16.4.07



Nº 62
Abril de 2007

SUMARIO
*El primer “Colón”
- Hace 150 años se inauguraba el Teatro Colón de la Plaza de la Victoria, por Mario Bellocchio
*Ojeadas idiomáticas: Zoológicas por Mario Lach
*Prilidiano Pueyrredón, pintor y arquitecto. Diego Ruiz y su Callejeando historia
*Los triunfadores del mañana, por Mónica López Ocón
*Un parque en La Boca, reportaje a Silvana Canziani, referente vecinal de la conquista barrial
*El monumento a Lisandro de la Torre por Miguel Ruffo
*Cuando el tango llega a los recetarios, Luis Alposta
*Marcos Silber: honrar la palabra. Un reportaje de Edgardo Lois
*Carta desde París. De cuando Amparo Hidalgo pasó por Buenos
*Poema: Es TodanieblaLeopoldo Marechal
*Editorial: Un socialista por Mario Bellocchio

*Agenda de CULTURA GRATUITA

El primer “Colón”
Hace 150 años se inauguraba el Teatro Colón de la Plaza de la Victoria

A las siete y media en punto –recomiendan los afiches callejeros– se inaugura el “Teatro de Colón” (sic). El alboroto en el extremo norte de la Vieja Recova no deja dudas sobre la magnitud del suceso. Los carruajes se entrecruzan y disputan las cercanías de la entrada para proteger el descenso de sus elegantes pasajeros. No pocos —aquellos que ocuparán en el interior los lugares de observación más distantes— acuden a pie, luciendo ropas más humildes aunque no desprovistas del arreglo ritual.
Nada se ha descuidado para la atención de los concurrentes. Las alfombras rojas, tendidas para acolchar los pasos de los primeros espectadores, exhiben su acento cromático. Los empleados lucen, no sin cierto orgullo, costosos uniformes y peluquines. Unos abren las puertas de los carruajes y ayudan a las damas en su descenso; otros guían, acomodan o entregan el programa a la asistencia: Gran apertura del “Teatro de Colón”. Compañía del Sr. Lorini. Hoy sábado 27 de abril (de 1857), la ópera del célebre maestro Verdi, en tres actos: La Traviata.
Gana la sala el murmullo de autoridades y público que no pueden reprimir las exclamaciones y comentarios sobre la magnificencia de la iluminación y el decorado. Cuando la orquesta vierte los primeros compases, se silencia la tertulia y todo es atención y admiración para la Violeta interpretada por la Sra. Lorini —como reza el programa inaugural— y el Alfredo del Sr. Tamberlick. Y el elenco, y la escenografía, y los músicos… Y el entorno
Acaba de nacer el Teatro Colón.

El primer antecedente de un local dedicado al arte teatral en la ciudad data de la Colonia, cuando, en épocas del virrey Vértiz, se levantó el Teatro de la Ranchería. Allí, en la esquina de las actuales Perú y Alsina, Manuel de Labardén estrenó la primera versión de su Siripo. Paralelamente una costumbre luego arraigada, sembraba el germen del teatro lírico: los actores, como complemento de la función, con el acompañamiento de guitarras, entonaban canciones que solían culminar en baile con la participación del público. Poca vida tuvo la precaria edificación de adobe y techo de paja. A tres años de haberse fundado, un incendio la destruyó por completo en 1792.
Hasta 1804, cuando se inaugura el Teatro Coliseo, la actividad circuló por cuanto local pudiera ofrecer cierta amplitud para el desplazamiento actoral y espacio para público.
El advenimiento de la Revolución de Mayo trajo consigo las tendencias europeas de la lírica. En ese sentido el pianista, cantante y director musical Antonio Picassarri cumplió el rol de pionero en la introducción del canto operístico. En los años 20 llegaban los primeros artistas extranjeros y, constituida una compañía, se pudo montar, por primera vez, una ópera completa: El Barbero de Sevilla, que Gioacchino Rossini había compuesto una década atrás.
La llegada de Rosas al gobierno impuso un largo intervalo al crecimiento de los embriones. Recién a fines de la década de 1840 el Teatro de la Victoria, el Argentino y el Coliseo comenzaron a incluir las obras de Verdi, Bellini, Donizetti y Rossini en sus repertorios en sintonía con la vigencia europea de esos autores.

Luego de Caseros y en ese entorno —que emergía de las duras épocas rosistas— el teatro lírico encontró terreno fértil para desarrollar la necesidad de un ámbito adecuado al culto operístico. Se encomendó la tarea al ingeniero Carlos E. Pellegrini —padre del futuro presidente de la República—, quien tuvo a su cargo la confección de los planos. El enorme
edificio se situaría en Rivadavia entre Reconquista y 25 de Mayo, frente a la plaza y la Vieja Recova, y contaría con todos los adelantos posibles en materia edilicia. Se usarían vigas y columnas de hierro —absoluta novedad local en materia arquitectónica—; los candelabros y la araña central de 450 luces serían alimentadas por el gas generado con ese propósito; el escenario contaría con todos los adelantos y las dimensiones de los teatros líricos europeos de la época… Y las butacas y palcos podrían albergar unas dos mil quinientas personas en cada función.
La construcción tuvo una adecuada celeridad, teniendo en cuenta la complejidad de las innovaciones. Y un 27 de abril de 1857 abrió sus puertas al público, al que durante treinta años ofreció espectáculos e intérpretes de calidad comparable a sus similares de las metrópolis europeas, animándose, aún, con el repertorio alemán cantado en italiano, circunstancia a la que sólo podían acceder artistas de la talla de Enrico Tamberlick, Giuseppe Cima, Sofía Vera-Lorini, Giuseppina Medori, Federico Nicolao, Julián Gayarre, Adelina Patti o Francesco Tamagno, habitués de las interpretaciones más rutilantes.
En 1888 la necesidad de instalar en el edificio la sede del Banco Nación pudo más que el prestigio artístico de la sala y el reclamo de su concurrencia. El primer Teatro Colón comenzó a tener como única música el monocorde tintinear de las monedas.
Sin embargo, la pléyade de adeptos que ya había ganado la lírica forzó, el mismo año de cierre, la promulgación de la ley 2381 de llamado a licitación pública para la construcción del nuevo teatro en el predio de la estación Parque del Ferrocarril Oeste, donde se levantaría el actual Colón. Prevista su inauguración para los 400 años del descubrimiento de América —1892— recién se pudo concretar en 1908. Pero esa es otra historia, la del Colón contemporáneo, que por estos días permanece a telón cerrado afrontando un largo año de “calafateo” para lucir coqueto en su centenario.

La fila de carruajes aguarda, paciente, los compases finales para disponerse a recibir sus pasajeros. Una larga ovación culmina la esperada jornada del estreno. Berlinas y landós llevan de regreso a entusiastas espectadores que no cesan de comentar el espectáculo presenciado no sólo en el escenario. El acontecimiento social provee abundante material para divagar sobre el vestido de aquella dama o el porte de ese caballero.
Llovizna. La Vieja Recova de la Plaza de la Victoria brinda seguro cobijo a los que regresan a pie a sus casas de Monserrat o de San Telmo. Un grupo de jóvenes parejas charla animadamente sobre lo que acaban de ver. Uno de ellos no reprime su entusiasmo y se anima con un área de Giuseppe Verdi. Es la nota final de ese día. El del comienzo del primer Teatro Colón.
Mario Bellocchio

FUENTES DE DATOS:
Vicente Nadal Mora, La arquitectura tradicional de Buenos Aires, 1536-1870, Edit. Nadal Mora, Bs. As., 1977.
Roberto Caamaño, La historia del Teatro Colón, 1972.
Exequiel C. Ortega, Historia de Buenos Aires, Edit. Plus Ultra, Bs. As., 1994.
http://www.teatrocolon.org.ar



BREVES


El parque conseguido
La altura del pasto, la provisión de agua del pequeño laguito o el apagado de luminarias que permanecen encendidas a pleno día, quizá sean los mayores problemas que deben enfrentar los “Vecinos de Irala y adyacencias” en su conquistado parque de tres hectáreas y media en pleno barrio de La Boca. Pequeñeces de mantenimiento comparadas con la verdadera epopeya —por la concreción de ese espacio verde— en la que debieron batallar durante ocho años. Silvana Canziani, referente del grupo, nos cuenta los detalles que pueden servirnos de antecedente a los vecinos de Boedo. (ver nota)

La plaza aprovechada
Los vecinos de la plaza de México y Jujuy reunidos en “La Oruga” denominan al espacio Colectivo Autónomo de Educación y Recreación Popular. Y cuando se les pregunta por qué hacen lo que hacen en ese lugar, responden: elegimos trabajar en el espacio público porque creemos importante recuperarlo como lugar de encuentro, de lucha, memoria y resistencia. Allí desarrollan en talleres totalmente gratuitos encuentros de lectura, expresión plástica para niños, ajedrez, dibujo y pintura para jóvenes y adultos y periodismo, entre otros. Un espejo para mirarse a la hora de ocupar el espacio público.

Norberto La Porta
El primer día de este mes llegó con la noticia del fallecimiento de Norberto La Porta. Sabíamos del recrudecimiento del mal que lo aquejaba y de lo irreversible de la situación, pero el desenlace, previsible, no pudo evitar el dolor causado por la pérdida. En nuestro editorial tratamos de bocetar un recuerdo-homenaje, en su partida, al querido y cabal hombre político.

Hacia el centenario
El sábado 31 de marzo la Sub Comisión del Hincha de San Lorenzo organizó la Caravana del sentimiento. Partió de la Parroquia San Antonio encabezada por las murgas de Boedo y las glorias del club. Circuló por avenida La Plata para llegar a Tierra Santa, donde estuvo emplazado el Viejo Gasómetro. Allí, con música y fuegos artificiales, al filo de la medianoche, celebraron los 99 años del Ciclón.



Callejeando historia
Prilidiano Pueyrredón, pintor y arquitecto

Mencionábamos en nuestro callejeo del mes pasado la primera exposición de arte de que se tenga noticias en Buenos Aires, allá por abril de 1829 en la Manzana de las Luces. Y decíamos que aparte de algunos jóvenes estudiantes de arte como Carlos Morel, Fernando García del Molino, Marcos Sastre o Antonio Somellera, era posible que también la hubiera visitado un niño de sólo 6 años de la mano de su padre. El pibe en cuestión, que había nacido el 24 de enero de 1823, llevaba el exótico nombre de Prilidiano —un mártir del siglo III— por esa antigua costumbre de poner el nombre del santo del día del nacimiento y era hijo del ex director supremo Juan Martín de Pueyrredón y Mariquita Tellechea, hija a su vez de un rico comerciante ejecutado como cómplice de Alzaga en 1812. El matrimonio pertenecía a la elite de la época, relacionado con los Ortiz de Rosas, Anchorena, Sáenz Valiente, Azcuénaga, Iraola, Arana, Terrero y tantos otros, y seguramente Prilidiano recibió las primeras letras en su propia casa, pues recién a los diez años concurre al Colegio de la Independencia, que dirigía Percy Lewis, donde se destaca y recibe numerosas distinciones. Pero en 1835 el clima político estaba enrarecido: la lucha entre los federales doctrinarios o “lomonegros” y los “apostólicos” seguidores de Juan Manuel de Rosas se había resuelto a favor de los últimos y la familia Pueyrredón viajó a Europa, donde Prilidiano habría hecho estudios secundarios y luego, en 1841, a Río de Janeiro en cuya Academia Nacional de Dibujo y Pintura hizo —según algunos de sus biógrafos— sus primeros estudios de arte.
Lo cierto es que, pese a los viajes, el viejo Pueyrredón tenía ideas claras en cuanto al porvenir de su hijo y Prilidiano ingresa en 1844 al Instituto Politécnico de París, donde va a recibirse de arquitecto y frecuentar el ambiente artístico de la época. Hagamos aquí una pequeña digresión: en realidad los Pueyrredón eran hacendados, poseían tierras y ganado, su casa estaba en Reconquista y Piedad (actual Bartolomé Mitre) en la esquina nordeste de la manzana que ahora ocupa el Banco Nación, su chacra en San Isidro —la famosa chacra de Perdriel donde Juan Martín libró batalla contra los invasores ingleses de 1806— y su quinta en el barrio del Socorro, en las cinco esquinas, con entrada por la esquina nordeste de Libertad y Juncal. O sea que Prilidianito había nacido en cuna de oro y podría haberse dedicado, como los vástagos de muchas de estas familias, simplemente a ver parir las vacas (como dirá años después Sarmiento de esta clase social). Pero el muchacho tenía inclinaciones artísticas y el padre se las respetó, aunque con un sesgo más utilitario, lo que redundaría años más tarde en bien de Buenos Aires.
Después de 1845 don Juan Manuel empezó a aflojar el puño; la dispersión del Ejército Libertador de Lavalle y su muerte en 1841, el relativo éxito frente al bloqueo anglofrancés de 1845, el dominio o la alianza con la totalidad de los gobiernos provinciales le permitieron “liberalizar” su gobierno, desapareciendo de la escena los grupos de choque de la Mazorca y comenzando el regreso de muchos exiliados que pudieron recuperar sus bienes. Los Pueyrredón estuvieron entre éstos y en 1849 se reinstalan en Buenos Aires, donde Prilidiano inicia su actuación como pintor y realiza el retrato de su padre antes de su fallecimiento, en marzo de 1850, pintura que es considerada una de sus mejores obras. El mismo año 1849 recibe un notable encargo: lo visitan José Nepomuceno Terrero, Luis Dorrego y Gervasio Rosas para encargarle un retrato de Manuelita Rosas con motivo del homenaje que el comercio de Buenos Aires le haría en el teatro Coliseo, lo que prueba que el joven pintor tenía, aunque recién llegado, un notable prestigio. El óleo de tamaño natural, dominado por el rojo punzó del vestido de la niña, puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes y representa una notable operación política de apoteosis de la Federación poco antes de su derrumbe en 1852. Prilidiano aún volvería a Europa; un desengaño —el rechazo de la familia de su prima Isabel Costa, de la que se había enamorado— lo lleva con su madre a Cádiz, donde vivirá hasta 1854, pero antes de partir traza los planos de la quinta de los Azcuénaga en Olivos, que más de un siglo después se transformaría en “quinta presidencial”.En 1854 regresó finalmente a Buenos Aires y en los siguientes 15 años desarrollará una ingente actividad artística y edilicia. Prilidiano realizó o supervisó la mayoría de las obras públicas encaradas por el rico y secesionado Estado de Buenos Aires, como la reforma de la Pirámide a Mayo —a la que el francés Dubourdieu agregó cinco esculturas—, la restauración de la capilla de la Recoleta, la demolición del Fuerte, obras de sanidad, etc. En 1858, junto con José Murature, Antonio Somellera y Dubourdieu integra una comisión encargada de organizar una Exposición Nacional de Arte, una Academia de Dibujo y un Museo de Bellas Artes, pero la situación política —en 1859 Buenos Aires era derrotada en Cepeda por la Confederación— causó el cajoneo de estos proyectos. Sin embargo, por esta misma época tuvo participación en las gestiones para enviar artistas becarios a Europa, siendo el primer ganador de los concursos Martín Boneo, sistema que determinaría de una u otra forma que nuestros principales artistas, hasta por lo menos 1930, se formaran en el extranjero. Digamos aquí que si Carlos Morel fue el primer artista argentino formado en el país, Prilidiano fue nuestro primer artista formado, como hemos visto, íntegramente en el exterior. Y aunque su maniera sea netamente francesa -lo que se evidencia más en sus retratos- sus paisajes y motivos campestres lo enraízan como un maestro del arte nacional. Un solo callejeo sería escaso para reseñar su obra, tanto pictórica como ingenieril, pero consignemos un par de notas. Prilidiano escandalizó bastante a la sociedad de su época con algunos desnudos para los que su cocinera habría servido de modelo, sobre todo uno en la que se la ve en una tina de baño con los pechos al desnudo y otro, ¡válgame Dios!, en que la representó en dos posiciones en una misma cama, La siesta, dando la impresión de que son dos mujeres durmiendo juntas.
(Bueno, digamos que al viejo Charles Pellegrini, padre del presidente, se le atribuyen algunos daguerrotipos de mujeres desnudas en poses bastante indecentes). Por otro lado, quizá sea más recordado popularmente por una de sus obras, el puente de Barracas, que construyó primeramente en 1861 pero cedió al inaugurarse debido a lo cenagoso del terreno. El fracaso le dolió e invirtió de su caudal dos millones de pesos para levantarlo nuevamente, puente que reformado en 1905 aún comunica la calle Vieytes con la avellanedense avenida Mitre pero que Prilidiano no llegaría a ver inaugurado, pues sufría de diabetes: la medicina contemporánea poco podía hacer por él y en 1869 comenzó a quedarse ciego. Para más males, en junio de ese año muere su madre, lo que deprime su ánimo y agrava su enfermedad, hasta que el 30 de octubre de 1870 fallece en la quinta del Socorro.
Prilidiano había dejado concienzudamente dispuestos sus bienes por testamento, pero lamentablemente no incluyó allí su obra, que, salvo excepciones como el retrato del padre que donó a la Universidad de Buenos Aires, se dispersó. A los pocos meses gran parte de sus cuadros salían a la venta en un remate de la casa Bullrich y Buenos Aires, como con tantos de sus hijos y benefactores que no fueron políticos o militares, tampoco fue agradecida con él. Una cortada de una cuadra lo recuerda en Parque Avellaneda, corriendo desde La Facultad hasta Fernández (que sólo Cutolo puede saber quién haya sido), entre Eva Perón y (algo de justicia poética) Carlos Morel.

Diego Ruiz



Los triunfadores del mañana
De las Academias Pitman egresaban pianistas escriturarios. Debían percutir sobre teclados mudos durante varios meses para obtener el título de dactilógrafo que los convertiría en los triunfadores del mañana. El éxito que prometían los anuncios consistía en la posibilidad de continuar tecleando sus melodías inaudibles en las oscuras oficinas del porvenir. Los aspirantes al triunfo solfeaban en silencio la musiquita de la primera línea del teclado: qwertyuiop, qwertyuiop, qwertyuiop, hasta aprenderla de memoria. Al cabo de unos meses, la melodía inaudible estaba tan incorporada que formaba parte de la sangre del dactilógrafo.
Era extraño aquel aprendizaje que, según afirmaban, conducía a la dicha laboral. Mientras las manos estuvieran sobre las teclas había que fingirse ciego con la misma convicción de un actor. Las yemas de los dedos debían reconocer solas el orden de las letras, mientras la mirada se posaba en la lejanía del porvenir. De la velocidad que cada estudiante pudiera alcanzar en medio de esa voluntaria ceguera dactilográfica dependía su mañana. Los resultados del apredizaje se medían en cantidad de palabras escritas a ciegas por minuto. A aquella sorprendente habilidad de feria que podía desarrollarse en pocos meses se la llamaba “escribir al tacto”. Ser un dactilógrafo, por lo tanto, consistía en desarrollar una ceguera parcial que permitía escribir de la misma forma en que leen quienes padecen ceguera absoluta. De aquel tanteo en las tinieblas -¡quién lo diría!- dependía la mismísima felicidad que prometían las siluetas negras de los avisos: un hombre y una mujer levantando el brazo con su título enrollado como un antiguo papiro en el que se cifrara una fórmula alquímica para descubrir las dichas que el destino había escrito en un código cifrado: qwertyuiop.
Nunca creí que mi porvenir estuviera en una oficina. Es más, nunca creí en el porvenir, esa extraña superstición que nos hace suponer que el presente es sólo un ensayo, un boceto, un borrador imperfecto del mañana. Sin embargo, un respeto reverencial por las máquinas de escribir me llevó a evitar que se me fijara el hábito de escribir con dos dedos y me sometí mansamente, con paciencia oriental, a aquel aprendizaje de melodías sordas y ojos ciegos. Sigo creyendo que el oficio de escribir precisa de una modesta dedicación artesanal, igual que el tejido, el bordado o el encaje de bolillo. Estoy convencida de que reconocer como un ciego la disposición del teclado, igual que escribir con una lapicera que nos permite trazos finos y firmes que embellecen nuestra caligrafía, quizás no incremente la felicidad de vivir, pero sí la de escribir. No por nada Roland Barthes reivindicaba la escritura como un acto de belleza en sí mismo, independientemente de los sentidos que transportara. Hendir en la tablilla de barro, rasgar en la hoja, interpretar melodías secretas en el piano mudo del teclado son formas del placer físico de escribir más allá de lo que se escriba.
Pese a las promesas de las Academias Pitman, nunca alcancé la dicha laboral, no me convertí, a juzgar por mi presente, en una triunfadora del mañana. Y no sólo eso, sino que constaté que en las redacciones de diarios y revistas los periodistas escriben, desde tiempo inmemorial, con dos dedos, negándole todo valor a mi saber dactilográfico. Sin embargo, siento un vago orgullo por haberme sometido a aquellos ejercicios pianísticos para mano izquierda que consistían en escribir, sin mirar, asdf y aquellos otros para mano derecha con los que debía escribir ñlkj, como un principiante al que la profesora de barrio le enseña “Para Elisa”. Cuando mi hija cursaba los primeros años de la primaria me pedía que escribiera en la computadora lo que ella me dictaba. Necesariamente debía cerrar los ojos o mirar por la ventana, mientras ella constataba que no hiciera trampa. Mi escritura a ciegas le parecía una habilidad deslumbrante, como hacer malabarismos, dar sonoros cachetazos de payaso o volar en un trapecio.
Esta nota está escrita con los diez dedos, mientras fijo mi mirada en la pantalla de la computadora o la dejo vagar por la vieja ventana de vidrios traslúcidos que permiten que pase la luz pero no las imágenes, como si intentaran escribir el jardín al tacto. Es un homenaje a los virtuosos de la dactilografía que alguna vez creyeron en las promesas de la Pitman y se adentraron en el corazón de las tinieblas para descubrir tesoros con las yemas de los dedos.
Yo no he logrado la relumbrante dicha que prometía la Pitman. Pero he logrado, a cambio, otra más modesta: mis manos se mueven sobre el teclado con la seguridad que otorgan los aprendizajes que están depositados en la memoria del cuerpo: nadar, andar en bicicleta, tipiar un texto con los ojos cerrados guiándome sólo por el tacto. El teclado es una pequeña patria. Desde la vieja Remington de mi padre en la que aprendí a escribir hasta la computadora, ha permanecido casi idéntico a sí mismo. Asdf, ñlkj y estoy otra vez en casa, en el mundo conocido. En la confusa oscuridad de la realidad, el teclado es un pequeño territorio luminoso. Después de todo, dicen que de la oscuridad nació la luz. Y que en un principio, fue el verbo.

Mónica López Ocón


Ojeadas idiomáticas
Zoológicas

La vaca es terrestre; la baca, aérea. / La vaca y la baca pueden llevarse; pero la vaca va si quiere, mientras la baca no decide. / La vaca muge; la baca cruje.La vaca —¡vaya!— va allá donde su caramelo la hace gemir: mu-mu… / El toro no bebe vino. / El toro que deje de volar puede beberse. / Toro vino: que pase. /Canes: son. Canes: son domésticos algunos.El gato levanta. /El gato va con patas, pero la pata no va con gatos. /Gata: arañas. / El gato araña: no teje. /El rugir del león hace crujir nuestros dientes. /Los loritos que se van de la jaula, regresan luego. ¿No serán hombres disfrazados? /La rena no cuaja: renacuajo.Ya acabó: comenzó en América.Ciempiés: miriápodo quilopodoideo. Siempiés: futbolista. / Es preferible un ciempiés a un pie en la sien. /Pecuario: ganado para uno. Pecuniario: perdido para otro.Abuje: bicho colorado. Dibuje: memorizará mejor. /La instrucción caballar es mínima: se limita a la alfa. /Zooilógicas son las opiniones de los animales.No hay que tener miedo a ser oído por una víbora: las serpientes, sordas nacen. De ahí que sordo como una víbora sea una perogrullada, y sordo como una tapia una falacia: las paredes escuchan.Se dice que los animales nos imitan. Pretendo demostrar lo contrario. Aúllan el lobo y el perro; balan el carnero, el ciervo, el cordero, el gamo y la oveja; brama el toro; cacarean la gallina y su gallo; croan las ranas; graznan el cisne, el cuervo y el grajo; gruñen el cerdo y el perro; gruyen las grullas; ladra el perro; maúlla el gato; mugen el buey, el toro y la vaca; relincha el caballo; ronronea el gato; ruge el león; y el gato ya bufa, y los que nos faltan barritan y cantan y chillan y resoplan y silban (no sólo el silbón) y hacen muchas cosas más esos integrantes del reino del cual aprendimos muchas animaladas, menos —que yo sepa— dos: oír como la víbora —que es sorda– y hablar como la jirafa, que carece de cuerdas vocales que le permitan emitir cualquier ruido. Si fuésemos inteligentes, como se afirma, ya hubiéramos sacado conclusiones: no nos imitan, como se dice; imitamos, y mal. Guau pensamos que dice el perro, vov lo hacen capicuar los noruegos, wau —y me informa Aníbal Ponce— los alemanes. Alfonso Reyes —De la lengua vulgar— nos ofrece el jugo de otras noticias: búsqueselas.

Mario Lach
En Partille, sueco rincón de un Gotemburgo en el cual viví estas y otras peripecias. 19-02-1979.



La lucha vecinal por el espacio público
Un parque en La Boca

Entrevista a Silvana Canziani, referente de los Vecinos de Irala y adyacencias. Un grupo pionero en “conquistas verdes” barriales.

Mario Bellocchio: Silvana Canziani, cómo comienza todo esto
Silvana Canziani:
En el 98 hicieron un desvío ilegal de tránsito pesado por la calle Irala. En un momento en que la importación era muy alta, teníamos unos 1400 camiones por día circulando. Se rajaron paredes de las casas. El ruido permanente no dejaba dormir. Se produjo una situación de rebelión de los vecinos. Aunque aún no teníamos vecinos enfrente, recién se estaban construyendo las siete torres de la CMV (Comisión Municipal de la Vivienda).
Comenzamos a reunirnos en el CGP3, donde había comisiones de patrimonio, de tránsito pesado, de ambiente. Participé entonces en las primeras reuniones de ambiente. Ahí me enteré de que las playas del ferrocarril pensaban refuncionalizarse como espacios verdes de uso público, según los lineamientos generales del Plan Urbano Ambiental. Hice un pequeño proyecto para que la Terminal Casa Amarilla se destinara a espacio verde y se garantizara la apertura de calles. En ese momento había 11 cuadras —desde Martín García hasta Brandsen— donde las vías cortaban la conexión.

M. B.: Explicale a los vecinos de Boedo qué es Casa Amarilla
S. C.:
Es un triángulo muy grande que corresponde a lo que era la playa de maniobras de ferrocarril limitada por Martín García-Irala-Brown hasta la calle Blanes. Se fue partiendo y repartiendo. Lo único que quedaba en manos del Estado Nacional eran los terrenos de Irala entre Pi y Margall y Aristóbulo del Valle. Ahí estaba la Terminal Multimodal Casa Amarilla sobre la que presentamos al Gobierno de la Ciudad, en septiembre del 2000, un expediente con el proyecto de parquización —no había ningún parque en La Boca— y apertura de calles avalado por 220 firmas. El proyecto abarcaba terrenos de diversa administración: nacional, subalquilado por Boca como estacionamiento para su Estadio, y gobierno de la ciudad. Así que tuvimos varios obstáculos a vencer.

M. B.: ¿Y qué les respondieron?
S. C.: En abril de 2001 nos contestan que el pedido era convergente con lo que el GCABA tenía planeado para el sector. Pero en septiembre del mismo año sale en Clarín una doble página con un proyecto del Secretario de Planeamiento Urbano García Espill donde se proponía levantar torres con una pequeña placita central. En el mismo se pedía el cambio de zonificación (de UF —Urbanización Futura— a Ra2 —Residencial Alta Densidad—) lo que posibilitaba la construcción de cuatro manzanas de torres de 11 o 12 pisos.

M. B.: O sea: se avivaron. Les pasó lo que a nosotros con la Catedral de la Fe.
S. C.: Y sí. Pero se produjo una reacción general del vecindario ante semejante negocio inmobiliario planeado por el propio gobierno. El 333J/2001 —tal la denominación del proyecto— se había presentado en la Legislatura con pedido de tratamiento preferencial. Después me enteré, estudiando los seis tomos del Plan Urbano Ambiental, que este proyecto pasaba edificación acá para compensar —cosa absolutamente vedada por la ley— al corredor verde del oeste (vías del Sarmiento en Balvanera) dejándole más espacio parque a aquella zona.

M. B.: ¿Y qué hicieron?
S. C.:
Fuimos a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. El adjunto (Antonio Brailovsky) aconsejó hacer un proyecto de ley propio y presentarlo como iniciativa popular ya que la Defensoría no puede intervenir si no existe la consumación de un hecho, nos dijo.

M. B.: ¿Y quién los asesoró para delinear ese proyecto?
S. C.: Lo fuimos armando. Tomamos el proyecto de Espill y donde decía Residencial Alta Densidad le pusimos Urbanización Parque, por ejemplo. Argumentamos nuestras necesidades vecinales, fuimos incorporando colaboraciones, nos vinculamos institucionalmente y alguien, lamentablemente no recuerdo quién, aportó la idea de las especies autóctonas. Entonces nuestro proyecto se formuló para hacer un convenio con Nación sobre un parque público de especies autóctonas y garantizar la apertura de calles. Nos juntamos los promotores y lo llevamos a la Legislatura. Una vez aprobada su viabilidad y ya con las planillas oficiales que nos entregaron, salimos a colectar las firmas que hacían falta. La ley exige el 1,5 del padrón de la ciudad, casi 40.000 firmas Eran los comienzos del 2002.

M. B.: ¿Y cómo lo hicieron?
S. C.:
Con mucha movilización, todos los sábados nos reuníamos en un local de la calle Irala y juntábamos firmas. A la tarde en la Reserva Ecológica y los domingos en el Parque Lezama. Conseguidas las primeras 4.000 firmas —por primera vez una Iniciativa Popular llegaba a la instancia de la Promoción— el GCABA debió
asumir su obligación de darle difusión al proyecto de los vecinos. Al principio nos peloteaban, un poco, creo, por la novedad de tener que implementar estos derechos. En marzo de 2003 ya teníamos folletería, cartelería... Alquilamos un stand en Plaza Houssay (Foro Social Mundial). Ibamos a todos los eventos donde pudiéramos promocionar el proyecto. La gente de las Asambleas se interesaba por su conocimiento. Lo paradójico es que, a pesar del rechazo por todo lo oficial en la época del que se vayan todos lo que nos dio legitimidad fueron los carteles del GCABA promocionando la iniciativa popular. En el plazo del año de vigencia de la Iniciativa llegamos a reunir 17.271 avales.

M. B.: ¿Qué otras complicaciones encontraron?
S. C.: En el 2003, cuando asume Kirchner, comenzamos a dialogar con el ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado). La preocupación de ellos era que no interfiriéramos con la operatoria del ferrocarril. Y por lo contrario nosotros, inclusive, queríamos recuperar el tren de pasajeros. Así que, aclarado esto, se firma, en julio del 2003, un convenio entre Nación y Ciudad donde Nación le cede a Ciudad sus terrenos para este proyecto comunitario. Aún así, comenzó una pelea con Planeamiento Urbano (en ese momento Margarita Charrier), que estiraba las concreciones aduciendo que tenían que ver qué se hacía en el lugar.
La diputada Beatriz Baltroc ya había tomado el proyecto en la Legislatura. Como nosotros tratamos siempre de prescindir de toda adhesión partidaria para conservar independencia de criterio, la idea era que lo firmaran todos los bloques y logramos unas 34 firmas. Obtuvo despacho de mayoría en la Comisión de Planeamiento Urbano, y se trató en la última sesión de 2003. En primera lectura perdimos por 3 votos. Como muchos de los que nos firmaron estaban con Macri, no quisieron estar involucrados en dejar sin el estacionamiento a Boca. El proyecto se cayó y debimos recomenzar.

M. B.: ¿Todo de nuevo?
S. C.:
Bueno, no tanto así. Agregamos a lo anterior el convenio con el ONABE y se hizo la segunda presentación (enero de 2004). Nuevamente la tomó la diputada Beatriz Baltroc. Se presentó el 3 de marzo bajo el número 0174 con el acompañamiento de 36 legisladores*. En tanto apareció un proyecto del macrista Herrera Bravo que en ese momento presidía la comisión de interjurisdiccionales, comisión que debía ratificar el convenio con Nación. Ese proyecto era idéntico salvo que el diseño del parque se proponía por concurso público, cosa que lleva años para concretarse. Nosotros queríamos incorporar que el parque se realizara por diseño participativo teniendo en cuenta el programa Diagnóstico Participativo del Paisaje (a cargo de Fabio Márquez que ya cargaba con la experiencia fallida de la plaza Felipe Vallese, donde hicieron todo el proceso y la obra no se ejecutó). Luego de una larga pelea con Epszteyn por este tema (ya nos había apoyado el proyecto con una carta a la Legislatura) logramos que se incluya, Audiencia Pública mediante, el diseño participativo. Así rescatamos una herramienta que a partir de ahí se comenzó a usar, por ejemplo, para el Parque Indoamericano.

M. B.: Bueno, casi es como si ya estuviera todo dicho.
S. C.:
No creas. Después que se firmó todo (julio 2003), las cosas no fueron simples tampoco. En octubre, los de los contenedores, que siempre tenían una pequeña cantidad, se ocuparon de llenar el lugar. Tuvimos que presentar un amparo. El lunes 22 de marzo de 2004 se hizo efectivo el desalojo con la fuerza pública del predio “Casa Amarilla”, que operaba con contenedores y como estacionamiento los días de partido en forma clandestina. Denunciado por la Comisión de Vecinos de Irala, derivó en clausura el 23 de enero. El desalojo fue llevado a cabo por el juez Osvaldo Guglielmino por pedido del ONABE. Se hicieron presentes sus autoridades, otras del GCABA, diputados de la ciudad, medios de prensa y numerosas asociaciones vecinales del barrio manifestando el apoyo al gran logro conseguido. El juez dispuso también la custodia permanente del predio con fuerzas de seguridad y emplazó a la empresa “Irala 2000” a retirar todas sus pertenencias y los contenedores en no más de 15 días.

M. B.: ¿Cuándo fueron las votaciones y cómo resultaron?
S. C.: La primera lectura fue el jueves 22 de abril de 2004 cuando se lograron 41
votos (por unanimidad) para la creación del Primer Parque Público de La Boca. Fue la primera Iniciativa Popular que llegó a la promoción desde que se reglamentó esta herramienta constitucional, con la que se lograron las 17.271 firmas de ciudadanos.
Después de la audiencia pública, el 12 de julio de 2004, el juez dispuso también la custodia permanente del predio con fuerzas de seguridad y emplazó a la empresa “Irala 2000” a retirar todas sus pertenencias —donde algunas organizaciones sociales del barrio que propulsaban hacer vivienda en el sector no se presentaron y no hubo controversia—, se votó en segunda lectura la ley y la Legislatura la sancionó definitivamente, el 16 de septiembre, por unanimidad (también 41 votos).

M. B.: Algunos pormenores que resultan mayores: ¿cómo se involucran Uds. con Diseño participativo?
S. C.: Diseño participativo es un programa de la ciudad que, digamos, nosotros activamos por primera vez en el ámbito legislativo. Coordinamos con ellos los lineamientos generales —especies autóctonas, uso público de acceso irrestricto, apertura de calles, etc.— y se realizaron dos jornadas en las que participaron más de 70 vecinos, fue una experiencia muy enriquecedora. En la primera reunión presentamos los lineamientos generales que ya te detallé agregando las rejas, no porque ideológicamente las aprobemos sino por un sentido práctico, ya que la vecindad con la cancha de Boca deja expuesta a la zona los días de partido.

M. B.: ¿Cómo acceden a la Corporación Buenos Aires Sur?
S. C.:
A la Corporación la designa el GCABA como realizador del proyecto porque es un ente más expeditivo sin tanta traba burocrática y existía nuestra presión para que se llevara a cabo el proyecto en tiempo y forma. Pero la relación empezó mal porque nos citaron en Palermo con presuntos referentes que se habían opuesto al proyecto y nos pusimos de punta exigiendo respeto por lo ya transitado. Salvada esa primera desprolijidad pudimos mancomunar esfuerzos y nuestra dureza quedó para el anecdotario.

M. B.: Después del entredicho ¿cómo se pusieron en movimiento?
S. C.: Llamaron a licitación. La primera, la Corporación la impugnó por clara connivencia empresaria para elevar los precios. Amenazamos con presentarnos los vecinos desocupados del barrio y exigir que lo realice el GCABA con personal de planta, algo que nos excedía, pero sirvió para que se pusieran a tono. En la segunda ganó la empresa OBRANT S.A.-COYM S. A. UTE con una presupuesto de algo más de dos millones y medio de pesos y con un plazo de ejecución de la obra de 150 días corridos. Vale decir que debía estar terminado para el 28 de diciembre de 2005. Finalmente las obras comenzaron oficialmente el 1º de agosto de 2005. Y recién se pudo inaugurar en octubre del año pasado.

M. B.: Hablame de los actores de esta hazaña barrial.
S. C.:
Bueno, a la comisión decidimos llamarla “Comisión de Vecinos de Irala y Adyacencias”, para involucrar todo el entorno. Recién formalizamos la entidad hace un par de años, dado lo avanzado del proyecto y para facilitar nuestra participación en algunos ámbitos y otros trámites. Nunca nos constituimos ante la IGJ (Inspección General de Justicia) porque nos manejamos a pulmón, sin dinero. La gente, en general, está dispuesta a participar ante la protesta, pero retacea su concurrencia para la tarea aburrida del papeleo y el seguimiento de los trámites. Con decirte que los permanentes somos sólo cuatro o cinco y contamos con otros tantos, digamos, asiduos. Esto no significa restarle mérito a la presencia masiva. Cuando fue necesaria, la hubo.

M. B.: ¿Cómo es el nombre actual del parque?
S. C.: Todavía no fue bautizado oficialmente pero ya presentamos el proyecto en la Legislatura. Lo de Flora Nativa queremos que forme parte del nombre. En el lanzamiento de la Iniciativa Popular ya hicimos referencia a llamarlo Parque Quinquela para homenajear al artista como “vecino símbolo” preocupado por su lugar, y las donaciones y obras que él hizo en su barrio: La Boca.

(*) Beatriz Baltroc, Mónica Bianchi, Fernando Cantero, Rubén Devoto, Tomás Devoto, Diego Kravetz, Vilma Ripoll, Ana María Suppa, Juan Manuel Velasco, Norberto La Porta, Laura Moresi, Milcíades Peña, Fernando Melillo, Roy Cortina, Claudio Ferreño, Ariel Schifrin, Eduardo Lorenzo Borocotó, Carlos Amejeiras, Alicia Caruso, Julio De Giovanni, Jorge Giorno, Silvia La Ruffa, Mirta Onega, Marina Pérez, María F. Polimeni, Francisco Talento, Marta Talotti, Daniel Betti, Héctor Bidonde, Sandra Dosch, María Eugenia Estensoro, Sergio Molina, Jorge San Martino, Susana Echegoyen, Patricia Flores y Fernanda Ferrero.



El monumento a Lisandro de la Torre

Lisandro de la Torre fue el fundador del Partido Demócrata Progresista, defensor de los intereses de los pequeños y medianos productores ganaderos, opositor a Hipólito Yrigoyen, después del golpe de Estado de 1930 alió a su partido con el socialista para enfrentar en las elecciones de 1932 al candidato de la Concordancia conservadora: Agustín P. Justo y denunció en el Senado de la Nación los negociados de la carne (frigoríficos) derivados del Pacto Roca-Runciman.
El debate de las carnes tiene un violento episodio con el asesinato del senador electo (demócrata progresista) Enzo Bordabehere en 1935. La polémica de las carnes (renunció a su banca en el Senado) y su enfrentamiento con la Iglesia Católica con la cual también tuvo un enconado entredicho, terminaron llevándolo al suicidio en 1939.
Lisandro de la Torre tiene su monumento en Buenos Aires. Se levanta en una pequeña plazoleta en la intersección de las calles Presidente Roque Sáenz Peña (Diagonal Norte), Esmeralda y Juan Domingo Perón. Fue inaugurado el 19 de mayo de 1973, en los últimos días de la dictadura de Lanusse, ya triunfante Héctor J. Cámpora en las elecciones del mes de marzo y a pocos días de su asunción como Presidente. El monumento comprende un basamento de hormigón armado, fundado sobre hormigón común y mampostería, constituido por un respaldo elevado, terminado en hormigón martelinado y el pedestal totalmente revestido con granito gris de Cosquín. El respaldo elevado presenta en su parte posterior dos bajorrelieves alegóricos de granito gris, y en su parte inferior una fuente revestida en el mismo material, dotada de equipo para recirculación permanente del agua, con dos vertederos de bronce, e incluyen, asimismo, dos leyendas alusivas con letras de bronce. Sobre el pedestal ubicado en la parte frontal del respaldo se levanta la figura, fundida en bronce estatuario, de Lisandro de la Torre. El conjunto escultórico está delimitado por una acera de casetones de granito desgrosado y las dimensiones máximas del monumento en planta se extiende a 2,65 x 2,35 metros con altura de 5,60 metros (...) La obra se adjudicó al escultor Carlos de la Cárcova por fallo unánime del jurado en 1965. El 29 de julio de 1969 se dispuso la ubicación del monumento y el 29 de diciembre de 1971 se firma el contrato para iniciarlo (1).
Si bien la decisión de levantar un monumento a Lisandro de la Torre había sido adoptada por el Congreso durante la presidencia de Arturo U. Illía, fue la dictadura iniciada por Juan Carlos Onganía la que llevaría adelante el proyecto, en particular durante la presidencia de Alejandro A. Lanusse. En la materialización de este proyecto no eran ajenos los planes de la dictadura a nivel político ideológico. El Partido Demócrata Progresista integrándose en la Fuerza Federalista Popular había postulado a la presidencia a la fórmula Manrique-Martínez Raymonda. El primero había sido ministro de Bienestar Social de Lanusse y cuando se inauguró el monumento, ya triunfante el peronismo tras las elecciones de marzo, no se escapó en los discursos inaugurales de los representantes del lanussismo una hipócrita “defensa de la democracia y la libertad” frente a la “intolerancia” peronista. Pero desde el Partido Demócrata Progresista, el sector disidente encabezado por Juan Carlos Molina denunció las maniobras de la dictadura. Señaló éste que el Partido Demócrata Progresista había traicionado a Lisandro de la Torre por su aventurerismo político. Los ideales democráticos del fundador del partido habían sido dejados de lado por una dirección funcional al lanussismo. A Lisandro de la Torre le tocó vivir los últimos años de su vida frente al desarrollo del fascismo y lo calificó de una contrarrevolución de las clases poderosas con el pretexto de la lucha anticomunista, para aniquilar a la clase media y corromper a las clases proletarias (2). En cuanto al estado actual del monumento solo parcialmente refleja aquél que fuera inaugurado en 1973.

Miguel Ruffo

NOTAS:
(1) “La Nación”, 19 de mayo de 1973, pág. 9
(2) “La Nación”, 20 de mayo de 1973, págs. 9-10




Nuestra danza porteña
Cuando el tango llega a los recetarios

Los efectos terapéuticos de la danza se remontan a los tiempos prehistóricos, cuando el hechicero de Cro-Magnon invocaba mágicos encantamientos y ejecutaba danzas rituales para ahuyentar a los espíritus del mal que se escondían en el cuerpo del enfermo.
Miles de años después, antropólogos y fisiólogos desarrollaron más de una teoría en torno a sus orígenes. Teorías que atribuyen al sonido rítmico la puesta en marcha de un reflejo neuromuscular originado en el hipotálamo; o las que argumentan que la danza refleja el ritmo de los procesos biológicos, los latidos del corazón y la respiración.
Sean cuales fueren los procesos fisiológicos, entre la mayoría de las sociedades primitivas, la danza sirvió para expresar la unidad y fuerza de la tribu, así como para constituir un elemento poderoso en los rituales de magia, propiciación e invocación. Las danzas primitivas celebraban acontecimientos importantes, tales como el nacimiento, la pubertad, el cortejo, el casamiento, la enfermedad y la muerte. Tanto se ejecutaban danzas para sanar a los enfermos como para lograr la comunión con espíritus demoníacos o antepasados.
Entre los griegos, Pitágoras —llamado “padre de la terapia musical”— fue quien dedujo que la misma música que calmaba los ánimos de un solitario pastorcillo en una lejana isla llegaba a los límites más extremos de las esferas celestiales. Platón fue quien recomendó que se buscara la salud del cuerpo y de la mente en la música y la gimnasia. Pero ha sido Aristóteles quien atribuyó el efecto benéfico de la música a una “catarsis emocional”, sentando así las bases para la investigación moderna de los efectos que produce la música sobre los instintos y las emociones.
Dado que el denominador común de toda vida es el movimiento -aun cuando descansamos el corazón sigue latiendo y los pulmones trabajando-, la danza, lejos de estar contraindicada, bien puede llegar a actuar como coadyuvante en el tratamiento de determinadas patologías. La respuesta al sonido rítmico a través del movimiento del cuerpo es una característica básica que se encuentra en todos los hombres. La música y la danza, si bien no constituyen per se medicamentos capaces de curar, cuando se combinan con la psicoterapia y otros métodos terapéuticos pueden llegar a representar valiosos agentes capaces de apoyar y acelerar el proceso de curación.
A través de serios estudios llevados a cabo en distintas partes del mundo, se ha podido determinar que la música estimula todas las funciones relacionadas con el metabolismo y con las glándulas de secreción interna, estableciéndose con ello una base fisiológica para el empleo de la música y la danza en el tratamiento de ciertas enfermedades.
Ambas, en general, pueden llegar a liberar al paciente de tensiones emocionales o mentales motivadas por preocupaciones o disgustos, teniendo en cuenta que, el mayor valor de la danza, en determinados casos, reside en su ilimitado potencial como agente “resocializador”.
En un reciente estudio sobre los efectos de la danza en personas de la tercera y cuarta edad, realizado en la Universidad Mc Gill, de Montreal, Canadá, la doctora Patricia Mc Kinley afirma que bailar el tango es tan saludable como hacer gimnasia. Los logros obtenidos, además de reconfirmar que se trata de un ejercicio que ayuda a combatir el sedentarismo, fueron los de mejorar la motricidad y la coordinación de los movimientos, dando así una mayor seguridad en la marcha.
En la página 12 del diario “La Razón” del 13 de noviembre de 1913, se hace referencia a un curioso informe de la Academia de Medicina de Francia, que dice: “Desde el punto de vista de la educación física esta danza (el tango) tiene sobre todas las otras creadas desde veinte años a esta parte, la ventaja de hacer trabajar más el cuerpo y los brazos, forzando las flexiones y las extensiones alternativas de la musculatura de la región lateral del torso, las extensiones de los músculos de la región anterior del pecho con fuerte proyección de los hombros hacia atrás, las extensiones de los grupos lumbares y abdominales laterales...”, etc. El comentario concluía así: “De modo, pues, que en adelante, los médicos franceses prescribirán a los niños débiles para alternar con los baños de mar, tangos a toda hora”.
Muy lejos están estas observaciones (y conclusiones) de las que publicara en un periódico parisino el escritor y periodista francés Maurice Dekobra (1885-1973), autor del libro “Mon cour au ralenti”, quien combatió al baile del tango diciendo que: “...arruga el cutis y envejece. La preocupación de dar un paso contrae las facciones; una arruga se forma en la frente, entre los ojos, y la ‘pata de gallo’ se diseña en cada movimiento. El despecho, cuando no se ha avanzado el pie al compás, marca un pliegue de amargura en los costados de la boca, que no se borra muy fácilmente”. El cuello, según Dekobra, tampoco se libra de los “desastres” del tango: “... al dar vuelta la cabeza demasiado a menudo, el collar de Venus vuélvese un horrible surco”. (“La Razón”, Buenos Aires, febrero de 1914)
Por otra parte, el baile del tango ha demostrado, además, ser un buen aliado en la prevención de ciertas afecciones cardiovasculares. El corazón, que antes pertenecía al dominio exclusivo de los enamorados y poetas, ha pasado a ser preocupación de la mayor importancia científica en el campo de la medicina; el alfa y el omega de la vida, que comienza a latir cuando el embrión tiene sólo tres semanas y no cesa de pulsar hasta su muerte.
¡El corazón! El más cantado de los órganos del cuerpo humano.
¡El corazón! Cuyos vínculos con el espíritu persisten no solo en la literatura universal, sino también en las letras de muchos tangos. En las obras de Shakespeare existen infinidad de alusiones a este órgano; la palabra corazón figura en los títulos de 583 tangos (según me informa Omar Granelli). Y baste ahora con recordar solo tres: “Corazoncito”, “Corazón de papel” y “Corazón, no le hagas caso”.
El tango-danza, como terapia, que ha demostrado actuar mejorando la tolerancia al ejercicio y la calidad de vida, ha llegado a los recetarios.
Los que aún no se han enterado y lo siguen bailando con apasionamiento en los clubes de barrio y en las academias nos recuerdan a un personaje de Moliere: están haciendo terapia y, en algunos casos, rehabilitación, sin saberlo.

Luis Alposta



Marcos Silber: Honrar lo poético

Marcos Silber nació en 1934. Ha editado más de catorce libros, pero Marcos no es amigo de cantidades y grandes enumeraciones, entonces sólo nombro los últimos: Suma poética, Primera persona, Boca a boca, Cuaderno del Resucitado, Thrillers (Historias en “16”). Nunca lo escuché hablar de su poesía, de su trabajo, corre por parte del interesado pedir la posibilidad de la lectura de algún original; en cambio, mucho es lo que escucho cuando Marcos gusta de hablar sobre la escritura, sobre los detalles de su filosofía, de su manera de entenderla y respetarla; en esos momentos Marcos habla cómodo, y sobre la mesita de su casa o en la mesa de un café, acomoda su juego apasionado. Dueño de una capacidad de reflexión notable, Marcos Silber es un pensador con ideas claras, ideas que apoya sobre una vida vivida a conciencia (y esto no se obtiene mandando un mensaje de texto al número de los dioses y los diablos de la fortuna), una vida al margen de la figuración. Marcos Silber a salvo de ataques de ego, siempre con tiempo para interesarse en el trabajo de los demás, siempre con la palabra de aliento a mano y sí, siempre, cuidando de la escritura, de esos trazos que tienen tanta importancia, tanta como tener algo para decir o para contar, y que se juegan en el color de la elección de una postura ética y estética que será fundacional. De esos trazos en el paisaje puede nutrirse el andamiaje de la escritura posible, que para nada es sólo una feliz, simple y límpida relación con las palabras.
De Marcos podría decir que ganó premios, que fue invitado a festivales internacionales de poesía, que es miembro de sociedades y que ha recibido faja de honor, luego, hacer otra enumeración, pero que esos datos se guarden en la solapa de cualquiera de los libros del poeta que recibió el Primer Premio Municipal de Poesía, bienio 1998/99.

Marcos Silber, poeta, desde cuándo y por qué, si es que es posible determinar el origen de la escritura, de sospechar sus disparadores en lugares, lecturas o escritores...

Desde siempre. Primero de modo ingenuo, repentista, casi primitivo, sin sospechar ni entrever cómo seguiría la película. En la cocina grande de la casona, mi madre me sirvió los platos más suculentos de la dieta literaria. Muchas veces sin alcanzar mi comprensión, pero donándome un cúmulo de sensaciones auditivas/sonoras de gran intensidad emotiva. Ritmo, color, vuelo; composición arquitectónica del cuerpo de las palabras. Me enseñó a conmoverme. Me mostró el rostro de la vida y aun de la muerte. Me enriqueció. Luego sería la propensión por el asombro, la vocación por el ensueño, el deslumbramiento por la belleza. Al fin, la conciencia que da nombre a la pasión creadora. Aunque acosado por el pudor y la resistencia para el propio reconocimiento. Ahora mismo, andá al banco como poeta a pedir un crédito o postulate sin ocultar tu vocación para un empleo. ¿Te tranquiliza que tu hija se case con un poeta?, pedestre el ejemplo, pero válido. Infinidad de veces lo dije, también escribo por venganza. Escribo a dos manos, la mía más la de mi viejo analfabeto.
Una vez abierta la puerta al sismo inextinguible de la poesía, todo, absolutamente todo será visto por el ojo creativo de la poesía que va por el mundo conocido y soñado para regresar con un mundo reinventado. Todo, casos y cosas, todo impacta sobre la razón y se proyecta en lo emocional. Sobre todo el afuera que espeja el adentro mío; la soledad, el miedo, la pérdida, la injusticia, lo existencial, el sentimiento trágico de la vida. Bueno, todo lo que cabe adentro de los dos términos de la única y válida ecuación: la vida y la muerte.
Los escritores llegaron, comenzaron a entrarme y a ser parte de mi respiración los provistos en la cocina de mi infancia y luego todos aquellos que me abrieron las compuertas para el registro de la palabra encantada.

Qué decir de la generación de los poetas del 60... cómo recordás la época, las buenas y también las malas, cuando los asesinos se sacaron la careta...

Una generación inquieta, soñadora y bulliciosa. El cuadro de situación internacional, sobre todo los sucesos en América Central, Cuba en especial, encendieron un faro ineludible y nos instalaron en el centro de la tormenta. La participación fue cuantitativa y muy importante en todas las disciplinas; en la poesía fue aluvión. Un hecho importante al menos como fenómeno cultural. El tiempo tamizaría lo que iba a sostenerse y lo que se detendría y agotaría en el afán de expresión de deseo. Lo bienintencionado no es suficiente ni es en sí un valor estético. En el país se agudizaron las contradicciones, pero éramos jóvenes y ello suponía invencibilidad, triunfalismo, optimismo a ultranza. La historia no nos respondió, entre otras cosas, porque evaluamos de modo excluyente el dato económico social y no reparamos como se debía en la condición humana con sus ingredientes de factor subjetivo. La vidriera capitalista pudo más que el grado de desarrollo de la conciencia colectiva.

No existen recetas para la escritura, cada uno encuentra su camino, su método para entrarle a las palabras, ¿cómo es que Silber se acerca al momento de la escritura...?

No sé que existan. No hay metodología recomendable ni recetas magistrales. Hay un reloj biológico, y también, creo, hay uno creativo, con sus tiempos y sus alarmas.
Cuando la cosquilla de la inquietud, la zozobra, un excitante despertar más la sensación de levantar vuelo se dan cita es porque la diosa generadora de la escritura está golpeando las puertas y abre, ordena y dicta. Entonces sobrevendrá el júbilo liberador. Poner afuera el embrión de borrador que va a la incubadora donde será atendido, abordado, corregido y enriquecido para salir a la pública consideración.

Cómo ves el panorama entre los escritores que trabajan a la sombra del sistema editorial, el costado marketinero de las editoriales es conocido, pero no tanto el oculto, pensás que hay valores reales entre la gran bulla generada alrededor de la escritura, cuando en muchos talleres, en demasiados quizá, parece que destaca la idea de que cualquiera puede transformarse en escritor en cinco minutos y con cuatro líneas de genialidad dudosa, ¿cuál es tu experiencia?

No es novedad, las grandes editoriales son negocios, mercantilismo, apenas camuflado con el barniz de la cultura. Ahí tenés la feria del libro, el gran shopping, dirigido ante todo al consumidor, no al lector.
Felizmente una gran cantidad de editoriales apuestan a la edición y difusión de títulos extramarketineros. De estos escritores, algunos perdurarán, los que logren reunir lo profundo con lo trascendente, con lo bello, con lo original. Recordemos que el primer libro de González Tuñón lo editó Manuel Gleizer, el más bohemio de los editores. Y nombrar a Manuel Gleizer es honrar lo poético, la mayor apuesta al pensamiento desinteresado.
En cuanto a los talleres literarios, bueno, hay orientadores honestos, creíbles, idóneos; y están también los otros, los eternos oportunistas, profesionales del rebusque. No es fácil juzgar. El límite de la libertad, y Brecht agregaría también la honestidad, es la necesidad. ¿Y la responsabilidad del sistema?, oculto en la nebulosa de la confusión general, ¿acaso no se trata de un sistema perverso que condiciona el ejercicio de la decencia?
De todos modos no hay que alarmarse. No es lo peor que todo el mundo elija ser escritor, al menos resulta positivo y más sano el que nadie admita ser esclavo.

Edgardo Lois


Carta desde París

Hace algunas semanas tuve la ocasión de viajar a Buenos Aires. Nunca antes había estado. Viajé desde París, Francia, donde nací y donde vivo, a pesar de mis lazos familiares con América Latina. Tenía una idea precisa. Me la había inspirado una canción que, desde épocas remotas, me cantaba una mujer querida. Durante esa corta estadía me dediqué a pasear (bajo la lluvia, que puede ser tremenda en Buenos Aires, cosa que no sabía), especialmente por las calles del sur porque de ellas hablan los tangos que aprendí a querer en los discos de pasta que escuchaban mis padres. Un sábado a la mañana llegué a Boedo. Tenía “cita”. Amigos muy queridos me habían hecho llegar una nota en la que el Tata Cedrón hablaba de su nuevo barrio, de sus habitantes y, entre ellos, de un grupo que se reunía todos los sábados por la mañana en Boedo al 800. En el “Margot” para ser más exactos. Así fue como me fui al Margot una mañana de marzo en la que, milagrosamente, no llovió. Ese día pude ver con mis ojos que todo era cierto. Había un puesto en la esquina, junto a la vidriera del café, y tres señores detrás de ese puesto hablaban con la gente que se detenía a mirar los libros expuestos, que en su gran mayoría contaban historias de la ciudad. Uno de ellos me arrimó un periódico que leí en el avión de regreso. Y al haberlo leído, al haber presenciado la escena de ese sábado matinal, con su alegre aglomeración de familias enteras, paseando con las bolsas de compra, y con todos los hijos, y los coches de los hijos, no puedo sino agradecer la iniciativa de todos y cada uno de los que participan en ese trabajo, en ese periódico llamado “Desde Boedo”. No sé, no estoy segura de tener la palabra justa, pero quisiera decirles que estamos viviendo momentos muy duros en Francia, momentos en que la palabra “popular” ha caído prácticamente en desuso, y cuando se la evoca, generalmente, suena a insulto. Por eso, es bueno saber que en un lugar del mundo, precisamente desde Boedo, hay quienes se empeñan en no darse por vencidos, en recordar lo necesario, en rendir homenaje a quienes recorrieron anteriormente esas mismas calles, pero a la vez, sin dejar de pensar, de cuestionar todas las grietas de las que está hecha el presente. Probablemente no estará en ningún diccionario de etimología pero para mí la palabra popular significa “hecho a mano”, “hecho con voluntad”, con voluntad de estar juntos, con voluntad de compartir con la gente, alegremente, estoicamente, también todos los sábados por la mañana. Y eso es lo que les comenté a mis alumnos un día lunes al volver a clases. Por último, quisiera decirle al señor Tata Cedrón, a quien divisé ese día junto a su hijita y a su señora, en compañía de muchos amigos que pasaban, se sentaban, se iban, para que otros pasaran y se sentaran, que la canción que me llevó a Buenos Aires se llamaba “La calle del agujero en la media”, y que si bien el poeta* dice que esa calle está en cualquier lugar, a mí se me hizo la vida entera que estaba en Buenos Aires. Y eso fue lo que yo fui a buscar. También quisiera decirle que sin conocer cabalmente las lógicas que llevan a las grandes, medianas y pequeñas distribuidoras a preferir (a menudo) otro tipo de música, la suya se encuentra (en mi modesta opinión de profesora de español en un liceo francés) entre las más necesarias. Porque su obra no sólo se distingue por su increíble belleza musical sino también porque abarca consigo muchas otras obras. La poesía que él distinguió, probablemente porque se le dio la gana, es como un puente que nos une a todos nuestros pasados, a todos nuestros posibles orígenes, reales o inventados, y nos habla también de todo lo que podríamos haber sido, de todo lo que aún podemos ser.
puesto en la esquina, junto a la vidriera del café, y tres señores detrás de ese puesto hablaban con la gente que se detenía a mirar los libros expuestos, que en su gran mayoría contaban historias de la ciudad. Uno de ellos me arrimó un periódico que leí en el avión de regreso. Y al haberlo leído, al haber presenciado la escena de ese sábado matinal, con su alegre aglomeración de familias enteras, paseando con las bolsas de compra, y con todos los hijos, y los coches de los hijos, no puedo sino agradecer la iniciativa de todos y cada uno de los que participan en ese trabajo, en ese periódico llamado “Desde Boedo”. No sé, no estoy segura de tener la palabra justa, pero quisiera decirles que estamos viviendo momentos muy duros en Francia, momentos en que la palabra “popular” ha caído prácticamente en desuso, y cuando se la evoca, generalmente, suena a insulto. Por eso, es bueno saber que en un lugar del mundo, precisamente desde Boedo, hay quienes se empeñan en no darse por vencidos, en recordar lo necesario, en rendir homenaje a quienes recorrieron anteriormente esas mismas calles, pero a la vez, sin dejar de pensar, de cuestionar todas las grietas de las que está hecha el presente. Probablemente no estará en ningún diccionario de etimología pero para mí la palabra popular significa “hecho a mano”, “hecho con voluntad”, con voluntad de estar juntos, con voluntad de compartir con la gente, alegremente, estoicamente, también todos los sábados por la mañana. Y eso es lo que les comenté a mis alumnos un día lunes al volver a clases. Por último, quisiera decirle al señor Tata Cedrón, a quien divisé ese día junto a su hijita y a su señora, en compañía de muchos amigos que pasaban, se sentaban, se iban, para que otros pasaran y se sentaran, que la canción que me llevó a Buenos Aires se llamaba “La calle del agujero en la media”, y que si bien el poeta* dice que esa calle está en cualquier lugar, a mí se me hizo la vida entera que estaba en Buenos Aires. Y eso fue lo que yo fui a buscar. También quisiera decirle que sin conocer cabalmente las lógicas que llevan a las grandes, medianas y pequeñas distribuidoras a preferir (a menudo) otro tipo de música, la suya se encuentra (en mi modesta opinión de profesora de español en un liceo francés) entre las más necesarias. Porque su obra no sólo se distingue por su increíble belleza musical sino también porque abarca consigo muchas otras obras. La poesía que él distinguió, probablemente porque se le dio la gana, es como un puente que nos une a todos nuestros pasados, a todos nuestros posibles orígenes, reales o inventados, y nos habla también de todo lo que podríamos haber sido, de todo lo que aún podemos ser.
Desde París, muchas gracias por su atención.

Amparo Hidalgo

(*) Raúl González Tuñón



POEMA:
Es Todaniebla

Todaniebla es el nombre que a la niebla convino:
los que la bautizaban nacieron en domingo.
Su edad, la que se mide con vara de jacinto.
Su patria, Buenos Aires, junto al río.

(Es de números torpes afirmar si en balanza
ha pesado su tierra.)
Todaniebla quería
levantar cuatro barrios junto al río:

uno donde habitara sin adioses
la movediza primavera,
y uno en que para siempre

desmontase el invierno
de su yegua mojada,
y uno para el otoño, y uno para el estío.

Leopoldo Marechal





EDITORIAL
Un socialista
[...] los proyectos están basados en informaciones claras y terminantes proveídas por los propios organismos oficiales dependientes del Poder Ejecutivo de la Ciudad. Tengo en mi poder una declaración del Registro de la Propiedad Inmueble en la que ya en el año 1971 se señalaba la conveniencia de que este predio fuera convertido en una plaza, atento al déficit no sólo de la Ciudad de Buenos Aires en materia de metros cuadrados de espacio verde por habitante, sino también y particularmente del barrio de Boedo, afectado por no contar con ninguna plaza ni con ningún espacio verde.
Quiso el destino que estas palabras —parte de las que Norberto La Porta pronunció en el recinto de la Legislatura en defensa de la plaza para Boedo— fueran las últimas oficiales en su función de legislador de la ciudad. Las que le valieron —también— un último disgusto: el de las amenazas sufridas provenientes de un exaltado grupo de la Catedral de la Fe. El receso legislativo y el agravamiento de su dolencia marcaron el final.
El comienzo había sucedido hace 68 años en Parque Chacabuco. Un maestro que estudió Derecho y que dio —en 1989— al Socialismo la satisfacción de obtener representación, como concejal, luego de 23 años vacantes. Secretario de Medio Ambiente durante la gestión de Aníbal Ibarra —y luego legislador— fue candidato a jefe de Gobierno porteño por el Frepaso en 1996. Gestor de la unificación del PS, en 2002, continuó con su actividad de legislador y los cargos partidarios hasta su deceso.
Creyó en la socialidad del Socialismo. Y no se conformó con abrazar la teoría. En cada una de sus actividades políticas fue a la praxis. Y dio “bofetadas” lejanas de toda dialéctica oportunista a quienes se llenan la boca con el indiscriminado descrédito de los políticos. Demostró a sus pares cómo se puede ejercer la actividad sin desmedro de conducta y convicciones. Y dejó un envidiable saldo de obra y afecto. Un reconocimiento unánime, sin detractores, de su empeño y probidad. Sin fisuras.
Norberto La Porta fue una de esas personalidades que no necesitan la muerte como redención. Un luchador al que sólo la enfermedad, tras dura batalla, logró doblegar.

Mario Bellocchio



AGENDA DE
“CULTURA GRATUITA”

BAIRES POPULAR

Muestra: “Eolo Pons en el Margot”:
pinturas del prestigioso artista plástico. En el Café Margot de Boedo y San Ignacio.

Todos los sábados de 10 a 14: Mesa de publicaciones: ABC, Desde Boedo, Ediciones BP, Papeles de Boedo y otras publicaciones y ediciones barriales. En la vereda del café “Margot”. Material fotográfico (Boedo antiguo) de la colección “Desde Boedo”, restaurado por Mario Bellocchio.

Primer sábado de cada mes a las 17: presentación del ciclo Buenos Aires esquina Boedo, en Esquina Osvaldo Pugliese (C. Calvo esq. Boedo). Presentaciones, charlas e ilustración musical.

Entérese y participe de nuestras actividades culturales:
http://periodicodesdeboedo.blogspot.com
http://bairesp.blogspot.com

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VOLUNTARIOS DE PARQUE CENTENARIO Epuyen 544 - (alt. Díaz Vélez 4500) 4 982-5911 pcentenario@hotmail.com

http://voluntarios-parquecentenario.blogspot.com

Ciclo de Cine
Abril - Cine Latinoamericano - los jueves a las 20 hs.
Jueves 12: Machuca (Chile)
Jueves 19: El Método (Argentina)
Jueves 26: Madame Sata (Brasil)

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PROGRAMA CULTURAL EN BARES NOTABLES
Programa de “Revitalización de los Bares Notables”
de la “Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables”, que coordina la Subsec. de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Ciudad. Informes:
programacionbaresnotables@buenosaires.gov.ar

PULSO CIUDADANO (Tango)
Viernes 13, 19:00 HS
LA BIELA, Quintana 600, Tel.: 4 804-4135 / 0449

DUO DE ACADEMIA (Tango Instrumental)
Viernes 13, 23:00 HS
LAS VIOLETAS, Av. Rivadavia 3899, Tel.: 4 958-7387 / 88

ALEJANDRO BRITES Y CONJUNTO (Folklore Litoraleño)
Sábados 14, 18:00 HS
LA PERLA, Pedro de Mendoza 1899, Tel.: 4 301-2985

CICLO “FAMILIAS NOTABLES”
INES RINALDI (MADRE) JUAN CARLOS CUACCI (PADRE) ANITA CO (HIJA)
VIERNES 13, 19 HS - LOS 36 BILLARES
Av. de Mayo 1265 / 71 Tel.: 4 381-5696

ENTRADA LIBRE NO SE COBRA DERECHO A SHOW ENTRADA SUJETA A LA CAPACIDAD DEL LOCAL

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LEGISTANGO
EL TANGO Y LA POLITICA
El miércoles 25 a las 18.30 hs., 2do. Concierto del Ciclo “Legistango” en la Legislatura Porteña, Perú 160, Planta Principal, Salón San Martín. Organiza Vicepresidencia II, Dirección de Cultura.

Con las voces de: Marisa Eguía y Livia Comerci - Cantante invitada 2007: Beatriz Villar - Músico invitado: Baterista Martín González. Se distinguirá a la poeta y escritora Nélida Puig y a los periodistas Marina Inés Bussio de la Revista “Horizonte” y Tito Palumbo de la Revista “B.A. Tango”. Entrada libre y gratuita
Dirección general: Mario Valdéz.

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I.U.N.A. (Inst. Universitario Nac. del Arte)
Area de Folklore
“Talleres de extensión abiertos a la comunidad”
S. de Loria 443 - Tel: 4 956-0075/0168 –
E-mails:
confolk@hotmail.com
confolk_extension@hotmail.com

Danzas folklóricas argentinas I - Tango académico - Malambo y
zapateo para la danza - Folklore integral para niños - Danzas brasileras - Interactivo de la danza folklórica - Guitarra - Danzas peruanas - Tango de salón - Flamenco - Danzas folklóricas argentinas II - Danzas paraguayas - Técnica y análisis del movimiento - Danzas bolivianas - Charango I y II - Danzas tradicionales del litoral - Tango, milonga y vals - Técnica del movimiento para bailarines - Fantasías en bombo y boleadoras Percusión - Acrobacia - Guitarra - Canto Folklórico - Tejeduría aborigen - Violín
INFORMES E INSCRIPCION:
lunes a viernes de 13 a 20 hs. y sábados de 12 a 18hs.

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ESPACIO CULTURAL JULIAN CENTEYA
AV. SAN JUAN 3255 - Informes: 4 931-9667

Viernes 13 y sábado 14 - 21 HS. CICLO CIRCUITO TEATRAL.
INSTITUTO ARGENTINO SIGLO XIX. M. DEL VIAJERO

Viernes 20 - 19 HS. NINOT CHARLA Y EXPOSICION AUDIOVISUAL S/PINTORES INGLESES DE MEDIADOS DEL S. XX

Viernes 20 - 15:30 HS. ENSAYO ABIERTO DE LA ORQUESTA TIPICA EL AFRONTE,UOT (UNION DE ORQUESTAS TIPICAS).

Sábado 21 - 18 HS. OBRA DE TEATRO OID EL GRITO, GRUPO BOEDO ANTIGUO.

Domingo 22 - 18 HS. PEÑA FOLCLORICA LA GALPONERA

Viernes 27, sábado 28 y domingo 29 CICLO DE ANIMACION

TODOS LOS MIERCOLES Y JUEVES - 19 HS. CICLO DE CINE

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BUENOS AIRES PAISAJE CULTURAL
COMIENZA EL DOMINGO 1º DE ABRIL
Iniciativa conjunta de las subsecretarías de Patrimonio Cultural y Turismo del Gobierno porteño.

Visitas guiadas gratuitas en bus
Informes e inscripción: Subsecretaría de Turismo
Tel.: 4 114 5791, de lunes a viernes de 9 a 14.
Cupos limitados de 40 asistentes por visita (no se suspende por lluvia)

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LA ORUGA
Taller de periodismo y comunicación popular
Una oportunidad para construir un periodismo crítico desde la realidad del barrio de Balvanera y San Cristóbal - Gratuito:
Noticias - entrevistas - crónicas
Duración aproximada del taller: 3 meses.
Desde el próximo sábado 7 de abril
en la plaza de México y Jujuy a las 16hs.

Otros talleres: Encuentro de lectura - Dibujo y pintura
Informes e inscripción: laorugacolectivoautonomo@yahoo.com.ar
O en la Biblioteca pública de La Oruga: todos los sábados de 16 a 19 hs en la plaza de México y Jujuy.
Página web: www.laorugaweb.com.ar

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TEATRO LEIDO
Ciclo de presentación de las últimas obras del grupo de dramaturgos que integran Susana Torres Molina, Susana Gutierrez Posse, Susana Poujol, Víctor Winer, Héctor Lewy-Daniel, Jorge Huertas, entre otros, como teatro semimontado con actores como Rita Terranova, Carlos Belloso, entre otros.

Los 2os. lunes de cada mes en distintas bibliotecas públicas
Consultas: 4 811-0867 int.102 - ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

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CARPANI: ARTE Y COMPROMISO
Muestra Homenaje 10º Aniversario de su fallecimiento

RICARDO CARPANI: pintura, dibujo y escultura
Inauguración (de la muestra y la sala)
Lunes 23 a las 19 hs - Sala de Exposiciones del Palacio Legislativo - Perú 160 - Subsuelo

Organizada por la Dirección de Cultura, Vice presidencia II del Cuerpo a cargo del Diputado Miguel Talento, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural, presidida por la Lic. Leticia Maronese, Min. de Cultura GCABA.

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Presentación del libro “BS. AS. Y EL ROCK”
Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural, Ministerio de Cultura GCABA.
Presentación del libro de la Colección Temas de Patrimonio Cultural Nro. 18 “Buenos Aires y el rock”. Estarán presentes los autores y se proyectará un cortometraje sobre el tema.
Sábado 20, 21 hs. en la Feria del Libro.
Sala Roberto Arlt. La Rural. Pza. Italia

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BAIRES POPULAR - PRESENTACION
El sábado 14 de abril a las 19 hs se presentará en el Centro Cultural C. S. Viamonte, Austria 2156, el libro “Emilio López Arango, identidad y fervor libertario”, de Carlos Penelas.

El trabajo de investigación fue publicado recientemente en la colección Informes del Sur por Ediciones BP. La presentación estará a cargo del autor junto a Oscar Pereyra.

Como se recordará, López Arango, director de “La Protesta”, se opuso con firmeza desde las editoriales del diario a la acción violenta de Severino Di Giovanni. Por tal motivo fue asesinado. Después de más de setenta años la figura de Emilio López Arango, olvidada y distorsionada, regresa en una dimensión inédita.