoria popular más que sus composiciones de mayor fuste: Venga del aire o del sol / del vino o de la cerveza / cualquier dolor de cabeza / se quita con un Geniol.

15 de julio de 1938. Muerte de DANTE LINYERA (Francisco Bautista Rímoli). Nacido el 2 de agosto de 1902. El día en que Rímoli se tomó el buque a los 36 pirulos, quedó Dante Linyera para siempre, con su lunfa espontáneo, lleno de amor por el barrio:
Sos barrio del gotán y la pebeta, ¿Qué quiere esa fifí Florida?... / el corazón del arrabal porteño, ¡Si vos ponés tu corazón canyengue, / cuna del malandrín y del poeta, como una flor en el ojal prendida, / rincón cordial, en los balcones / la capital de cada bulín! / del arrabal. (“Boedo”, 1928).

17 de julio de 1994. Muerte de SEBASTIAN PIANA. Había nacido el 26 de noviembre de 1903. “Tenés que conocer a un tipo que escribe muy bien” —le dijo Cátulo en 1926— cuando en un bar de la avenida San Juan le presentó a Homero Nicolás Manzione, un muchacho de dieciocho años autor de una poesía titulada El ciego del violín. Se entusiasmaron tanto con ella que inmediatamente escribieron la música, Cátulo la primera parte y Piana la segunda. A los pocos días la composición era estrenada con el título de Viejo ciego por el cantor Roberto Fugazot en la pieza teatral Patadas y serenatas en el barrio de las latas de Ivo Pelay, un punto de referencia en la historia de las letras de tango. Allí comienza la amistad y dupla autoral con Manzi que florecería en una obra llena de colores y fructificaría a lo largo de 25 años de labor conjunta. [...] Su vida autoral junto a Manzi produciría obras inolvidables: Milonga triste, Milonga del 900, Milonga de los fortines, Milonga Sentimental, Pena mulata, Milonga de Puente Alsina, Canción por la niña muerta, los tangos El pescante de 1934 y De barro, entre otros. (Alberto Di Nardo) (3)

20 de julio de 1897. Nace ENRIQUE MACIEL. Vivió en Boedo y murió el 24 de enero de 1962. Cumplía años los 20 de julio. Deslizaba sus manos por el encordado de su guitarra con la misma maestría con que escribía sobre el pentagrama. Con el instrumento acompañó durante casi toda su carrera a Ignacio Corsini. El primer poeta culto que se avino al canto popular —Héctor Pedro Blomberg— lo capturó para el ochenta por ciento de sus obras: Era rubia y sus ojos celestes / reflejaban la gloria del día, / Y cantaba como una calandria / La pulpera de Santa Lucía. // Era flor de la vieja parroquia / ¿quién fue el gaucho que no la quería? / Los soldados de cuatro cuarteles / Suspiraban en la pulpería. (“La pulpera de Santa Lucía”, 1929, letra de Héctor Pedro Blomberg, música de Enrique Maciel)

21 de julio de 1918. TEATRO BOEDO (primera función teatral). Boedo necesita un teatro y yo se lo voy a dar, cuentan que dijo en rueda de amigos el catalán Jaime Cullen. Y no trepidó en demoler su casa de inquilinato de Boedo 949 (actual “Farmacity”) para construir el Teatro Boedo. Las primeras funciones, en 1916, tienen como centro las proyecciones de cine mudo con el acompañamiento de algún “número vivo”, remoto antecedente de las verdaderas puestas teatrales que iban a producirse, recién, dos años más tarde, el 21 de julio de 1918, con la compañía Arata-Brieva presentando la obra “El tío soltero” de Ricardo Hicken. (Mario Bellocchio) (4)

25 de julio de 1995 - Muerte de OSVALDO PUGLIESE. La mesa de la vidriera del bar de Boedo y Carlos Calvo ha quedado vacía. Ya no se ve a Osvaldo y Lidia compartiéndola. Su “Recuerdo” cobra vigencia, le da nombre al lugar en su memoria. Aquel elegante flaco miope, todo nervio en aspecto, contrastando con la destreza en la mesura de sus dedos sobre el teclado. Genio y creatividad en su estilo de músico que supo amalgamar con la pasión y conducta en la militancia. Hace más una década que ya no toca... “en vivo”, porque hablar de su partida es un insulto a la vigencia de los grandes. (Mario Bellocchio) (5)

25 de julio de 1782 - Nace en Salta MARIANO BOEDO - DIA DEL BARRIO DE BOEDO. Ley 1043 de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el 19 de junio de 2003 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sanciona con fuerza de Ley: Art. 1º.- Institúyase el 25 de julio como “Día del Barrio de Boedo” en coincidencia con el nacimiento del prócer de la Independencia Mariano Boedo. Art. 2º.- Comuníquese, etc. Firman: Cecilia Felgueras, Juan Manuel Alemany. (6)

25 de julio de 1878 - Nace en el pueblo de 25 de Mayo, Buenos Aires, JOSE LUIS BETINOTI. Afincado en las cercanías de Boedo, allí desarrolló sus dotes de payador y compositor. Falleció el 21 de abril de 1915.
La melancolía tiernamente sensiblera de las letras de Betinoti prenunciaba al tango canción. Por eso es justo inscribirlo como el antecedente más ligado al género por excelencia del Río de la Plata. (Alfredo de la Fuente) (7). Pobre mi madre querida, / qué de disgustos le daba; / cuántas veces escondida, / llorando lo más sentida / en un rincón la encontraba. Su recordada composición figuró en el repertorio de mayores sucesos de Carlos Gardel.

26 de julio de 1942 - Muere ROBERTO GODOFREDO CHRISTOPHENSEN ARLT. Nació el 2 de abril de 1900. Si una medida cierta de las virtudes la da la vigencia, puede observarse que mientras los libros de sus críticos contemporáneos juntan en los estantes el polvillo de la inmovilidad, la obra de Arlt sigue luciendo la pulcritud que le da su activa consulta. (Mario Bellocchio) (8)

26 de julio de 1974 - Muere JULIAN CENTEYA (Amleto Enrique Vergiati). Julián no encaja fuera de las rebeldías de Boedo, de sus luchas proletarias, de la fantasía que la precariedad inventa para soportar la explotación e intentar aunque más no sea el rescate, ya que no el equilibrio. Julián no cuaja en la retórica hueca de las academias y allá va empujado a recalar en radios y periódicos vertiendo homeopáticas muestras plagadas de metáforas surrealistas con pretensión de botella de náufrago. Sólo exprimiendo todas las mesas de todos los boliches podríamos intentar tener al verdadero Amletojulián en esas madrugadas de amigos con la verba diluida en el humo de su eterno pucho. (Mario Bellocchio) (9)

30 de julio de 1932 - Acta de fundación de la PEÑA PACHA-CAMAC. “A los 30 días del mes de julio de 1932” como suelen decir las actas queda oficialmente constituida la Peña Pacha-Camac. El grupo de dilettantes que José González Castillo logra aglutinar tiene, por fin, “su lugar”. Allí seguramente los sueños y teorizaciones derramados en mármoles y nocturnidades de los cafés del entorno, contarán con el ámbito adecuado para su desarrollo. (10)
Mario Bellocchio

(1) Ver en DESDE BOEDO Nº 31, 60 años de subte “E” de Sergio Ruiz Díaz.
(2) DESDE BOEDO Nº 20, Pichuco no se fue de Roberto Díaz; Nº 54 Aníbal Troilo, Pichuco de Mario Bellocchio y A Aníbal Troilo, poema de Haydée Breslav.
(3) DESDE BOEDO Nº 24, Piana y la melodía de la vida de Alberto Di Nardo y Piana, Borges y la censura de Mario Bellocchio; SUPLEMENTO ESPECIAL PIANA, artículos varios.
(4) DESDE BOEDO Nº 51, El teatro Boedo de Mario Bellocchio.
(5) DESDE BOEDO Nº 38, La rosa blindada y el clavel de la ausencia de Rubén Derlis. Y en Nº 48. El año de Pugliese de Mario Bellocchio.
(6) DESDE BOEDO Nº 6, Boedo en mayo de Mario Bellocchio (sobre Mariano Boedo y otros temas).
(7) DESDE BOEDO Nº 28, José Betinoti, el payador de Boedo de Alfredo de la Fuente.
(8) DESDE BOEDO Nº 17, Ciento tres años de Arlt de Mario Bellocchio, y el Nº 8, Tres 26 de julio de Edgardo Lois.
(9) DESDE BOEDO Nº 27, Julián Centeya, el inmigrante de Nira Etchenique. Y en el 35, Julián “gris” Centeya de Mario Bellocchio.
(10) DESDE BOEDO Nº 5, Aguafuerte de Roberto Arlt y artículo Empeñosa peña de Mario Bellocchio.

Los lectores interesados en las consultas que se indican pueden solicitarlas a desdeboedo@yahoo.com.ar y les serán remitidas a vuelta de correo electrónico. O acercarse a la mesa de publicaciones de BAIRES POPULAR los sábados de 11 a 14, en la vereda del Margot, Boedo y S. Ignacio.




Callejeando historia
Eduardo Sívori, la sirvienta

y el comienzo de la pintura moderna

Este mes el cronista, para poder seguir el orden en cierta medida cronológico que se ha autoimpuesto, ha tenido que salir a callejear por barrios que siente, en cierta medida, ajenos pese a su innegable porteñidad. Es que al personaje elegido, por alguna extraña razón edilicia, le ha tocado en suerte una callecita en Palermo Chico, o Barrio Parque como escuchamos más a menudo sin saber a ciencia cierta cuál de las dos denominaciones es la correcta o, por lo menos, la primigenia. Como se sabe, es lugar de gente “de posibles” como el próximo jefe de Gobierno de la ciudad, o como el abogado que hace días se atrincheró armado hasta los dientes al mejor estilo norteamericano. Pero también es el barrio donde vivió hasta su muerte Rosita Quiroga y en el que Le Corbusier diseñó una casa para Victoria Ocampo, que perteneció en algún momento a la modelo Claudia Sánchez y aún subsiste, por suerte, en esta época de demoliciones indiscriminadas.
Lo cierto es que allí han colocado a Eduardo Sívori, un pintor y grabador que nació allá por 1847 en una familia de origen genovés y “de muchos posibles” (¿será por eso la ubicación?, ¿son recordados los artistas en la nomenclatura urbana según su extracción social?) y con escasos doce años se presentó al concurso de becas que, como ya hemos comentado, financiaba el gobierno para estudiar en Europa junto a nuestros viejos conocidos Prilidiano Pueyrredón y Martín Boneo. La cuestión es que lo rechazaron por la edad y, quizá desengañado, el joven Eduardo se dedicó al comercio familiar hasta 1873 en que se fue a París por las suyas y visitó galerías y museos, tomó contacto con los maestros de la época y quiso retomar su primera vocación. A su regreso a Buenos Aires, en 1876, empezó a estudiar con Francesco Romero, José Aguyari y Ernest Charton -de lo mejorcito que había en plaza- y con sus hermanos Carlos y Alejandro, a más de Aguyari, Alfredo París, Julio Dormal, Eduardo Schiaffino y otros fundó la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, nuestra primera institución artística en cuya escuela se formaría la siguiente generación plástica y que en 1905, por iniciativa del ministro de Instrucción Pública Joaquín V. González, sería nacionalizada como Academia Nacional de Bellas Artes.
Sívori se dedicó a pintar y ya en 1875 ganó una mención de honor, con un dibujo a la carbonilla, en un concurso organizado por la revista parisina Foussin y en 1880 obtuvo una medalla de oro en la Exposición Continental realizada en Saint Louis, Estados Unidos. Ya estaba maduro para volver a París y así lo hizo en 1882, instalándose en Montparnasse y estudiando con Jean Paul Laurens, Collin, Hannoteau y Puvis de Chavannes. Era el momento del naturalismo, Emilio Zola dominaba en el campo literario y el gran Gustave Courbet, el pintor de obreros y campesinos, mantenía su influencia sobre las nuevas generaciones a pesar de haber fallecido en 1877 en el exilio debido a su participación en la Comuna de 1870. Así pues no puede extrañarnos que una de sus primeras obras maestras, presentada en el Salón de París de 1887, tomase por tema Le lever de la bonne, “el despertar de la sirvienta”, hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes. Allí fue apreciado, pero cuando quiso exhibirlo en Buenos Aires... se produjo el escándalo: una mujer semidesnuda de tamaño natural, en actitud de vestirse en la mañana, no era nada del otro mundo pero —parafraseando a Enrique Muiño en Así es la vida—, “¡una sirvienta, che!”. Y sí, era una sirvienta no muy joven, con un cuerpo poco agraciado en el que se notaban las huellas del trabajo, con pies juanetudos, en una pobre cama y en una pequeñísima habitación como lo eran generalmente las de la servidumbre en aquellos tiempos dorados. La cuestión es que la exhibición en Estímulo debió hacerse en privado y por rigurosa invitación.
Igualmente Sívori siguió participando en el Salón de París hasta 1891, cuando regresó a nuestra ciudad trayendo consigo un gran bagaje técnico y cierta influencia de los impresionistas de los que, no obstante, no llegó a adoptar la estética y los procedimientos. Se dedicó a pintar magníficos retratos como el de Germán Burmeister o el de su esposa, El viejo solterón o El retrato de blusa azul y paisajes y figuras como La pampa en Olavarría, El tambo de la estancia, Las gauchitas, etc. Pero también, de tanto en tanto, volvió a sus fuentes naturalistas como en La alondra del suburbio o en el sobrecogedor La muerte del obrero, en el que un hombre agoniza en un camastro en una mísera habitación mientras a su lado, con un bebé en brazos, su mujer espera el desenlace, el todo iluminado —un poco a la Caravaggio— solamente por una única ventana. Lo curioso de este cuadro es que, aparentemente, se llamó primero La muerte del campesino, lo que sería coherente con la vestimenta de la mujer y especialmente con los zuecos que calza, pero siempre es citado de la primera forma. Y para complicar más aún el problema, cuando en la década de 1940 fue adquirido por el Museo de Bellas Artes de La Boca —y la ficha del Museo no miente, se compró como La muerte del campesino— don Benito Quinquela Martín no tuvo mejor ocurrencia que renombrarlo como La muerte del marino, pecado en última instancia venial en quien tanto hizo por su barrio marinero y por la plástica nacional.
Con los años, Sívori obtuvo reconocimientos, integró la Comisión Nacional de Bellas Artes, dirigió la Academia Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes, donde se conserva un importante conjunto de sus obras, representativas de todas las épocas y técnicas. Como ya dijimos, no tenía preocupaciones económicas, por lo que según José León Pagano habría producido más de un millar de cuadros entre acuarelas, óleos, pasteles, dibujos y grabados. Falleció en 1918 y algunas de sus obras son consideradas como hitos de la pintura argentina: La lever de la bonne y Retrato (la esposa del pintor), uno con el predominio del claroscuro que le confiere dramatismo y el segundo con serenidad y firmeza en el dibujo y en el color; pero también En el taller de 1891, Primavera de 1914 y, por qué no, el magnífico Autorretrato de 1900 que nos presenta su conocida efigie de largos cabellos y barba blanca.
Hoy, como merecido homenaje de la ciudad que lo vio nacer, trabajar y morir, uno de los más importantes museos porteños lleva su nombre pero, como decíamos al principio y repetido más de una vez, no fueron tan generosos los ediles al asignarle calle. Como tantos otros artistas una cuadra apenas —sí, es cierto, en flor de barrio, pero no deja de ser una cuadrita— lo recuerda en Palermo Chico desde la avenida Figueroa Alcorta hasta la circular calle Ombú, entre Eduardo Costa y Manuel Obarrio.
Diego Ruiz


Platos con espigas

Nunca más los volví a ver. Los busqué en diferentes bazares, pero sólo encontré versiones sofisticadas que carecían de aquel encanto tosco de la industria nacional de mi infancia. Eran de una loza blanca, gruesa y ordinaria que con el tiempo se iba poniendo grisácea. Las espigas estaban en relieve sobre el borde como recordándonos a los niños que aquella sopa que nos daba calor en las noches de invierno provenía, como todos los alimentos, de la riqueza inagotable del campo. Aquellas espigas, junto con la vaca que inspiraba las composiciones escolares, eran el emblema doméstico de la patria.
Mi abuela volcaba en aquellos platos todos los productos de la fantasía culinaria: líquidos dorados en los que flotaban fideos de nombres poéticos: cabellos de ángel, dedalitos, dedalones (¿acaso dedales para gigantes?) y estrellitas, réplicas estelares diminutas y huidizas que parecían duplicar en el agua un firmamento amarillo. Pero fueron los fideos de letras los que más me inculcaron la pasión literaria. A quien en la infancia ha bebido alfabetos a cucharadas durante toda la vida le nacen palabras inesperadas en la parte más recóndita de las entrañas. ¿Provendrá el espíritu bélico de la ingesta desmedida de sopa de municiones en la niñez? Llegar a la adultez no garantiza que enigmas como éste sean finalmente develados. Aún continúo preguntándome, como lo hacía en la infancia, por qué a nadie le interesa la identidad de los niños envueltos, la brutalidad caníbal con que los aceptamos en nuestros platos, la desgracia que los empujó a la cacerola como si hubieran sido infantes espartanos con algún defecto arrojados al vacío desde el monte Taigeto. Me pregunto también por qué mi abuela, que nunca se había apartado del fuego de la cocina, deponía su espíritu de humildad para prepararme “sopa a la reina” con secretas aspiraciones monárquicas.
Leo el título de esta nota, “platos con espigas”, y tengo la sensación de que se trata del título de un cuadro como “Girasoles amarillos” o “Señora tomando sopa” que no es un cuadro, sino un poema de Olga Orozco que tiene título de cuadro. Es que aquellos platos con espigas eran el lienzo sobre el que se dibujaban los sabores que componían la restringida paleta gustativa de mi casa. Mi abuela los guardaba en la parte más alta de la alacena de la cocina haciéndoles formar una torrecita inclinada que parecía pronta a desplomarse en cualquier momento como terminan por desplomarse siempre las torres de la infancia.
Pero aun en medio de las ruinas de aquellas torres derrumbadas, reconozco los platos con espigas comprados en el bazar de la esquina de mi casa. Sobrevivieron en mi memoria a la catástrofe existencial de la adultez. Brillan como una luna de loza sobre la mesa del comedor vacío. Son parches de tambores sobre los que las cucharas repican ritmos antiguos y fatigados. Sobre sus bordes cachados aún se eleva el humo de una sopa extinguida hace mucho.
Inútil preguntarme por qué ya no se fabrican platos con espigas. La realidad se cansa de producir maravillas. Sólo tiene a disposición del público un stock limitado de recuerdos en que los objetos brillan como quizá nunca lo hicieron, donde los platos blancos se tiñen del color sepia de las fotografías antiguas y hasta tienen sonrisas de parientes posando para la eternidad de las postales.
La industria nacional ya no es lo que era. Por eso ya no existen bazares donde vendan platos con el borde cachado, agobiados por el uso, platos que, al modo de una caja de música, nos canten la melodía del pasado evocando el tintineo de los cubiertos y el entrechocar de los vasos. No se puede recurrir a ningún bazar si uno busca un mediodía olvidado o una sobremesa lejana en la que usamos el plato vacío a modo de máscara para no mostrar una risa desobediente o un llanto que nos avergonzaba.
De todas formas, si alguien ve un plato de espigas en una vidriera vieja o en el estante polvoriento de un bazar de barrio, se ruega avisar de inmediato. Quién sabe si no está allí lo que uno busca desde siempre y jamás ha encontrado.
Mónica López Ocón



La semana de Boedo

El domingo 1º comenzó la Semana de Boedo, organizada por su Red de Cultura, con una brillante convocatoria sobre la avenida —hecha peatonal entre EE UU y Carlos Calvo— por donde pasaron, durante el día, alrededor de 5000 personas que pudieron visitar 110 stands, 80 de ellos pertenecientes a artesanos, y 30 institucionales. Sobre el palco, levantado frente al pasaje San Ignacio, se hicieron presentes: el grupo Los Orientales, Renaceres Latinos, Salsa con Mamboedo, Tango con Boedo Escuela, Buenos Ayres Danza, Maderas del Río de la Plata, Buenos Aires Discordante, el Hot Club de Boedo, el Tata Cedrón, el Grupo de Teatro Boedo Antiguo y la orquesta típica Fervor de Buenos Ayres. Un importante grupo de comerciantes donó elementos para ser sorteados entre los concurrentes y “Pan y Arte” recibió, al finalizar, a los artistas y al grupo organizador a quienes agasajó con empanadas y vino de la mejor prosapia mendocina.
Este año lo distinto fue la muestra colectiva sobre la Plaza de Boedo —el vivero Yuyo Verde proveyó los banquitos y la escenografía de la plaza en miniatura donde los pichichos utilizaron el pasto—, la muestra tradicional de la Comisión por la Memoria y otra, sobre las actividades anteriores de la Red de Cultura, que se montó sobre cuatro pilares escenográficos aportados por la Cooperativa de Trabajo La Nacional de Carpintería.
Ildefonso Pereyra, alma mater del evento, decía al finalizar la laboriosa jornada: “rescatar algún momento culminante me resulta difícil. Fue, desde mi punto de vista, todo excelente y conmovedor. No hubo discusiones, no hubo contrariedades —dijo un integrante de la Red que participó por primera vez en la jornada inaugural de la Semana—. Hubo ansiedad en algunos” (N. de la R.: con las carencias técnicas ajenas a nuestra responsabilidad que padecimos al comienzo) “y hubo quienes contuvieron”.
El despliegue continuó durante la semana en las instituciones de la Red. El número de actividades hizo difícil asistir a todas ellas. Este periódico estuvo presente en algunas tales como la deliciosa charla ilustrada de Aquilino González Podestá, organizada por la Asamblea de Boedo, y el debut del ciclo de cine nacional gratuito en La Balear —se proyectó “Luna de Avellaneda” ante una concurrencia de alrededor de 150 personas— organizado por Baires Popular.
Y, sobre el cierre de esta edición, el brillante final en la esquina Homero Manzi, con Cerda Negra y Fervor de Buenos Ayres en el escenario, un lleno completo del enorme salón y la nieve en San Juan y Boedo contemporáneo, como si algo faltara para que la jornada resultara inolvidable.



Los Santos vienen marchando

Pocos clubes de fútbol tienen tantos apelativos como el mío. Cuando se nombra en la Argentina a San Lorenzo de Almagro, el club que por tener los colores del Barza es uno de los favoritos de los españoles aquí radicados, se puede decir: Los Santos, Los Cuervos, Los Matadores, Los Camboyanos, Los Azulgrana, Los Gauchos de Boedo o El Ciclón. Y siempre se sabrá que se habla de la institución cuyos estadios son Gasómetros en vez de Bomboneras.

No creo que el sacerdote salesiano Lorenzo Massa imaginara la trascendencia que iba a tener el hecho, cuando, con la intención de sacar de la calle y atraer hacia las “obras del Señor” a un grupo de jóvenes que se reunían en la esquina de México y Treinta y Tres Orientales —muy cerca del Oratorio San Antonio— para jugar al fútbol con el nombre de Los Forzosos de Almagro, les ofreciera jugar en un terreno dentro del predio del oratorio a condición de que Los Forzosos —que más deberían haberse llamado Los Forzados— ¡fueran a misa los domingos!

Pero volvamos un poquito a los nombres y sus curiosidades. Somos Santos y Cuervos como referencia inequívoca al carácter clerical de nuestros orígenes, Azulgranas por la camiseta, Camboyanos porque en una época de mishiadura, en que no nos quedaba ni cancha ni agua caliente en las duchas precarias de que disponían los jugadores, igual se lograba rendimiento futbolístico. Y “gauchos” por algunos de nuestros equipos cuyos integrantes eran hombres del interior más que porteños. Nuestros estadios son gasómetros dado que el original, de hierro y madera, ubicado en avenida La Plata e Inclán, conocido como El viejo gasómetro, tenía forma de tal, habiéndose trasladado el apelativo al Nuevo ubicado en el Bajo Flores. Todavía recuerdo el eco de los goles que se escuchaba en los barrios de Boedo, Caballito y Parque Chacabuco —cuando Los Matadores hacían su faena— reverberando en calles, patios y azoteas.
Ha corrido mucha agua desde 1908 en que el cura Lorenzo, inmortalizado por Angel Magaña en el cine, sedujera a Los Forzosos. Hemos conocido la gloria y el descenso, los mejores bailes de Carnaval y el dolor de que nuestro antiguo estadio se convirtiera en supermercado francés; aunque, como diría María Elena Walsh, “tantas veces nos mataron, [...] sin embargo estamos aquí, resucitando” como se puede comprobar hoy al coronarse, San Lorenzo de Almagro, como Campeón del Torneo Clausura 2007.
Por lo tanto, aquí me encuentro, compartiendo con ustedes la alegría, ataviada con un tricornio azul-grana que me queda monísimo, mientras empuño dos o tres matracas para celebrar la victoria. Desde nuestro balcón vemos cómo el Nuevo Gasómetro estalla en fuegos artificiales para dar comienzo a los festejos, mientras saltamos, aporreando cacerolas con un fervor que no podría reconocer mejor causa.
Con perdón de Rubén Darío, ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen, claras, las bocinas y el ómnibus con los jugadores se anuncia con vivo reflejo.
Mis vecinos del tercer piso cubren el balcón con una bandera que abarca toda la fachada de nuestro edificio, mientras en la torre de enfrente arrojan papelitos al paso de la procesión futbolística. Los paquetes habitantes del Barrio Cafferata cuelgan la divisa sanlorencista sin el menor de los pudores. Todas las avenidas se llenan, en muy poco tiempo, con los colores que lucieron, entre otras glorias, los Carasucias. Y volvemos a sentir la misma comunión de los tiempos del mundial, pero esta vez con un sentimiento más íntimo y, todavía, más nuestro: el que da celebrar nuestra pertenencia, desde siempre, a uno de los equipos fundamentales de la historia del fútbol argentino, sello de estas barriadas nacidas al compás del trabajo y la inmigración.

Mi marido propone dar una vuelta a pie para entablar, desde la vereda, un feliz diálogo de banderita y bocina con los que marchan motorizados. Y toda la familia lo sigue: hasta la gata (que no es la Fernández) se hace presente, con unas cintas muy adecuadas a la oportunidad.
Es que Misha también es hincha del Ciclón y, a pesar de ser un felino, esta vez quiere celebrar como todo un auténtico cuervo que se precie de tal.
Cati Cobas



La escalera inmóvil

En enero de 2004 un pequeño que estaba utilizando la escalera mecánica de la estación Boedo del subte “E” resultó seriamente lesionado al engancharse en el “peine” que recibe el desfile de escalones. Las heridas sufridas fueron de real importancia por lo que debió tomar intervención la Fiscalía Correccional Nº 1 a cargo del Dr. Sebastián Randle.
La escalera fue clausurada con fines preventivos y la Delegación Subterráneos de la Policía Federal llevó a cabo el correspondiente peritaje. Establecidas las probables responsabilidades, el caso pasó al Juzgado Correccional Nº 10, Secretaría 76, donde se efectuaron las actuaciones correspondientes. El 16 de abril del corriente año el Juzgado ordenó a la Delegación de la PFA que citara a “Metrovías” a fin de comunicarle la disponibilidad de la citada escalera previas modificaciones estructurales y habilitación respectiva de la misma. La empresa no concurrió a ninguna de las tres citaciones que se le realizaron a partir de esa fecha.
La Asamblea Vecinal de Boedo, tomando “la posta” de inquietudes vecinales al respecto, está haciendo una campaña de recolección de firmas para la rehabilitación de la escalera. Uno de sus miembros, Carlos Tyndyck, pudo averiguar por medio de la secretaria del Dr. Randle, Dra. Laura Soulé, que la reconversión del sistema de la escalera mecánica a escalones metálicos con peine de recolección fino —como los hay en toda la parte más reciente de la línea “E”— fue la condición impuesta a “Metrovías” para la rehabilitación judicial de la maquinaria al uso público. Esa es la razón por la cual la escalera mecánica de la estación Boedo no funciona.
La empresa “Metrovías” pretendió, durante largo tiempo, deslindar responsabilidades sobre una presunta inoperancia judicial mediante un cartel —hoy retirado “convenientemente”— colocado en el vallado de la inactiva e imprescindible escalera, indicando que la misma está en condiciones operativas y sólo paralizada por la actuación judicial.
La realidad parece indicar que se trata de una pulseada intentando imponer el parche de reparación de un medio mecánico obsoleto y —como se ha visto— altamente peligroso, por no realizar la correspondiente inversión sobre el nuevo sistema. Mientras los tironeos subsisten, los sufridos boedenses seguimos padeciendo, desde hace casi cuatro años, las incomodidades que la ausencia de escalones autoportantes ocasiona.
Mario Bellocchio



Fervor y silencio

Es sabido que los tiempos cambian, que el gusto o la sensibilidad se modifican. Es razonable que así sea, por otra parte. Lo que intentamos señalar, una y otra vez, es que en las últimas décadas parecería que se hubiera cortado de manera casi definitiva con la historia. El desinterés, la ignorancia, la patanería son de tal magnitud que nos abruma. Se desconocen hechos elementales de geografía, literatura o episodios de nuestro pasado. Estamos hablando de estudiantes, de estudiantes que concurren a establecimientos privados o estatales, de jóvenes privilegiados que cursan en un secundario o en una facultad. Y también de docentes, sobre todo de las últimas generaciones. Fastidiado lector, no se moleste conmigo. Esta es la realidad. Las aulas son un horror, en lo físico y en lo intelectual. Que existen jóvenes brillantes, ciertos centros de excelencia, intelectuales o profesionales de renombre, sin duda. Nadie lo niega. Queremos decir sólo que en la mayoría de los casos vemos barbarie, brutalidad, decadencia. Miremos las caras de los simios que andan por las calles con ropa. Miremos los estadios de fútbol, los trenes, los hospitales, las calles, los edificios públicos, los terrenos baldíos, los ojos desnutridos, los caballeros del Barrio Norte. Miremos nuestro interior, nuestras provincias, la pobreza, la violencia, la hipocresía, el engaño.
Pero volvamos a lo nuestro, urbano lector. Estudiantes de Letras, y también en más de una oportunidad profesores en Letras, desconocen los nombres (ni hablar de sus lecturas) de Catulo, Tibulo o Propercio. Jóvenes poetas, y no tan jóvenes, jamás leyeron una línea de la gran Tsvétaieva, de Rilke o de Pierre Jean Jouve. Sería importante que se tomaran el trabajo de hacerlo. Lo mismo que El Quijote, grácil lectora, que pocos son los que pasaron del primer capítulo si es que alguna vez lo abrieron. Y no piensen lo que un alumno con el ceño fruncido me dijo en una oportunidad: “A mí me gustaría leerlo pero en una versión moderna, con palabras actuales”.
Hace poco tiempo se publicó un interesante artículo de Umberto Eco en torno a lo contemporáneo y los hechos mitológicos, los hechos de crónicas donde la sangre y el crimen lo rodeaban todo. Las cosas cambian, sin duda, pero en esos libros, en aquellos mitos helénicos o latinos, veríamos semejanzas, aproximaciones. Tal vez Calígula era peor que Bush, quizás Cleopatra era menos bella que Sofía Loren.
Entre nuestros grandes hombres se encuentra Arturo Marasso, un ser humano que desde niño sintió que estaba en comunión con la Naturaleza, con una visión panteísta que se encuentra en toda su obra, una obra de clásica pureza. Marasso que nació en Chilecito, en el oeste riojano, el 18 de agosto de 1890. Un sabio que nos deja siempre rastros. Un escritor filósofo, augur, vidente. Su pasión abarcaba el reino animal: se pasaba horas observando a un perro o a un caballo que excavando en la arena hace brotar el agua. Un ser de excepción que en el interior de sí mismo se sentía un campesino. Se recibirá de maestro en Catamarca, en 1910. Solía dialogar con las cosas mínimas, una hoja desprendida, una piedra pequeña.
Intentamos, desde esta columna, ejercer el pensamiento y una elocuencia para transmitirlo y encontrar el diálogo. Tender puentes entre campos culturales habitualmente disociados, que el lenguaje se encuentre en el centro de las consideraciones. Y hacer lo imposible para que la palabra no se convierta en ceniza. Roberto Calasso, uno de los intelectuales italianos representativos de nuestra época, nos dijo hace poco tiempo que “las formas de vida más difundidas actualmente educan para olvidar la misma posibilidad del vacío”.
Carlos Penelas



Reflexiones sobre la exigua eternidad de una aceitera

Al fin me decidí.
Cansado de oír chirriar las bisagras de la puerta de mi dormitorio, compré una pequeña lata sobre la que una etiqueta reza: “Aceite para máquinas. 100 cc.”, experimentando, esta vez precisamente, lo que hace muchos años había imaginado como trama argumental de una narración: la convicción de haber adquirido algo por última vez en la vida. Porque no me van a decir que, en lo que me resta de ella, habrá tanta bisagra sonora que justifique gastar su contenido.
Tengo que aclarar que acabo de cumplir setenta y tres años y que hace poco salí —por el momento airoso— de un tratamiento de cáncer. Es decir, tengo harto superadas las expectativas estadísticas de vida y un enemigo interno que estuvo allí latente, agazapado, y a punto de saltar sobre esta yapa que me va concediendo la existencia.
La gente teme hablar de la muerte; por eso, toda la parafernalia mediática de la sociedad de consumo está dedicada a hacernos olvidar que algún día tendremos que abandonar este mundo.
El “Morir habemus”, al que el chusco contestaba: “Ya lo sabemus...”, ha sido erradicado del contexto diario, y más aun, aquel estremecedor: “...avive el seso y despierte contemplando, como se pasa la vida, como se viene la muerte, tan callando”, que los porteños tradujimos en un tanguero “como se pianta la vida, del muchacho calavera”.
Estoy convencido de que el responsable de esa inducida amnesia es el capitalismo que, para perdurar, necesita suprimir del panorama de los hombres la certidumbre de su fin y lograr así sus infames designios, extendiendo su voracidad de ganancias hasta la final pompa fúnebre que nos depositará en la tumba. Para esta última instancia también han fabricado un engañoso pero lucrativo sucedáneo de cementerio que llaman “jardín de paz”.
El capitalismo y su ejecutor imperial, EE.UU., persisten y prosperan banalizando no solamente los aspectos más trascendentes de la vida, sino también los de su final, especialmente en su manera de describir en los medios de comunicación la violencia urbana y sus ficciones de guerra. Para ello han creado la imagen virtual de una muerte que no es muerte, sino mera pirotecnia de armas de utilería y salsa de tomate simulando sangre desparramada por pantallas de cine y televisión, ocultando, en cambio, rigurosamente la visión de la ineluctable muerte real, esa que sucede a cada hora en Irak, Jordania, el Líbano, Palestina o en cualquiera de los lugares a los que llegan a sembrarla.
Hasta al propio y sospechoso atentado del 11 de septiembre en NY le han escamoteado la visión de los cadáveres —no precisamente en nombre de la piedad, la ética o el buen gusto— mientras prosiguen prodigando desde la ficción mediática la más aberrante representación de la violencia ya sea en películas, series o juegos electrónicos. Esa es la muerte “conveniente”, convertida en producto, en artículo de consumo. La muerte acondicionada y envasada para que los espectadores —principalmente los jóvenes— sigan creyendo que todo es un juego o, lo que es peor, instalando en sus mentes la idea de que la vida es también algo descartable, pasible del “úselo y tírelo”, panacea del ideario productivo y comercial del sistema.
La precariedad en la vida útil de las cosas también ha transformado sustancialmente nuestra relación y comunicación con la sociedad. No era así en otros tiempos.
Cuando era un niño, los mayores solían mostrarme con orgullo objetos que habiendo heredado, les acompañarían seguramente hasta el fin de su existencia y legarían, a su vez, a sus descendientes. El capitalismo arrasó con la cultura de lo bien construido y perdurable para sustituirla por la de objetos prescindibles y su necesaria y continua renovación. Más allá de multiplicar a través de ello sus ganancias, lo que en realidad se proponen es una estrategia para destruir la memoria del pueblo mientras estimulan el coleccionismo conmemorativo de las minorías dominantes a las que sí conviene mantenerle vivos los recuerdos que preservan su casta.
Una de las armas más importantes para la perduración de las monarquías, y luego de las oligarquías herederas del poder, han sido los árboles genealógicos, los memoriales por encargo, las panoplias y los secreters.
Qué podemos pretender nosotros, pobres perdularios, que no conocemos siquiera el nombre de nuestro bisabuelo ni poseemos vitrinas albergando armas y trofeos recordatorios de hazaña alguna. Ni hablar de la memoria escrita —tal vez unas pringosas libretas de almacén y carnicería— ni de disimuladas gavetas en las que ocultar evidencias de los tejemanejes de una incierta prosapia y fortuna. Para ser pobres no se necesita ni es aconsejable tener recuerdos ni secretos.
Nos queda —como en mi caso— el oxímoron de la exigua eternidad de la aceitera, que, ya sospecho, subsistirá arrumbada en alguna caja junto a otras insignificantes pertenencias, sobreviviendo a mi desaparición y, posiblemente, será hallada por alguno de mis numerosos nietos o bisnietos (hasta ahora 19 de unos y 3 de los otros), a los que les haya correspondido la conservación de mi bagaje final.
Lubricarán con ella otras bisagras o, con mayor fortuna, la cadena de alguna bicicleta que los lleve a disfrutar de paisajes venturosos.
Y yo perduraré —aunque sea brevemente— en lo que llamarán, mientras dure su contenido, “la aceitera del abuelo”, hasta que, ya agotada, su inutilidad la deposite, definitivamente anónima, en el tacho de la basura.
Salvador Linares



Rubén Bianchi

El 4 del corriente Rubén Bianchi, nos dejó físicamente Las viejas cámaras de Súper 8 —que aún muchos guardamos de recuerdo—, movidas por algún ángel, habrán hecho un fundido de cierre para despedir a este entusiasta cineista que tanto hizo para darle un lugar al cine independiente.
Llegó en los albores de UNCIPAR (Unión Cineistas de Paso Reducido) por 1973 con uno de sus primeros cortos: Régimen de visitas, cuando las funciones se realizaban en el teatro “Florencio Sánchez”. Se integró al reducido grupo de realizadores y prontamente comenzó su lucha para darle a la institución no sólo un reconocimiento a nivel nacional sino que junto a esos pocos superochistas quería que fuese conocida en el mundo entero. Coordinó mesas para discutir la Ley de Cinematografía, fomentó encuentros internacionales, logró incluir a UNCIPAR en la Unión Internationale du Cinema Non Professionel, y dio comienzo a las “Jornadas de Cine Independiente” (Villa Gesell, 1974). En 1985 logró, junto a otros pioneros, realizar en Mar del Plata el primer Festival Internacional de Cine Independiente.
Se había cumplido otro de sus sueños.
Rubén había nacido en Sarandí, barrio al que quería, pero sus afectos estaban también en San Telmo donde vio crecer a sus hijos. Y en Boedo, porque para él era tango, música que amaba, y tanto, que en 1974, junto a Luis Marinaro (ex vendedor de la ya desaparecida zapatería “La Princesa”, de Boedo al 700) y quien esto escribe, realizó el espectáculo: Cantata a Homero Manzi (relator, actores e imágenes filmadas); pero grande fue su alegría cuando nos invitaron a presentarla en la confitería “La Bombonniere” de la calle Boedo, con la presencia de Cátulo Castillo y Sebastián Piana, entre otras personalidades del tango.
Enamorado de la vida, en su libro “Travesías” (1998) dejó un legado para sus nietos, y en “Afectos especiales”, publicado en 2004 año en que se sumó a Baires Popular una colección de pinceladas porteñas. Al momento de su deceso formaba parte del cuerpo docente del INCAA.
Con gran pena despedimos al amigo en mi caso especial de más de tres décadas, y al eterno luchador que compartió tantos sueños. “Tu frente triste de pensar la vida, tiraba madrugadas por los ojos”.
Francisco Aranda




Estatuas viajeras

No es necesario ser un viejo lobo de mar cuyo velero hendía el “vasto cristal azogado” de la rubendariana Sinfonía en gris mayor, o un moderno marino de ultramar (de aquellos que alguna vez ondearon nuestra bandera por los mares del mundo cuando poseíamos una importantísima flota mercante) para navegar por las páginas de este Mascarones de proa que Diego Ruiz botó a las aguas de la tinta impresa como armador de los Cuadernos del Tornillo de los astilleros del Museo de Bellas Artes de la Boca “Benito Quinquela Martín”, como no podía ser de otra manera. Pero sí es necesario, casi diría imprescindible, situarnos en lo más adelantado de la proa y dejarnos acariciar o golpear, según como suceda el relato que su autor desarrolla con información de primera agua, conocimiento abrevado en fuentes fidedignas e indagaciones en folios precisos, todo acercado a un lector atento con prosa dúctil y didascálica.
Tarea sin inconveniente habría resultado para Ruiz enumerar los mascarones de proa que atesora el museo y contarnos de ellos con más de literatura ficcional que de rigor histórico, pero como nuestro autor es un inquieto investigador, no se dejó tentar por estos cantos de sirenas, valga la imagen ya que de asunto del mar tratamos, y se remontó hacia los inicios de la navegación, remando desde allí hasta la invención del timón para arribar a nuestros días. Y digo bien remando, pues la tarea que encaró es digna de galeotes, pues debió permanecer atado a su texto con ritmo sostenido, atesorando datos precisos, confrontando otros, desechando lo trivial, arrojando en fin el lastre por la borda, hasta amarrar en el puerto que se había marcado como destino: Mascarones de proa, cuya derrota lo llevó, guiado por la brújula de su sapiencia, por una diversidad de hechos y circunstancias que dieron origen a los capítulos que encierran estas páginas tan esclarecedoras acerca del tema que se había propuesto.
El cúmulo de notas y la extensa bibliografía son testimonio fehaciente de la ingente labor llevada a cabo por su autor. La rigurosidad en la investigación y su estilo llano en comunicar lo por él puesto en valor son, para quienes sabemos de su seriedad en hurgar en el pasado, sea éste pretérito o cercano más el fervor manifiesto en cualquiera de los temas que trate, moneda corriente; pero para aquellos que aún no se han asomado a algunos de sus libros, resultará un verdadero hallazgo comenzar a hojear sus textos. Y este Mascarones de proa es, sin el menor asomo de duda, un buen comienzo.
Rubén Derlis



“Todo es Historia” ya tiene su propia historia

No trataré de explicar lo que significa para los que hacemos ‘Todo es Historia’ y para mí personalmente, haber alcanzado los 40 años de vida. Ninguna revista cultural ha llegado en nuestro país a semejante antigüedad: esta circunstancia basta para legitimar nuestro orgullo. Nuestro orgullo y nuestro agradecimiento hacia todos los que han hecho posible este modesto milagro argentino: empleados, colaboradores, avisadores, impresores, distribuidores, quiosqueros y, sobre todo, lectores”. Lectores: el volátil objeto de deseo de todo editor. Durante 40 años Félix Luna y sus colaboradores supieron volcar a las páginas de Todo es Historia material de interés permanente. Angulos de lectura de nuestro pasado abordados desde las más disímiles líneas de pensamiento. Siempre intensamente, siempre profundamente. Los que necesitamos elementos para nutrir nuestras propias ansiedades de conocimiento del pretérito imperfecto de nuestra tierra encontramos durante 40 años una vitamínica fuente en Todo es Historia. Un cordial saludo a Félix Luna y a los que lo rodean en su Editorial.
Mario Bellocchio



Informe de la Comisión Plaza

El Dr. Javier Lebenas (del despacho de la Jefatura de Gobierno GCABA) nos informa que el trámite sigue su curso. Asimismo notifica que llamaron a su oficina desde la Jefatura de Gobierno para informarle sobre el expediente de expropiación y números de registro que identifican el trámite sobre nuestra plaza: Registro 2301 AJG2007 Exp.23258/2007. Los teléfonos de la Procuración donde se pueden recabar informes sobre el estado de la tramitación: Tel.: 4 371-8412/4222 o 4 323-9400 int. 7488/7469
Se nos informa, de igual manera, que a fines del mes de junio pasado el Expediente estaba en Control de Legalidad.
Tomamos conocimiento a través de la diputada Liliana Parada que se han presentado vecinos en la Legislatura con un proyecto para poner nombre a la plaza. Luego de un intercambio de ideas al respecto se resuelve hacer llegar a los legisladores el acta de constitución de la “Comisión todos por la plaza de Boedo” con una carta adjunta solicitando a los legisladores que cualquier tema vinculado a la Plaza sea derivado a la Comisión Barrial que esta funcionando de hecho desde el 2006, antes que saliese la Ley. 2266, y oficialmente desde marzo 2007.
Se ha iniciado un expediente de expropiacion Nº 4982/2007.

La Escuela de Psicología Social Pichón Riviere informa que llevarán a cabo las encuestas sobre un muestreo significativo (propuesta mínima 200 personas).
Se intercambian pareceres sobre las zonas donde tomar el muestreo y se aprueba que sean alejadas del predio, para aprovechar las encuestas como una tarea de difusión.



Lluvia sobre Buenos Aires

El señor imagen del noticiero de la TV equivoca artículos, tiempos verbales, palabras, y lo hace todas las mañanas en casa; no es posible entender por qué razón ocupa el lugar que ocupa cuando clarito se percibe que no sabe hablar, pero ahí está, en una más de sus mañanas en que las patinadas se le amontonan en la boca. Al fin llega la primera agitada de la red: Está cayendo granizo en Buenos Aires. Los tironeos a la red también se amontonan en el decir del señor imagen. Hay que mantener al pescadito sujeto y la red se construye con agitaciones varias que en todo momento recordarán al atrapado: Ojito, que la ciudad te amenaza. No importa que el granizo caído sea ínfimo, como se informa a continuación, en todo momento se mantiene el tono de posible tragedia, importa que la piedra cae y si así sucede qué mejor que tentar a la memoria reciente de la gente: ¿Te acordás del último granizo? Un minuto después, el impreso en pantalla avisa: Está cayendo granizo, pero el señor ya no aclara que el fenómeno no es cascote, y los productores del programa muy contentos porque en la mañana se puede, siempre se puede, agitar cuando llega el arriba las manos, argentinos.
La lluvia es útil en la mañana, Buenos Aires en lluvia, como si estuviera envuelta en un verdadero tango triste y melancólico, Buenos Aires en blues cuando desde mi ventana miro la ciudad al sur.
Desde la TV, la pareja presentadora de noticias acompaña con cara de circunstancia, de a mí nadie me dijo nada, ellos tan incoloros, insípidos e inodoros, como si fueran agua de lluvia, pero de otro lugar, porque la lluvia de Buenos Aires es otra historia.
Una mirada rápida sobre el tema lluvia puede conducir a conclusiones un tanto erróneas, aunque lo observado, ciertamente, lleve careta extraña. Sólo hace falta un día de lluvia sobre la ciudad para registrar cómo el habitante sin paraguas comienza, en el amanecer de las gotitas, a agacharse. ¿Un movimiento reflejo o un movimiento totalmente consciente?, ¿es que el ciudadano sabe que las gotas pueden, por ejemplo, causar dolor y entonces se agacha?, ¿o el secreto es otro? Casi todos se agachan y los que no lo hacen viven en la ignorancia; pregunté muchas veces: Che, ¿por qué te agachás?, y me negaron la respuesta simulando sorpresa; todo apunta a un enigma, pero apuntar a misterio no significa que se pueda afirmar que la lluvia en Buenos Aires es pesada y lastima, como leí en un libro publicado hace algunos años. Otra de las reacciones, y por lo general cuando el ciudadano está agachándose bajo el castigo de las gotitas, se detecta en la nariz. El ciudadano la frunce como si la lluvia tuviera olor a mierda, y esto, por más que lo parezca, no es verdad; pregunté, Che, ¿tiene olor a mierda?, y silencio otra vez. El hecho está a la vista: el caminante sin paraguas, efectivamente, se agacha, frunce la nariz y pierde su mirada en el piso, como buscando más información, como tratando de recordar todo lo que el señor de la TV le dijo que era importante saber antes de salir de casa.
También puede observarse otro fenómeno en Buenos Aires cuando la lluvia, y está en relación con el ciudadano que sí lleva paraguas, esos que poseen defensa y abren la capa como si de superhéroe se tratara y avanzan erguidos, la vista al frente y sin fruncir la nariz. La cuestión es, avanzan, pero ¿cómo avanzan?; exactamente como no corresponde, que es la manera de avanzar en esta ciudad, es decir, en su mayoría se dedican a transitar protegidos y por debajo de los techos. Si alguien lo desea, puede comprobar y de manera simple hasta dónde llega el superhéroe con su paraguas, alcanza con esperar atento en el hall de cualquier estación del subterráneo. Ciudadanos con paraguas en mano intentarán una y otra vez cruzar los molinetes con sus estandartes desplegados. La pregunta es ¿por qué?; escuché por ahí que en la ciudad existe una especie de sociedad secreta cuya arma y símbolo fundacional es el paraguas, y debo confesar que al principio me pareció una estupidez, pero a la vez apareció una pregunta: ¿existe alguien entre aquellos a los que la lluvia los sorprende sin paraguas, que jamás haya sido agredido por los avisados, esos que siempre hacen los deberes o que le hacen caso a mamá o al señor imagen de TV, esos que luego salen con sus armas esperando la lluvia y, una vez que ésta ha cantado piedra libre, buscan frenéticos bajo los techos y marquesinas los ojos de los otros, de los simples mortales?
Cuando la lluvia se hace en Buenos Aires se puede buscar nuestra propia presencia en el refugio de una mesa de café (se aconseja por ejemplo el Margot de Boedo y no Sigi o Velvet en Villa Freud de Palermo algo, porque tantos y tan fríos son los Palermos que parecen los famosos caminos del señor en durísimo invierno), y en ella soltar amarras y dedicarse a la contemplación de nuestras patrias internas, esas tierras de mar adentro que no se negocian ni se regalan. Hace poco una escritora amiga, Danielle Roger, canadiense ella, me contaba de lo que le cuesta vivir a un escritor por aquellos lugares: En mi país, casi no hay nada peor que ser artista (sí hay peor: ser escritor). Y todos dicen que hay que trabajar y olvidar esta tontería de escribir. Pero no puedo ser otra que la que soy. Esta es la idea de patria interna y la charla con una de ellas es muy aconsejable cuando la lluvia en un café, aunque Danielle se la haya encontrado en una casita rodante prestada, olvidada en medio de un bosque, y que de lluvia no diga nada. Quizás una mesa de café tenga mucho de casita rodante prestada; pueden pasar cosas extrañas sobre una mesa de café de Buenos Aires, y si llueve, mejor. Cuando la lluvia, y ya habiendo nuestro ciudadano regresado desde el adentro patriótico (se aclara que para volver de una patria interna primero hay que tenerla), se aconseja un libro sobre la mesa, la mesa cercana a la ventana, y la lluvia como acompañante, y hablo de una lluvia no violenta, de una lluvia que pueda ser como el aire, esa que invita a mirar hacia el cielo para recibir cada caricia. Será necesario un libro en total sintonía con nosotros, ninguna lectura forzada, ninguna de esas lecturas que nos llevan a preguntarnos ¿por qué estoy leyendo lo que estoy leyendo?, ¿por que será que se ha escrito este libro? Una experiencia maravillosa de lectura sobre mesa de café y con lluvia amable del otro lado de la ventana ocurrió de mañana y en la mano tenía el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, aunque estoy seguro de que hasta el placer supremo de una lectura en estas condiciones nos lleva cualquiera de los libros del autor citado.
Cuando la lluvia cae sobre Buenos Aires, y si durante la misma el ciudadano viaja montado en un colectivo a la hora del atardecer, podrá acercarse, si le interesa, al sano entretenimiento de sospechar historias en la ciudad. Las calles toman otra apariencia, las personas adoptan otros códigos, tengan o no paraguas, otras dimensiones se abren en la lluvia, la ciudad adquiere una respiración que es a la vez nerviosa y reposada, algo así como hacer un movimiento rápido cuando en realidad nada nos importa demasiado; en medio de ese paisaje, desde un colectivo en el atardecer, se puede sospechar una historia desde cada ventana iluminada. Desde cada una de las ventanas pueden asomarse historias, encerradas y abiertas en rectángulos mientras la luz invita a mirar, a robar imágenes; la lluvia corriendo sobre el vidrio de la ventanilla, partiendo mugre y sospecha, mientras la vida juega al tira y afloja diario, pero lo dicho, esto puede ocurrir durante la lluvia de Buenos Aires, una cuestión que va más allá de la humedad.
Me gusta la ciudad mojada y desconfío un tanto de la ciudad seca, porque en ella muchas veces parece moverse una persona, que en silencio se dedica a proyectar películas cortas en donde los personajes dejan mucho que desear. Personajes áridos asumiendo roles equívocos en dudosas películas instantáneas se abaten sobre las calles cuando la lluvia no está.
En un colectivo vi cómo una madre impactaba sobre la cabeza del educando (sí, su hijo) con el cuaderno de clase; a cada golpe repetía la palabrita: “burro”, y a su vez aprovechaba el evento para educar: conejo se escribe “c” y no con “q”. En seguida pensé en la posible apariencia física de un conejo escrito con “q”, la culpa me rondaba mientras trataba de acallar la risa ante la inocente libertad ortográfica y descuidaba la suerte del agredido; en claro me quedaba la apariencia de las madres escritas con puntos suspensivos.
Estaba sentado a una mesa (había dos) en el tercer piso del Centro de la Cooperación esperando las palabras del poeta Leopoldo “Teuco” Castilla, cuando llegó una mujer con sus buenos años, pero sin haber renunciado al maquillaje y vestimenta propias de las jóvenes damiselas. En la otra mesa había dos mujeres, también mayores, pero en sintonía con los tiempos transitados. La recién llegada inició el diálogo, ¿Me puedo sentar?, ¿ustedes tiene que ver con el arte?; Sí, contestaron ellas muy seguras y a coro; Ay, yo también, soy abogada, pero ahora escribo, para salirme un poco de este país; Y sí, contestó el dúo; Me dijeron que en dos meses estamos en híper, a mí me agarró el corralito con un dinero que era para vivir tranquila después de trabajar una vida; Yo me salvé justo, dice una de las señoras; ¿Te avisaron?; No, suerte; y la mujer, con voz de superada, como si fuera una escritora dueña de un ego incontenible, remata: Igual yo ahora escribo, desde que me desmaterialicé no me preocupo más por el dinero.
La mujer desmaterializada sin dudas seguirá trabajando en su obra literaria y haciendo sociales, porque algo hay que decir y hacer, che. El señor imagen de TV también podría haber usado un rayo desmaterializador (sobre su sien derecha, matate le gritarían en el barrio) en su vocabulario, pero hasta ahora no lo hizo. Pero volviendo a la expresión de la señora escritora, se me ocurre pensar que en estos días el señor Telerman acaba de desmaterializarse, sí, la figura es válida, y si lo es, una resultante acertada sería que el señor Macri se materializó, digo, un poquito más. Podría llover más sobre Buenos Aires.
Edgardo Lois



POEMA

Me gustan
los bares
en un lugar donde mi calle
no llega.
(Mi calle.
Mi calle era de polvo
y mariposa
y ahora ya no existe.)
Sólo en la lejanía
queda fija
menos viva
que tu vientre.

Jorge Isaías



Editorial
En Cana

En un operativo relámpago, llevado a cabo entre gallos y media noche por las fuerzas del orden, fueron puestos tras las rejas los conspicuos miembros de una entidad de Boedo llamada Paseo de las Esculturas. Los severos servidores públicos hicieron oídos sordos a los ruegos de la tierna Cholita: de nada valió su mansedumbre ni su prosapia incaica. Ahora, sólo desde los balcones de Boedo XXI puede verse su humilde sombrerito libre de barrotes.
La pareja tanguera de Tango íntimo, en cambio, no tiene muchas dificultades —acostumbrada como está a bailar sobre una baldosa— aunque piensa seriamente en hacer el cuatro en lugar del ocho por las serias limitaciones que les impone el cerco de hierro. Nada más inapropiado que una Súplica encarcelada. Y aunque parezca revestir algo de lógica Interiores no puede ser admirada desde el exterior de un enrejado impiadoso. Hasta La bestia, cuyo ámbito natural es la jaula, parece desplazarse en el repetido vaivén de la fiera encerrada.
¿Habrá vuelto a las andadas libertarias José González Castillo que lo metieron en cana? Ni el bronce tan holgadamente ganado lo liberó del hierro. ¿Qué diría Cátulo si viera que los pichichos de Boedo no pueden acercarse a olisquear el busto de su padre?
¿Qué responderán los victimarios cuando los detenidos se quejen ante el INADI por haber sido discriminados? O si alguien merecía la tortura del encierro, ¿por qué zafaron el Homenaje a la madre, el Testimonio y el Reposo? ¿Qué argüirían? ¿Que una madre no se toca, que se le detendrían todos los relojes a Bilevich y que Estephan Erzia era ruso y la Embajada tomó cartas en el asunto?
Dicen que hasta las cosas más serias tienen su arista tragicómica. ¿O acaso no causa gracia ver a alguien tropezar y, más aún, caerse? En el despropósito de este afán carcelario, sólo la descriptiva farsesca puede movilizarme el músculo risorio.
Mario Bellocchio



CULTURA GRATUITA


DE JULIO A DICIEMBRE CICLO DE
CINE GRATUITO EN “LA BALEAR”
EL PRIMER VIERNES DE CADA MES A LAS 19.30.
En Colombres 841
Presentan: BAIRES POPULAR - CASA BALEAR DE BS. AS. - CGP COMUNAL 5

3 DE AGOSTO: Tiempo de valientes (2005), Dir. Damián Szifron. Un psicoanalista (Diego Peretti) debe realizar tareas comunitarias dentro de su actividad. La tarea que el juez le asigna es atender a un inspector de la Policía Federal (Luis Luque) anímicamente devastado por una severa crisis matrimonial. (Apta may. 13). Dur.: 112'. Cortometraje: Parques nacionales.

7 DE SEPTIEMBRE: Derecho de familia (2006),
Dir. Daniel Burman.

Video: Ibiza y Formentera. Documental sobre ambas islas.

5 DE OCTUBRE: El abrazo partido (2003), Dir. Daniel Burman.
Cortometraje: Días de vino. Industria vitivinícola en Mallorca.

2 DE NOVIEMBRE: El último payador (1950), guión y dirección de Homero Manzi. Homenaje en el centenario de su natalicio. Protagonizada por Hugo del Carril.
Cortometraje: Un país en la mochila. Mallorca. Documental sobre la mayor de las Islas Baleares.

7 DE DICIEMBRE: Historias mínimas (2002), Dir. Carlos Sorín.
Cortometraje: Un país en la mochila. Menorca.

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CURSOS en el Museo Monte de Piedad
Seminario: TEATRO ARGENTINO “La conmoción de la vida”. De la Ranchería a Teatro Abierto. A cargo del Profesor Leonardo Busquet Del 31 de mayo al 19 de julio, todos los jueves de 18 a 20 hs, en el auditorio del Museo Monte de Piedad -Av. Boedo 870, 2º Piso. Cupos limitados - Informes: a las direcciones del encabezado
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LA ORUGA. Biblioteca pública de La Oruga: todos los sábados de 16 a 19 hs en la plaza de México y Jujuy. E-mail: laorugacolectivoautonomo@yahoo.com.ar
Página web: http://www.laorugaweb.com.ar/
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TEATRO LEIDO Ciclo de presentación de las últimas obras del grupo de dramaturgos que integran Susana Torres Molina, Susana Gutierrez Posse, Susana Poujol, Víctor Winer, Héctor Lewy-Daniel, Jorge Huertas, entre otros, como teatro semimontado con actores como Rita Terranova, Carlos Belloso, entre otros.
Los 2os. lunes de cada mes en distintas bibliotecas públicas
Consultas: 4 811-0867 int.102 - ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

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MINISTERIO DE CULTURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires

MUESTRA: “EVA EN EL PALACIO LEGISLATIVO. 60 AÑOS DEL VOTO FEMENINO”. Del 10 al 27 de julio, en la Sala de Exposiciones de la Legislatura de la Ciudad , Perú 160.
Fotografías, videos, objetos personales. Entrada gratuita.

CICLO DE CINE. “CIUDADES, CULTURAS Y POLITICA EN LATINOAMERICA”. Del 13 de julio al 28 de septiembre, todos los viernes a las 19. Salón San Martín de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Perú 160. Los films que ilustran la identidad de cada país, de cada región. Entrada libre y gratuita.

II CONGRESO DE LAS LENGUAS. “Por el respeto a la interculturalidad y el ejercicio de la memoria”. 18, 19, 20 y 21 de julio 2007. Inauguración: 18 de julio de 2007, a las 19 hs.
Facultad de Medicina UBA - Paraguay 2155

LA PRIMERA BUENOS AIRES. Existe un sitio: www.primerabuenosaires.com.ar en donde están todos los informes, planos, fotos y estudios de la búsqueda del lugar en que estuvo la primera Buenos Aires entre 1536 y 1541, que se actualiza en forma permanente y con la intención de que todos estos estudios sean públicos y accesibles por la comunidad.
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LEGISTANGO. Miércoles 25-07-2007 a las 18.30 en la Legislatura Porteña, Perú 160, Planta Principal, Salón San Martín. “El Tango y los Barrios”. Dirección y acompañamiento: Mario Valdéz. Voces: Livia Comerci, Marisa Eguía y Beatriz Villar. Artista invitado Walter Malosetti, a quien se distinguirá junto al periodista Roberto D’Anna y al poeta lunfardesco Juan José “Chichín” Vieytes.
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FERIA DEL COMERCIO JUSTO Parroquia Santa Cruz Somos un grupo de productores/as que ofrecemos nuestros productos a un precio justo, creando conciencia para que cada vez seamos más los “Consumidores Responsables”. Las ferias que organizamos los segundos sábado de mes, fortalecen nuestro proyecto de “Comercialización Comunitaria”.14 de julio de 16 a 20 hs. EEUU 3180. Para más información, vía mail comerciojustosantacruz@yahoo.com.ar
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LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTORICOS DEL BARRIO PARQUE CHACABUCO invita a la charla correspondiente al mes de julio de su ciclo “Curiosa Buenos Aires”. El próximo jueves 19, a las 19, en el salón de la parroquia Santa Isabel de Hungría, sito en San José de Calasanz 1059, el Dr. Carlos M. Trueba disertará sobre “El pintoresco Clemente Onelli en Buenos Aires”La disertación será acompañada con proyección de diapositivas.
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LOS BARRIOS PORTEÑOS ABREN SUS PUERTAS. La Dirección General de Patrimonio, del Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires convoca a participar de su emprendimiento. Para descubrir y valorar el patrimonio de los barrios

JUEVES 26 DE JULIO - COMUNA 1. 10:30 hs. MUSEO NACIONAL FERROVIARIO. Encuentro: Av. del libertador 405 - Retiro. Coordina: Adolfo Beain. 10:30 hs. RECORRIDO POR LA AVENIDA DE MAYO. Encuentro: Casa de la Cultura, Av. de Mayo 575 - Montserrat. Coord.: Silvana Bermúdez. 14:30 hs. MUSEO ETNOGRAFICO JUAN B. AMBROSETTI. Encuentro: Moreno 350 - Montserrat. Coordina: Alejandra Reynoso. 16:00 hs. GRAN LOGIA ARGENTINA DE LIBRES Y ACEPTADOS MASONES. Encuentro: J. D. Perón 1242. San Nicolás. Coord.: Juan Esteban Serchio. 17:30 hs. MUSEO MUNDIAL DEL TANGO - ACADEMIA NACIONAL DEL TANGO. Encuentro: Rivadavia 830 - Montserrat. Coord.: Walter Piazza y Pablo L. Vinci.

VIERNES 27 DE JULIO - COMUNA 1. 9:00 hs. ZANJON DE GRANADOS. Encuentro: Defensa 755. San Telmo. Coord.: Silvina Ferremi. 10:00 hs. IGLESIA ORTODOXA RUSA. Encuentro: Brasil y Defensa San Telmo. Coord.: Alejandro Iwaszewicz. 12:00 hs. TALLERES DEL TEATRO SAN MARTIN. Encuentro: Corrientes 1530 (Hall). San Nicolás. Coord.: Ana M. Monti y Lidia Yadarola. 12:30 hs. RECORRIDO POR EL BARRIO DE CONSTITUCION. Constitución y Lima. Constitución. Coord.: Juan Esteban Serchio.17:00 hs. ASOCIACION UNIONE E BENEVOLENZA. Encuentro: J. D. Perón 1362. San Nicolás. Coord. María Paiella y Pablo L. Vinci. CUPOS LIMITADOS.

INSCRIPCION PREVIA: Desde el 18 hasta el 25 de julio. Tel.: 4 323-9400 INT. 2756

VISITAS PERMANENTES - Sin inscripción previa
*AGRONOMIA: Ultimo sábado de cada mes en Tinogasta y Av. San Martín. 10:00 hs. Coordina: Mabel Roelants
*PARQUE CHAS: Ultimo sábado de cada mes en Av. de los Incas y Av. Triunvirato. 11:00 hs. Coordina: Magdalena Eggers
*CABALLITO: Ultimo domingo de cada mes en Parque Rivadavia junto al monumento a Bolivar. 16:00 hs. Coordinan: Marina Bussio y Héctor Núñez Castro.
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“LA RECONQUISTA... EPICA SAGA”, un espectáculo de teatro y música que cuenta la noche anterior a la segunda invasión inglesa (año1807). Una comedia absurda en la que Leo Bosio nos trae lo mejor y lo peor de nuestra patria. Todos los sábados a las 21.30 con entrada libre y gratuita, en el Centro Cultural Plaza Defensa. Defensa 535. Dramaturgia, puesta en escena y dirección general: Leo Bosio. Una producción de “apenas... teatro” con el auspicio del Ministerio de Cultura GCABA y el Centro Cultural Plaza Defensa.
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CICLO DE CINE - JULIO. Voluntarios de Parque Centenario. Epuyén 544 (alt. Díaz Vélez 4500). pcentenario@hotmail.com
http://voluntarios-parquecentenario.blogspot.com/
Entrada Gratuita.
Cine Koreano: Todos los Jueves 20 hs. Jueves 5: 2046 los secretos del amor. Jueves 12: Con ánimo de amar. Jueves 19: Primavera, Verano, Otoño, Invierno... Jueves 26: Hierro 3
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Programa JUEGOTECAS BARRIALES. Dir. Gral. de niñez y adolescencia, GCABA. Proyecto: CLUB SOCIAL y DEPORTIVO JUGARTE. Durante el año 2006, en la Juegoteca Boedo Sol Naciente, llevamos adelante un proyecto que denominamos “Jugarte”, el cual se desarrollaba en el espacio intermedio entre el juego y la expresión artística. Para ello trabajamos en base a cinco disciplinas (Música, Plástica, Literatura, Danza y Teatro) BOEDO: Boedo 1759. Horarios: 3 a 5 años: Lun. a Jue. de 14.30 a 16.30hs. 6 a 9 años: Lun. y Mié. 17 a 19 hs. 10 a 13 años: Mar. y Jue. de 17 a 19hs. Coord:Prof. Jimena Gónzalez Alsina
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