11.4.08




Nº 73
Abril de 2008

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SUMARIO

Gasómetro
1929 - 1979: el desaparecido estadio, protagonista del medio siglo más brillante del centenario
Mario Bellocchio

Esteban de Luca. Poesía y revolución
Diego Ruiz

Defensa de la poesía
Carlos Penelas

Circuitos turísticos
De cómo lo mejor puede ser enemigo de lo bueno
Diego Ruiz

“El glorioso San Lorenzo”
(comentario del libro)
Enrique Escande

El monumento a Bernardo de Monteagudo
Miguel Ruffo

Mercado de Abasto
Sofía María Calomeni

Enrique Kaminsky (En memoria)
Diego Ruiz

La plaza
Patricia Roselló

Límites
(límite en altura de los edificios para lugares específicos del barrio de Caballito)

Peldaños
Hoy contamos con la más moderna escalera mecánica que pueden lucir los subtes de la ciudad.

Habitantes de la comarca inmóvil
Edgardo Lois

La mirada joven
Vos, yo y la voz grave
Pablo Bellocchio

Credibilidad
la credibilidad de los medios alternativos está subiendo

EDITORIAL
Re-tensiones
Mario Bellocchio

POEMA:
Orquesta de señoritas
Fernández Moreno

CULTURA GRATUITA
Actividades en la ciudad de acceso libre y gratuito



Gasómetro
1929 - 1979: el desaparecido estadio, protagonista
del medio siglo más brillante del centenario
Verano del 49. Ha sido un día sofocante. La fresca brisa de las alturas de avenida La Plata seguramente se meterá en la piel mezclándose con el amor futbolero. No es un partido cualquiera. O sí, en cuanto a fútbol. Porque los torneos nocturnos de verano no tienen más pimienta que un picado. Pero ¡qué placer el fresquito allá arriba en los tablones!
La sangría de las luminarias del 46 viene con anemia a cuestas. Menos mal que la transfusión cordobesa promete mejoras en los pies de Uñate y Martorelli.
Allí estamos con papá, en el fresco de la noche estrellada, cucurucho de maní en papel de diario, bajo las luces y sombras de las farolas del Gasómetro ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
O tempora! O mores! ¿Dónde estará el centro selectivo de momentos imborrables? Simples momentos que, sin embargo, atesoran los mojones afectivos con la facilidad que sólo concede el sedimento del almanaque.
Verano del 49. Hace veinte años que está en pie, ahí, en el centro de la ciudad. Se eleva como..., como un gasómetro(1) con su redondeada retícula de hierros.

Allá por el 28, septiembre del 28, se terminó comprando el terreno de la modesta canchita del 16 a los Onetto. Al galope largo de las conquistas futboleras del 23, 24 y 27 se vino la avalancha de asociados. Eduardo Larrandart como gestor y Pedro Bidegain, como fogonero y realizador de la obra, encararon la transformación. Y nació el gigante. El campo de juego rodeado por una sola tribuna que podía titularse como tal –la que daba a la calle Las Casas– debió ser desplazado unos treinta metros hacia el Este para dar cabida a los accesos y a los espaciosos tablones locales de avenida La Plata. La parte techada –central en la primera cancha– resultó trasladada al extremo Oeste y perduró allí, relegada de su anterior ubicación de privilegio. En 1937, pasó a ser historia y dejó su lugar a la recordada “Chiquita”, la tribuna más baja del estadio. Un año antes, cuatro torres estructurales fueron asentadas cerca de los banderines del córner para soportar el entramado de cables y farolas de iluminación. Y surgieron, como una novedad, el fútbol y los espectáculos de gran magnitud, bajo las estrellas.
Pero volvamos a 1930: en menos de un par de años la masa societaria se quintuplicó llegando a la inusual cifra de 15.000 asociados que disfrutaban de las instalaciones incluyendo el estadio de mayor capacidad: 73.400 ubicaciones contra 58.000 de River. De inmediato pasó a ser sede de los encuentros del seleccionado nacional debutando en 1929 con la Copa América que la AFA luce en sus vitrinas.
La crisis económica de fines de esa época y el golpe militar del 30 hicieron tambalear este crecimiento vertiginoso. Bidegain, el diputado nacional que presentara un anteproyecto para hacer el estadio de cemento, debió exiliarse en Montevideo y, posteriormente, padecer las aberrantes condiciones de prisión política en la Cárcel de Ushuaia, quizás el fermento de la enfermedad pulmonar que le costó la vida en 1933, tempranamente, a los 46 años de edad. Dejaba, sin embargo, la huella nativa de la casa del Club Atlético: el Gasómetro de avenida La Plata. Y un cúmulo de testimonios de su inquietud social madurada en largas charlas en el Dante como su activa participación en la fundación de dos instituciones protagónicas de la cultura: el Club Mariano Boedo –de reciente y lamentada desaparición– y la Universidad popular de Boedo. Decía Pedro Bidegain: “En un club grande e importante como el nuestro, donde se practiquen todos los deportes, habrá salvación para el alma y el espíritu. Yo lucharé hasta cristalizar en San Lorenzo ese milagro”. Y la semilla brotó a pesar del repecho de la abominable “hora de la espada”. Se fueron incorporando deportes y actividades sociales que acrecentaron aún más la masa societaria y sirvieron de escuela a las posteriores décadas de suceso en esas áreas, sembrando y conteniendo a varias generaciones reunidas en el marco formador y protector del deporte.
Quizá como nunca debería decirse que aquella estructura, que cuesta borrar de la retina, era el confortable hogar de una activa vida social –que excedía en mucho al fútbol– y aglutinaba a la sombra de sus tablones a la identidad barrial. En su derredor, las instalaciones deportivas y sociales se multiplicaron rivalizando en crecimiento con el número de socios incorporados. Surgieron la pileta olímpica, las canchas de basquet, la pista de patín, el salón de actos, las canchas profesionales de bowling, el polígono de tiro, sólo por nombrar aquellos ámbitos que se destacaban entre sus pares como instalaciones socio-deportivas. Podría aseverarse que los 30 fueron la siembra, no exenta de logros, de la brillante década del 40.
El Gasómetro fue testigo y palco avant scène de la primera conquista profesional en fútbol. En 1933 Lema, Baigorria, Fossa, Cividini, Pacheco, Brizuela, Corsetti, Accinelli, Magán, Gómez, Petronilho, Cantelli y Arrieta dieron la primera vuelta olímpica con la bandera azulgrana rozando las plateas bajas, aquellas recordadas y particulares ubicaciones al ras de la gramilla. Sólo un memorioso e infatigable investigador como Adolfo Res puede hacer la lista completa de quienes enaltecieron la vida deportiva y social de aquellos tiempos. Pero, seguramente, brotarían de esa verdadera guía telefónica un par de nombres, por lo menos, emblema de esos tiempos: Isidro Lángara –con el relumbrón de sus cuatro goles a River en el debut– y Delfo Cabrera desde una disciplina sin tablones ni domingos –el atletismo– con gloria olímpica.
En rápido desfile pasan las glorias de los campeones del 46, 59, 68, el bi del 72 y el 74, el último coronado en el Gasómetro. Farro, Pontoni y Martino, los Carasucias, los Matadores, Sanfilippo y el Bambino se mezclan en el torbellino del recuerdo rodeados por las glorias de los deportes federados que posicionan a San Lorenzo en la cumbre institucional donde relumbran el básquet con todos sus títulos de los 50 a los 70, la natación, el ajedrez, el atletismo, box, pesas, tenis, bowling, hockey sobre patines, patín artístico... y sigue el inacabable listado que no puede olvidar las célebres olimpíadas infantiles.

El cura Lorenzo no llegó a ser testigo de todas esas glorias. Sus retinas partieron extasiadas con los destellos del 46. En 1949, la piedra y alma fundacional y el mentor deportivo y, sobre todo, cultural de San Lorenzo, partió hacia la santidad de su credo. Lorenzo Massa nos dejó el legado de su obra al pie de los hierros del Gasómetro.

Un mes al año, con los estertores del verano, el estadio y su entorno reunían mayor concurrencia –y durante mucha más permanencia– que el más aguerrido de los clásicos de fútbol: los bailes de Carnaval. Los célebres “8 grandes bailes 8” hacían cesar toda actividad deportiva en las noches del fin de semana del complejo de avenida La Plata, donde se instalaba un gran escenario central, dentro del campo de juego, frente a la platea, y sucursales en el resto de las instalaciones. Así mientras Troilo, Pugliese, Di Sarli, D’Arienzo... y siguen las firmas, hacían delirar en un sector, los “Hawaian Serenaders”, “Santa Anita” y “Héctor y su jazz” tiraban síncopa a los pies de los bailarines de los 40. Luego vendrían Palito, Sandro..., y hasta Joan Manuel Serrat. Décadas de un liderazgo multitudinario de la serpentina al amparo del Gasómetro.

En los 40 se reafirmaron con vigor las actividades de los departamentos culturales de la mano de notables maestros como nuestro recordado Miguel Angel Caiafa. Escuela y ejercicio de la literatura, pintura, música y teatro –que se desplegaban en cantidad de actividades de todo orden–, se brindaban a la nutrida masa societaria como prestaciones incluidas en la módica cuota básica y con el enorme bagaje formativo y cobijador que significaba para la infancia y juventud barrial. El nivel académico del profesorado otorgó categoría de universidad popular al conjunto de cátedras que, inclusive, podían nutrirse en la completa biblioteca propia que ostentó records de consulta durante su época de vigencia (17.000 visitantes anuales en 1954).
A mediados de los 60 una notable creación –de Amanda Bernárdez– agregó un hito a la dedicación deportiva y cultural infanto-juvenil: el Centro Recreativo que incluía excursiones, colonia de vacaciones, apoyo escolar, cursos complementarios y hasta un “curso de líderes” para que los egresados pudieran colaborar con los profesores

El coloso de hierro y lapacho. Un alquimista no acertaría con esos ingredientes al milagro de la cohesión. ¿Quién podría apostar que en ese alambique se destilarían vapores que juntarían anarquistas con salesianos?
Sin embargo, aquella estructura que Bidegain puso en pie y fue cobijo deportivo y cultural, amparo de veteranos, cantera de campeones, escuela de formación infanto-juvenil, mojón edilicio, iba a ser –aunque de valor infinitamente menor al de una vida– el desaparecido 30.001 de los terribles años de la dictadura militar.
La siembra venía de antes, de fines de los sesenta cuando la Municipalidad le cedió a San Lorenzo los terrenos del Bajo Flores. El codiciado terreno de avenida La Plata pasó a ser el botín inmobiliario. Se creó, interesadamente, conciencia de que la ciudad moderna no admitía un estadio en un lugar que ya contaba con una ordenanza municipal que diagramaba la apertura de Muñiz y Salcedo –que las instalaciones interrumpían– donde solamente podrían elevarse “complejos habitacionales, no comercios”. El consenso generalizado de la dirigencia y las más importantes agrupaciones sanlorencistas era que “mejor vender ahora y con eso empezar en el Bajo Flores, antes de que nos expropien y seamos desalojados”. Desde diversos sectores con intereses en el negocio se difundió con éxito la idea de la prosperidad que le significaría a San Lorenzo la mudanza, una “situación similar a River” y su traslado a Núñez, cuando aquello era casi un descampado. Nada mejor entonces que elegir presidente a un empresario como Moisés Annan, lo indicado para una época de “negocios”. Un mes después de su asunción, en la asamblea del 12 de agosto de 1978, se instrumentó el comienzo estatutario de la “venta”. Y el 2 de diciembre de 1979 un San Lorenzo-Boca que terminó sin goles hizo sonar las últimas notas del Vals del Adiós. Gasómetro, nunca más...
Irónico: los “cuervos” nunca codiciamos ese cadáver. Ahí quedó a expensas de los yuyos. Con el cartel de Gancia extrañando algún pelotazo de Pizarro.
La Rapiña, entonces, comenzó a instrumentar el despojo. El “inefable” Gordo Muñoz, Juan Manuel Fangio, el querido “Chueco”, aprovechando su prestigio para actuar de Judas, contribuyeron al ingreso de Héctor Habib a la presidencia. Y él se encargó de la ejecución. Mundial –que desdeñaba cualquier otra cosa, hasta la masacre cotidiana– y quiebre económico de la institución por medio, el Gasómetro se vendió a una empresa fantasma que desapareció tan rápido como la ordenanza que disponía la apertura de calles y la asignación del predio a viviendas. Un supermercado cuyo logotipo es azul y rojo –vaya ironía– compró por una suma diez veces superior a la percibida por San Lorenzo en la intermediación.
Por años, hasta su demolición, en medio del oprobio del descenso, sobrevolaron allí las vivencias de medio siglo de historia de Boedo. Pascual Pérez le volvió a ganar a Dai Dower en el primer round como el 30 de marzo del 57. Boyé repitió el zapatazo que le dio el campeonato a Racing en el 51. Y miles de hombres y mujeres desfilaron para ver por última vez el entramado de sus hierros que los protegió en la infancia y juventud.
Hierro y lapacho. Coloso testigo del crecimiento de una comunidad a la que sirvió de faro-guía. Hoy al alzar la mirada en avenida La Plata al 1700 sólo se ve el cielo. Quizá los acostumbrados, en otro tiempo, a encontrarnos allí con su estructura, podamos atisbar entre las nubes a Lorenzo Massa, a Bidegain...
Medio siglo del centenario se lo lleva este recuerdo.
Mario Bellocchio

(1) En la primera mitad del siglo XX la ciudad tenía una inusual cantidad de instalaciones –que se usaban como depósito del gas de consumo domiciliario– llamados gasómetros. Los cambios de la tecnología de almacenamiento del fluido los empujaron a la categoría de estructuras voluminosas e inútiles. Sin embargo, aquellos viejos dinosaurios de los que hoy queda en pie el de avenida General Paz y Constituyentes, sirvieron, entonces, para el bautismo del viejo estadio del Ciclón.
FUENTES CONSULTADAS
* Adolfo Res; El Glorioso San Lorenzo; Bs. As., 2007.
* Alberto Deán; 100 Años de Pasión; Dos editores; Bs. As., 2007.
* Enrique Escande; Memorias del Viejo Gasómetro; Editorial Dunken; Bs. As., 2007.



Callejeando historia
Esteban de Luca. Poesía y revolución
Comentábamos en nuestro anterior callejeo que en algunos casos la nomenclatura de nuestras calles tiene cierta coherencia, tomando como ejemplo la continuidad de Lavardén con Esteban de Luca, a lo que tendríamos que agregar, a pocas cuadras, el similar caso de Monasterio-Matheu. ¿Por qué coherencia? Porque por uno u otro motivo todos estos personajes están relacionados y cuando la Municipalidad comenzó a nombrar estas calles, abiertas al compás del loteo de las antiguas quintas, convocó a comisiones de especialistas para la tarea, lo que se refleja en las Ordenanzas de 1893 y 1904, hoy bastante bastardeadas por múltiples agregados, cambios de nombre o –como Buenos Aires es grande pero tiene un número limitado de arterias– incurriendo en el supremo disparate de denominar calles por tramos.
Pero bueno, dejemos de denostar a los ediles y “homenajeómanos” de toda laya que han metido mano en nuestra sufrida ciudad y retomemos el hilo comenzando por el prócer más conocido, Domingo Matheu, catalán nacido en Mataró en 1765 que, como todos saben, integró la Primera Junta. No tan conocido es que también fue el primer director de la fábrica de fusiles creada por el Triunvirato, en 1811, en la zona donde hoy se alza el Palacio de Tribunales, tarea en la que lo secundó como contador Ambrosio Mitre, padre de don Bartolo. Y Angel Monasterio, nacido en Logroño –capital de la provincia de La Rioja en Castilla la Vieja– en 1777, fue a su vez el creador y primer director de la fábrica de cañones instalada en San Telmo en 1812. Ahora bien, ¿a qué se debía este repentino industrialismo bélico en esa aldea “agrandada” desde el 25 de mayo? Pues, precisamente, a que las revoluciones no se sostienen con buenos modales, sino a cañonazos, y no podíamos depender exclusivamente de la provisión de armas, uniformes y equipos que desde el primer momento nos vendió Inglaterra.
En este proceso desempeñó un papel destacado Esteban José Mariano de Luca, nacido en Buenos Aires en 1786 del matrimonio formado por el italiano Miguel y la porteña Juana María Magdalena Patrón, que estudió en el colegio de San Carlos –donde tuvo como condiscípulos a Manuel Dorrego y a Tomás Guido– y combatió en las Invasiones Inglesas como subteniente de Patricios. Fue uno de los tantos jóvenes que participaron en la Revolución de Mayo y el gobierno lo hizo capitán del Regimiento América, comandado por Domingo French y Antonio Beruti, la unidad más politizada y radicalizada de todo el ejército. Pero Luca tenía también otras inquietudes y el 15 de noviembre de 1810 Mariano Moreno le publica en La Gazeta una Marcha Patriótica, el primer himno revolucionario. Según Juan María Gutiérrez, estaba inspirada en una “Canción cívica” del español Juan Arriaza y Superiela, y comenzaba: “Sudamericanos,/ mirad ya lucir/ de la dulce patria/ la aurora feliz”. Pero en cuanto a influencias, deberíamos remontarnos a la Marcha del Ejército del Rhin, más conocida como la Marsellesa, punto de partida de una serie de himnos de batalla que con el tiempo, con el nacimiento o consolidación de los estados-nación en el transcurso del siglo XIX, se transformarían en himnos nacionales. La literatura de esos tiempos es fundamentalmente poesía épica que, en pleno auge del “neoclasicismo”, tomaba como modelo a los antiguos griegos y romanos. No olvidemos que la educación se basaba en materias humanísticas y en el estudio de los clásicos como Homero, Virgilio u Horacio, por lo cual los versos de esa época están plagados de Martes, Minervas y otros dioses que, más tarde, no dudarán en codearse con el Inca. Así, escriben sus obras fray Cayetano Rodríguez, Juan Cruz Varela, Juan Crisóstomo Lafinur, Juan Ramón Rojas o Vicente López y Planes, quien la víspera del 25 de mayo de 1812 compuso el primer verso y coro de una marcha patriótica que Luca recitó a la mañana siguiente en su casa de Venezuela 544 mientras Blas Parera le ponía música. Precisamente, la copia de dicha partitura que se presume autógrafa de Parera fue donada al Museo Histórico Nacional en 1916 por las nietas de De Luca.
Pero más allá de los versos, De Luca ingresó en la Academia de Matemáticas fundada por Manuel Belgrano y al poco tiempo, ascendido a capitán de artillería, pasó a colaborar con Monasterio en la fábrica de cañones. Se ve que aprendió bastante, pues en 1815 es designado a su vez director de la Fábrica de Fusiles sucediendo a Matheu y, al siguiente año, al frente de la Fábrica de Armas del Estado. Uno de sus trabajos fue la confección de dos pistolas con mineral meteorítico procedente del Mesón de Fierro, en Santiago del Estero, que fueron obsequiadas al presidente de los Estados Unidos, y otro la fabricación de 10.000 herraduras que San Martín reclamaba para las mulas del Ejército de los Andes. En 1823 fue designado secretario de la Comisión que viajó a Río de Janeiro a reclamar por la ocupación de la Banda Oriental y el 1º de marzo de 1824 regresó a Buenos Aires en el buque “Agenoria”, que encalló en el “banco inglés” en la noche del 10. Sin auxilio ni víveres, los tripulantes y viajeros construyeron tres jangadas para tratar de llegar a la orilla, en una de las cuales embarcó De Luca, pero nunca más se supo de él, desapareciendo en el río junto con sus papeles y obras inéditas. El gobierno destacó partidas para patrullar la costa sin resultado y, medio siglo más tarde, Olegario V. Andrade compuso El arpa perdida en recuerdo del episodio, donde lo llama “bardo gentil del arpa de oro”. En la obra de De Luca se cuentan, entre otras, las odas Al Superior Gobierno de estas provincias en loor de los valientes cochabambinos, A la victoria de Chacabuco, Montevideo rendido, A la victoria de Maypo, A la muerte del general Belgrano, etc., y la elegía Carmen. Pero también fue periodista en La Abeja Argentina y El Argos de Buenos Aires y lo que hoy llamaríamos un “animador cultural” como socio fundador de la Sociedad del Buen Gusto en el Teatro –para la cual tradujo el Filippo de Alfieri–, de la Sociedad Literaria y en las tertulias que organizaba en casa de su tío Tomás.
Decíamos al principio que estos personajes habían estado relacionados, más allá de vivir en la misma época y en el mismo medio. Lavardén fue nuestro primer dramaturgo y, como contábamos el mes pasado, cedió el paso como poeta a la nueva generación encarnada por Vicente López y Luca. Matheu, Monasterio y el mismo De Luca participaron en los primeros proyectos industriales independientes, en las fábricas de armas que garantizaron la permanencia de la Revolución. Y Angel Monasterio, que se había exiliado en Brasil por cuestiones políticas, al viajar a Montevideo para instalarse como comerciante murió en el naufragio de la fragata inglesa “Susana” frente a las playas de Santa Rosa.
Por suerte y con justicia la ciudad los recuerda. Matheu corre, entre Pichincha y Alberti, desde Rivadavia hasta Caseros, donde se continúa en Monasterio que, a su vez, transcurre hasta Mirave entre Manuel García y el paredón del Hospital Muñiz; un tramo, que se extiende desde Alvarado hasta el Riachuelo, fue renombrado Agustín Magaldi. De Lavardén ya hemos hablado, y su continuación hacia el norte, Esteban de Luca, corre desde Constitución hasta Caseros entre Deán Funes y Catamarca.
Diego Ruiz



Defensa de la poesía
Roberto, mi hermano mayor, me decía cuando yo tenía siete u ocho años, que no comprendía de qué se reía la gente ante el cine de Chaplin. La discusión en casa, es necesario comentarlo, giraba entre la genialidad de Charles Chaplin o la de Buster Keaton. Luego se hablaba de Harold Lloyd, de Groucho Marx, de la vanidad de Oliver Hardy o la necedad de Stan Laurel. De allí, recuerdo, el salto a Jacques Tati. A mí, debo confesarlo, me maravillaba Danny Kaye. Y el dúo Dean Martin-Jerry Lewis.
Chaplin tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor, dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad.
Chaplin explicaba: “Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado…”
Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que “en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades, sino que más bien están equivocados quienes buscan eliminarlas de nuestros tiempos…”
Mucho después, nuestro amado Spinoza escribió en su Tratado teológico político: “Es cierto que el secreto más grande y el máximo interés del régimen monárquico consisten en mantener a los hombres en el engaño y en esconder bajo el especioso nombre de religión el miedo con el que deben tenerse sometidos, para que combatan por su esclavitud como si fuese su salvación. Por otro lado se verá que en una comunidad libre, no se podría ni pensar ni intentar nada más funesto”.
Es curioso cómo se va cristalizando en el ser humano la dualidad que marcará el proceso ideológico y fáctico durante décadas e incluso siglos. Demagogos o dictadores llevan esas actitudes dúplices. Con el agravante de que lo hacen ante las mismas audiencias, plazas o seguidores. La gran masa le es fiel y no se detiene jamás en el análisis de sus frases o sus proyectos. Además, el poder tiende a la impostura, todo es más eficiente si se practica a oscuras, entre biombos, en alcobas o parques, en cotos lejanos. No es de extrañar que Mickey y Donald sean en estas horas idolatrados en China. O que las espadas toledanas se fabriquen en la tierra de Mao para que los turistas de todo el mundo se lleven un recuerdo ibérico, un aire del Cid, una bacía de Quijote. El obispo español Bernardo Alvarez, Tenerife, declaró que el abuso pedófilo se debe “a que hay menores que lo consienten”; acotando sin respirar “e incluso, si te descuidas, te provocan”. Por otro lado, en Corea del Sur, el noventa por ciento de la población tiene acceso a banda ancha. Eso significa que hay millones de usuarios obsesionados hasta casos de muerte frente a la pantalla. Crearon un complejo especializado (mitad campamento, mitad clínica terapéutica) para intentar recuperar a casi dos millones. Un dato, sin duda. Mientras tanto, bosnios y servios, judíos y palestinos, indios y paquistaníes, rumanos y polacos, alemanes y africanos, hacen lo suyo. Por estas razones el Times eligió a Putin “hombre del año 2007”. Y ahora se viene la copa africana de fútbol. Y desaparecen los genocidios y la mano pegada a la cartuchera, a lo Wayne.
Tanto en Quintiliano como en Cicerón la oratoria tenía un ideal, era alguien que enseña la virtud y trabaja por el bien del país. Había un interés humanista en sus teorías estilísticas. Erasmo, lo mismo que otros de su tiempo preocupados por la educación, utiliza la obra de Quintiliano como modelo de formar al hombre en la sabiduría y la virtud. La expresión que utiliza Quintiliano es la de que el orador ha de ser “un hombre bueno diestro con la palabra”.
Mi hermano mayor, obsesivo como todos nosotros, me llevaba al cine y me hablaba de Chaplin. Eternamente perseguido por la policía, era todo un símbolo de lo que representaba el orden. Chaplin supo contradecir el sueño americano y describir lo miserable y la miseria de los buscadores de oro. En la agudeza de su mirada el mundo poético. “En este mundo hay lugar para todos”, suelta el barbero judío como un mensaje de fraternidad en El gran dictador. La comedia burlesca me sigue apasionando. Como el recuerdo de aquellas tardes en el cine de barrio.
Carlos Penelas



Circuitos turísticos
De cómo lo mejor puede ser enemigo de lo bueno
En los últimos días se han multiplicado, a lo largo de la calle Defensa, los comercios que exhiben carteles tales como “liquidación total”, “nos vamos”, “nos mudamos”. Se trata en su mayoría de viejos locales de anticuarios medianos que, casi con seguridad, serán reemplazados por tiendas de ropa y artículos de cuero para turistas. ¿Qué está pasando? San Telmo era, hace poco más de treinta años, un barrio poco recomendable, con fama de inseguro y deteriorado en lo edilicio. Llegó a ser lo que hoy es a través de un largo proceso, iniciado cuando el arquitecto Peña llevó a la Plaza Dorrego a los artesanos y otras yerbas, desalojados por el gobierno militar de turno de la “feria hippie” de Plaza Francia. A lo largo de esas tres décadas se fue constituyendo un paisaje original, entremezclando tiendas de antigüedades de todo nivel, cafés y restaurantes y, quizá lo más importante, la feria callejera de los fines de semana. El impacto sobre el barrio se puede medir en el “boom” inmobiliario que ha llevado el metro cuadrado en San Telmo a similares niveles que en Recoleta.
Pero ese mismo florecimiento conlleva, evidentemente, sus riesgos. En los últimos años comenzaron a instalarse negocios dedicados, como dijimos, al turista, especialmente ropa y artículos de cuero. Y cuando decimos “al turista” es porque sus precios parecen salidos, verdaderamente, de Carnaby Street. Curiosamente, estos mismos negocios fueron los que han hecho campaña contra la feria callejera con carteles como “San Telmo es de los vecinos” y otras lindezas, sin percibir que en realidad la atracción turística son esos artesanos y artistas callejeros que en ningún caso compiten con sus rubros. Seamos sinceros, el turista viene a ver al contorsionista que se mete en la valija, a los bailarines de tango más o menos auténticos, a sacarse una foto con la pitón enroscada al cuello. Y, de paso, compra... Esos negocios son tributarios de la feria callejera, y no al revés.
Todo esto nos causa alarma pues lo creemos vinculado al proyecto del Gobierno de la Ciudad de peatonalizar Defensa desde la Plaza de Mayo hasta Plaza Dorrego. No nos extrañaría que ante esta noticia los propietarios hayan aumentado los ya astronómicos alquileres, forzando a los viejos inquilinos a abandonar sus tradicionales locales. Este tipo de medidas, seguramente destinadas a fomentar el turismo, deberían ser precedidas de un cuidadoso estudio del posible impacto económico y social. No sea cosa de que Defensa termine convertida en otra Del Valle Iberlucea que, en su tramo Suárez-Pedro de Mendoza, se ha transformado en una especie de bazar persa de tiendas y tiendas de ropa, con el añadido de color de algún sombrero a lo Maxera y parejitas de bailarines en cada esquina, disfrazados de Mireya y Gardel, para que japoneses y brasileños se saquen fotos. ¡Y eso en La Boca, barrio que ha sabido tener identidad como pocos! Una cosa es utilizar el patrimonio tangible e intangible o la identidad barrial para atraer el turismo, que es una industria perfectamente lícita y moderna, y otra destruir los mismos, creando barrios- “shopping” o “parques temáticos” urbanos, con su disneylandización o, peor aún, “lasvegas-zación”.
Por eso titulamos estas líneas “de cómo lo mejor puede ser enemigo de lo bueno”. Hay en danza varios proyectos en barrios como Boedo para generar “polos turístico-culturales” a los que, en principio, no nos oponemos. Pero sería lamentable que finalmente el vecino se viera expropiado de su avenida al ser reemplazados sus comercios históricos por una avalancha de tiendas para turistas en las que no podría comprar ni un alfiler. Hay numerosas maneras de revalorizar los barrios del Sur a partir de su patrimonio histórico, edilicio, artístico y simbólico, pero lo fundamental es tener en cuenta que detrás de cada barrio está su gente, que es la que mantiene mal o bien su memoria histórica y ese patrimonio. Bienvenido todo proyecto para “levantar” a Boedo..., pero no sea cosa que comiencen a aparecer los carteles “nos vamos”, “liquidación total”, “nos mudamos”. (D. R.)



“El glorioso San Lorenzo”
(comentario del libro)

El libro es antorcha del pensamiento, afirmaba el poeta nicaragüense Rubén Darío, sentencia que se ajusta con absoluta naturalidad a estas páginas impresas con devoción grana y azul.
San Lorenzo de Almagro, el club nacido en calles de tierra, potreros y en un espacio cedido por un curita salesiano de 25 años para que sus fundadores gambetearan con la pelota, alimentaran sueños y tomaran decisiones, cumple su primera centuria.
Fue creado entre los emberretinados piques de una pelota de fútbol sobre superficies desparejas y creció a la luz de un perfil absolutamente integrador desde lo social, deportivo y cultural que lo convirtió en una entidad popular y solidaria como pocas en Buenos Aires y el país entero.
Pero como el entusiasmo –jamás atemperado por los vaivenes de la historia de este club– es una constante en la vida de Adolfo Res, no cabe duda de que él corregiría el párrafo anterior y, donde se lee “como pocas” pondría “como ninguna”, lo cual no me atrevo a discutir a esta altura de los acontecimientos.
Cada hecho, fecha, circunstancia, personaje o personalidad, hincha, goleador, crack, título, vuelta olímpica, atleta, tirador, basquetbolista, tenista, colchonero, rey de bastos, caradura y polizón del mundo azulgrana ha quedado bajo la lupa de Res.
La particularidad del autor de este libro es que no confía ni en su sombra y por tal razón brilla en estas páginas el producto de una investigación profunda y demoledora sobre cada tramo de la vida sanlorencista, que muchas veces ha sido reciclada sobre errores e imprecisiones.
La memoria suele ser frágil y traicionera y necesita siempre del contraste de las fuentes, lo cual caracteriza a los historiadores como Adolfo, destinado a encaminar con rigurosidad la historia que más le interesa, que lo desvela, aquella en la que ha invertido horas, días y años de esfuerzo dulzón, ése que satisface y que no duele ni cansa. No cabe duda alguna de que aquellos que tomen la posta dentro de un siglo y se dispongan a rememorar el bicentenario de San Lorenzo estarán obligados a tener a mano la obra de Res y abordarla para ir sobre seguro.

(Fragmento del prólogo de Enrique Escande para “El glorioso San Lorenzo”, de Adolfo Res, Buenos Aires, 2007.) Publicación independiente de 496 páginas color en papel ilustración, formato 20 x 28 cm, puede conseguirse en la mesa de publicaciones de Baires Popular, los sábados de 11 a 14, en Boedo y San Ignacio.




El monumento a Bernardo de Monteagudo
Bernardo de Monteagudo (1785-1825) fue un político revolucionario en la época de la crisis de la monarquía española en el Río de la Plata, la Revolución de Mayo y la Guerra de la Independencia. Formó parte de la “Sociedad Patriótica”, que reunía a los partidarios de Mariano Moreno enfrentados al saavedrismo de la Junta Grande, y de la “Logia Lautaro”, organizada en 1812 como continuación rioplatense de las logias masónicas que reconocían en “La Gran Reunión Americana” de Francisco de Miranda a su organización matriz, para luchar por la emancipación de Sudamérica. La “Logia Lautaro”, bajo los ideales de José de San Martín, luchó por transformar a la Revolución de Mayo en una revolución continentalista, que luchase por la independencia y la unidad continental sudamericana. Bernardo de Monteagudo fue redactor de “La Gazeta”, órgano periodístico fundado por la Primera Junta (1810) a iniciativa de su secretario Mariano Moreno, y del periódico “Mártir o Libre” y como tal se reveló como uno de los políticos más revolucionarios del Río de la Plata, defensor de la Asamblea del Año XIII y del Directorio en su etapa revolucionaria; se alió al general San Martín y fue ministro del Libertador en el Perú, en una etapa sumamente compleja donde el partido continentalista sanmartiniano se encontraba fragmentado, dividido y aislado respecto del Río de la Plata, donde tras la crisis de 1820, bajo la égida de Bernardino Rivadavia, el gobierno de Buenos Aires se desentendió de la continuación de la lucha emancipadora. En Buenos Aires recuerda a Bernardo de Monteagudo un monumento en la plazoleta existente en la intersección de las calles Caseros y Monteagudo. Su escultura es obra del artista alemán Gustavo Eberlein (1847-1926) que se destacó como uno de los principales hacedores de la estatuaria nacional, autor entre otras obras de las esculturas de Nicolás Rodríguez Peña, Juan de Garay, del busto a Adolfo P. Carranza en el Museo Histórico Nacional y modernizador del monumento al General José de San Martín en la plaza homónima. Los orígenes del monumento a Bernardo de Monteagudo los encontramos en el Boletín Oficial de la República Argentina, Nº 7147, ley Nº 10343, dada a conocer el 23 de noviembre de 1917. Años más tarde el “Honorable Consejo Deliberante, (en) Sala de Comisión (el mes de) septiembre 24 de 1928. (Resolvía) Versión taquigráfica: Monumento a Monteagudo: “Su emplazamiento, Sr. Prosecretario Cigorraga (leyendo) por el precedente proyecto, se dispone la colocación del Monumento de Monteagudo, que actualmente se halla en el interior de Parque Patricios, en la plazoleta existente en las calles Caseros y Rioja. Se dispone asimismo el retiro de un kiosko, que en mal estado, se encuentra en la plazoleta indicada más arriba. La comisión de interpretación considera conveniente la proposición formulada por los concejales Sres. Muscio, Villemur y Sanguinetti y en tal virtud os propone la sanción”. El monumento a Monteagudo fue ejecutado por el escultor alemán citado y trasladado a su actual emplazamiento, el 24 de mayo de 1925. También casi se traslada a Plaza España. Origen del dominio: Homenaje de la Nación, ley 10343 del 5 de octubre de 1917. (1)
En varios artículos anteriores hemos mencionado al escultor alemán Gustavo Eberlein. Nos parece oportuno señalar que fue alumno de la escuela de arte de Nuremberg con el maestro y escultor Blazer. Posteriormente residió varios años en Italia, cuna del arte renacentista y barroco, para regresar a Alemania, estableciéndose en Berlín. “Fue miembro honorario de la Academia de Bellas Artes de la capital alemana. Entre sus obras más notables se encuentran las estatuas del emperador Guillermo I, Federico II, Bismarck, Wagner, Goethe y otros” (2). Su estudio fue transformado en museo. Buenos Aires puede enorgullecerse de contar en sus espacios públicos con esculturas trabajadas por Gustavo Eberlein.
Miguel Ruffo

NOTAS:
(1) y (2) ALFONSIN, Jorge; “Las plazas, estatuas y el barrio” en “Ateneo de Estudios Históricos P. de los Patricios”, Bs. As., 1972, Nº 11, págs. 17/18.




Mercado de Abasto
Era una mañana de domingo de un calor insoportable. Decidí caminar para buscar un poco de fresco. Anduve sin rumbo un largo rato pensando muchas cosas, cuando me encontré frente al edificio hoy llamado “Shopping Abasto”. Se me escapa la mente en el tiempo en que ese edificio era el Mercado de Abasto. En él se encontraban frutas, verduras, carnes, pollos y tentadores pescados. Todos productos de nuestra tierra, nuestras aguas y las manos de nuestros trabajadores. Los comerciantes compraban estas mercaderías para sus negocios y las mujeres para llevarlas a los hogares y alimentar y mimar a nuestros maridos e hijos con la riqueza que habíamos traído en nuestras bolsas, a buen precio.
Los verdaderos personajes de aquel lugar eran cada uno de los vendedores, changarines y compradores que iban y venían. El edificio nos albergaba a todos. Lo miro cómo está pintado y arreglado a nuevo, pero lo visualizo tal como era. En la planta baja el piso estaba mojado, también las zapatillas de los hombres y mujeres que allí trabajaban. Debían de tener mucha salud para soportar el frío que hacía, pero cantaban, bromeaban y algunas veces discutían fuerte por cambios de opiniones. De todos modos, conformaban una familia dispuesta a brindar solidaridad. Gente viviendo atareada, cada uno en lo suyo, los colores chillones de sus ropas medio rotas, sus dichos mezclando castellano, italiano, lunfardo. El estilo de vida era particular para todos. También nos causaba gracia la contabilidad que llevaban los comerciantes. Tenían un café, una copita de grapa y enormes fajos de dinero sobre la mesa –bastante desparramados–, un papel que sería el libro diario y en él tomaban sus notas. En realidad, aquello parecía una obra de teatro. Tan pintoresco todo, con aquellos olores donde se mezclaban el aroma de las verduras, las frutas y la transpiración por el esfuerzo del trabajo honesto.
No recuerdo cuántas veces di vueltas alrededor del santuario sagrado y pagano. Caminé y en el andar encontré un bar de los de antes, con mesas y sillas vetustas, un mozo medio dormido al que le pedí un café con leche y medialunas. Trajo la taza grande, blanca, con un riquísimo perfume a hogar. Mientras tomaba con gusto mi desayuno predilecto pensé: uno de esos héroes anónimos es mi marido. El me contaba tantas cosas de aquellos casi treinta años en los que trabajó en el edificio de La Fruticultura. Bajaba del subte en la estación Agüero y por la misma calle iba hacia la oficina. Veía la gente de esos lugares, entre ellos una familia con niños que tenían un ambiente armado en la calle con una cama y un cochecito de bebé, todo cubierto por lonas y frazadas viejas. Los veía alegres, tomando mate y preparando su puchero. Al anochecer, se volvía caminando por dentro del mercado y allí se quedaba un momento mirando las estructuras de hierro, hermosas aunque deslucidas. Se cruzaba con hombres que llevaban diez o más cajones sobre el hombro, verdaderos equilibristas y forjadores de riqueza. Y los viernes con grupos de personas en rueda comprando mercaderías en cantidades grandes y económicas para distribuirse entre ellos. Ahí era donde el ojo del comprador tenía que estar muy atento.
Después de estar cumpliendo, con honestidad, su tarea del día durante muchos años, no le supieron reconocer ni a él ni a tantos otros que cuidaban los intereses de la empresa con profundo celo para ayudarla a crecer. Fueron desplazados por hombres doctorados en Harvard pero que estudiaron en nuestras universidades. La mayoría engendrados por esa misma clase trabajadora que pudo alimentarlos y ayudarlos a ser profesionales. Paradójicamente, son los que en poco tiempo la hicieron desaparecer dejando en la indigencia a cientos de familias.
Llegando al mediodía sentí que despertaba de un sueño. Y entré al edificio a ver el moderno centro de compras. En los lugares donde estaban los puestos hay negocios con miles de artículos, patios de comida chatarra que la gente devora con gusto, todo es distinto. ¿Será progreso o retroceso? No sé. Los locales sin clientes, la gente sólo mira y sigue de largo, muy pocos tienen posibilidades de comprar. Dí una mirada que abarcó todo. Caminando por el último piso, donde están los juegos y entretenimientos, se me cruzaron viejas y nuevas imágenes. De vuelta a casa, mientras preparaba el almuerzo le conté la aventura a mi marido. Estuvimos hablando largo del antes y del ahora, de la esperanza de que el hogar de cada uno de nuestros hijos sea como el nuestro, en el que todo era sabroso porque venía del trabajo honesto. Sin vueltos ajenos en los bolsillos.
Sofía María Calomeni



Enrique Kaminsky (En memoria)
En uno de sus muy conocidos textos, El Hacedor, Borges argumenta que al morir un ser humano muere algo del universo y se pregunta qué desaparecerá con él: “¿la voz de Macedonio Fernández?, ¿la sombra de un caballo en un baldío de la calle Serrano?”
Quizás haya algo de verdad en esta suposición; quizá con cada uno de nosotros se desvanece algo o alguien que sólo pervivía en nuestra memoria y, a su vez, morimos realmente cuando lo hace la última persona que atesoraba nuestro recuerdo.
Vayan estas líneas porque en la noche del sábado 22 de marzo se fue un pedazo grande de la historia de Boedo: Enrique Kaminsky. Cuando se inauguró el Museo Monte de Piedad, en el Banco Ciudad, contemplábamos una foto que aún permanece en la muestra: una mujer, inmigrante, sentada en la borda de un barco y rodeada de bultos y líos de ropa. Enrique entonces me dijo: “Pensar que así vino mi madre a la Argentina, pero ella salió de Europa con dos hijos y sólo llegó con uno, el otro falleció y hubo que echarlo por la borda”. Después, la catarata de recuerdos: su padre había llegado a Buenos Aires huyendo, a través de Polonia, de los pogroms zaristas; llamó a su esposa y se instalaron en el viejo San Carlos Sur, casi en el deslinde con Parque Patricios. Allí nació Enrique el 1º de enero de 1918 y vivió toda su vida, en el barrio que fue de Manzi, de Cátulo y José González Castillo, de Angel Vargas... A los 15 años se afilió al socialismo a instancias del hermano mayor y, como dijo Julián Centeya, vio y escuchó a Penelón y al Ejército de Salvación, a Palacios, a Repetto y a los Dickman trepados a un cajón de sifones en la esquina de San Ignacio y Boedo. Se consideró siempre un obrero gráfico y tuvo imprenta, de la cual salieron muchos papeles de izquierda –y no precisamente del Partido Socialista– en tiempos difíciles. Fundó una “Asociación El Peso” de carácter mutualista y participó en cuanta iniciativa surgiera en pro del barrio. ¿Qué más se puede decir de un hombre? ¿Qué más se le puede pedir? Parafraseando a Cátulo, fue un hombre bueno, y nada más.
Chau, Enrique. Te vamos a extrañar las mañanas de sábado, cuando llegabas remontando la avenida, desde Garay, hasta la mesa de publicaciones en la vereda del Margot. Boedo, repetimos, ha perdido un pedazo grande de su historia. (D. R.)



La plaza
Se acordó realizar un volante con el día y lugar de reunión de la Comisión “Todos por la Plaza de Boedo”. Se distribuyeron más de 1500 volantes en lugares estratégicos del barrio y se pegaron afiches notificando a los vecinos e invitándolos a nuestras reuniones. Más los periódicos barriales y las mesas cercanas al predio. Un vecino del Edificio de Sánchez de Loria 1080 solicitó volantes para distribuir en el edificio y colocarlos en el hall de entrada.
Se acuerda reunirnos un día en el predio y reciclar los murales que pintó la Comisión y aprovechar para informar a los vecinos. Se designa el sábado 19 de abril para concretar lo acordado
Se hicieron presentes en nuestras reuniones alumnos y autoridades de la Escuela de Psicología Social. Notifican que en otros barrios también se están movilizando por los espacios verdes y que nos pondrán en contacto con ellos. Reiteran su disposición para dar difusión en el barrio al tema de la plaza.
Se dio curso a un correo electrónico al director del CGPC5, Marcelo Bouzas, reiterando la solicitud de informe escrito sobre la situación y pidiendo, adicionalmente, la presencia de los vecinos cuando el GCABA tome posesión del predio. Este correo fue enviado el 17 de marzo y a la fecha no ha sido respondido.
La vecina Marta Ferradás solicitó a su abogado que la represente ante el GCABA para que a los vecinos podamos tener una vista del expediente. De acuerdo a esto, un grupo de esta Comisión se hizo presente en las dependencias del Gobierno de la Ciudad ubicadas en Uruguay 448, el 1º de abril pasado, ya que por otras vías no hemos conseguido ningún escrito que documente los dichos verbales de los funcionarios.
En el seguimiento del expediente, una delegación integrada por Marta Ferradás, Mario Bellocchio y quien firma este informe, se hizo presente en la mesa de entradas del GCABA, sita en Rivadavia 550, a fin de tener acceso al mismo. En la oportunidad, pudimos fotografiar los últimos pasos seguidos por el extenso trámite, por lo que obra en nuestro poder el detallado informe de la Procuraduría del GCABA sobre la factibilidad y formas del proceso expropiatorio, donde no se hace objeción alguna a la ejecución del mismo. Tambien accedimos al texto del convenio de avenimiento con la Catedral de la Fe y un grupo de acreedores prendarios de la misma, donde, entre otros detalles, el expropiado (el pastor Carnival en nombre de la Catedral de la Fe) “declara bajo juramento que reviste el carácter de titular de dominio del inmueble” y se declara que el presente convenio se celebra “ad referendum del Sr. Jefe de Gobierno de la CABA”. En otra cláusula se da a conocer que “el importe indemnizatorio deberá ser abonado [...] a los diez días de la convalidación del presente Convenio mediante Decreto del poder Ejecutivo”. Esto es con un pago de $ 1.000.000.- y cuatro cuotas mensuales de $ 2.125.000.-, “realizándose en un mismo acto (el del primer pago), mediante escritura pública, la cancelación de la hipoteca que actualmente grava al bien citado y la tradición del inmueble expropiado (léase entrega del bien).
A la espera de esas firmas faltantes, el expediente se hallaba el 7 del corriente mes, en la Dirección de Gestión Pública de Hacienda, según pudimos averiguar a través del SUME (Sistema Unico de Mesa de Entradas del GCABA).
Con todas estas precisiones pudimos confirmar, con la documentación a la vista, el estado del trámite que se halla en una situación similar a la que el cambio de autoridades de la ciudad frustró a fines del 2007.
Finalmente, el vecino y arquitecto Daniel Fusaro solicitó a la Comisión permiso para intercambiar con el arquitecto Aquilino González Podestá información sobre las verdaderas partes históricas a conservar en el predio.
Patricia Roselló

COMISION PLAZA (Próximas reuniones): 23 de abril y 7 de mayo a las 19.30 en el Club GON, Pavón 3916 (4 921-2364)



Límites
El miércoles 9 de abril se llevó a cabo la audiencia pública –que exige el sistema de doble lectura– acerca del proyecto ya aprobado en primera instancia –generado por la diputada Teresa de Anchorena– sobre el límite en altura de los edificios para lugares específicos del barrio de Caballito. De acuerdo al nivel coincidente de las exposiciones, le asisten grandes posibilidades de aprobación, en segunda lectura, a la limitación de 45 metros de elevación para los edificios de las grandes avenidas y 12 metros para calles.
Un valioso precedente para todo el resto del diseño urbano.



Peldaños
Cuatro años estuvieron los vecinos de Boedo, y quienes visitaban nuestro barrio, padeciendo burocracias y desidias varias que los privaron de la escalera mecánica de la estación Boedo del subte E.
La presión vecinal tuvo entre sus más notorios actores a la Asamblea de Boedo que siguió de cerca el trámite reflejado en anteriores ediciones por este periódico. Finalmente la presión rindió sus frutos y hoy contamos con la más moderna escalera mecánica que pueden lucir los subtes de la ciudad.
¿Nos vamos para arriba?



Habitantes de la comarca inmóvil
Bajita, bajita, a puro diminutivo una figura humana camina por el terreno. Lleva capucha puntuda y le sobra tela en la manga izquierda. Quizá la mano de tirar las piedras. Camina y mueve los brazos; la tela sobrante de seguro ahuyenta a hipotéticos mosquitos. Como paisaje de fondo, una multitud de cruces saludan a la cámara. Cruces blancas en la perspectiva misteriosa de la noche. La figura adopta un andar extraño, da saltitos, parece burlarse del andar de tantos, de esos tantos que al menos hasta ahora no saben de qué se trata caminar por un cementerio.
Imagino el fuera de cuadro, sospecho la existencia de un paredón no muy alto como límite entre la vida y la muerte, un paredón donde el cineasta improvisado se apoya para filmar. Imagino la noche silenciosa, el final de una seguidilla de chistes bobos acompañado por algunos tragos a una botella de cerveza. Todavía no era el momento para el relato de las proezas sexuales, y no era el lugar ni el tiempo para que alguno de los integrantes del grupo adolescente sintiera algo de miedo por estar tan cerca de los muertos. Ellos, tan libres de superstición. Estaban ahí para nada más reírse de los muertos, porque así debe ser mientras la adolescencia o la primera juventud manda. Sobre el muro se apoyó el dueño del teléfono celular con capacidad de foto y video. En el mientras tanto de la filmación, los muertos hacían la de ellos, seguían viviendo, sin inmutarse, la muerte. Fue después del rodaje cuando alguien nombró o convocó al duende por sus señas de fábula. Un duende pobre que camina por un cementerio pobre de la provincia de Salta. Era de noche y su figura era bajita, bajita.
Hace ya varios años que por primera vez leí sobre un cementerio habitado; el libro era El árbol y el camino de Michel Tournier: [...] Cruzamos a lo largo de la Ciudad de los muertos, ese cementerio cristiano cuyas capillas mortuorias y los panteones familiares han sido ocupados por toda una población. Un auténtico barrio residencial en comparación con lo que nos esperaba. Así habla Tournier del cementerio habitado de El Cairo, y la referencia a lo que nos esperaba está en relación a que luego visitaría una ciudad habitada y erigida sobre la basura.
Muchos años después me encontré con un libro del poeta Leopoldo “Teuco” Castilla: Libro de Egipto. La noche de la presentación de su libro El amanecido, el presentador, no recuerdo quién fue, dijo que el Teuco se traía un libro de cada viaje. Bambú fue el libro que se trajo del sudeste asiático, y en las páginas del libro que se trajo de Egipto, en su segunda parte titulada La ciudad de los muertos, el poeta se acerca al mismo cementerio que Tournier y hecha mano de su herramienta; una escritura salvaje la del Teuco, descarnada, siempre tan plena de muerte para poder escribir la muerte cuando todavía se trata de la vida.
En su poema XIII anota: Los del Cairo se asoman a los muros. / Nos miran. Temen. // Ya no pueden alcanzarnos, / la miseria / nos ha expulsado a esta comarca inmóvil. // Aquí las horas resecas / caen como cartones / bajo una sola luna / en un solo día sin sonido. // (topacios / nuestros ojos / de ir desconocidos entre desconocidos) // Acampamos en sagrado / sembramos en niebla humana. // Los más pobres / ya no necesitamos / morir.
Una última marca del Teuco en su poema XVI: A veces por la televisión / entran al mausoleo / mares naciendo, / lluvias en lejanas selvas, / hombres que no nos ven, / ciudades. // Mis hijos, / con las raíces al aire, / no creen en ese mundo / se duermen sin sentir / como esas mariposas negras, sordomudas, / pegados / a estos muros mentales. // Jardines de cal / su infancia. // Nadie aquí se sueña en otra parte.

Desde el corazón de Palermo para la misión en el mundo, reza el texto de la bandera que cuelga de una de las paredes exteriores del imponente conjunto, iglesia y escuela, de la Guadalupe, en el barrio de Palermo. Bajo la protección de la bandera duerme una mujer sobre la vereda. La cabeza apoyada sobre un bolso negro; a dos metros de sus pies hay un balde plástico de veinte litros que alguna vez contuvo pintura. La mujer lleva puesto un eterno gorrito de lana que extiende su reinado a la totalidad de las estaciones. La mujer del gorrito habita la zona, marca su territorio con distintas aglomeraciones de objetos diversos: ropa, papeles, tachos, botellas vacías; casi siempre el conjunto goza de una cierta lógica, los elementos están acomodados en su caos fundacional y bastante limpios. Es ella la que encadena un changuito a las rejas de una ventana de una casa vecina a la panadería que hay en Del Signo y Medrano. Esta vez se decidió por dormir más a la vista, muchas veces lo hace sobre la vereda de la iglesia, pero bajo los árboles; alguna vez la escuché hablando con una compañera de noche; ella proponía el lugar para dormir, Hoy podemos ir..., la otra mujer aceptaba. La mujer del gorrito, cuando duerme, parece camuflarse entre los objetos de su reino oscuro, duerme rodeada en su propia niebla, como si ella misma se sintiera mariposa sordomuda y entonces no fuera más que una marca invisible, un rastro inservible porque a nadie le interesa o una astilla que no encontró en dónde clavarse. Desde los salvajismos de la calle la mujer de la gorrita más de una vez ha regresado golpeada; de sobrevivir dicen que se trata y ella así lo debe entender porque insiste, cuando la lluvia, en guardar su ausencia entre bolsas plásticas; ella tan desconocida entre desconocidos. Hace años que la mujer del gorrito deambula en no más de dos o tres cuadras, deja nidos, pequeños refugios para descansar mientras sigue de caminata, a los que vuelve durante el día o la noche; ella no debe soñarse en ninguna otra parte.
Desde el colectivo 111, y a poco de ser atrapado por un semáforo, descubro dos camas, dos colchones sobre la vereda, dispuestos sobre Paraguay y una calle cercana a Callao, no recuerdo su nombre exacto; veo las camas mientras me dirijo hacia el centro. La ropa de cama está desordenada; la cama, las camas, olvidadas en la luz. Sábana de abajo y sábana de arriba, una manta, varios colores. La esquina tiene una vereda hecha de grandes baldosones color cemento, y los colchones, de una altura cercana a los treinta centímetros, comienzan sobre las baldosas y llegan hasta el inicio de la vidriera. En la esquina hay un negocio de venta de camas, de lujosas propuestas o maneras de dormir entre celestes y blancos placenteros. La esquina parece inmóvil, el viento no existe; la inmovilidad parece ser la prueba de la no existencia: las camas no se ven, la ciudad está a salvo.
En las calles de mi barrio prestado, Palermo, encontré un changuito encadenado a las rejas de un panteón; desde el colectivo 111, mientras iba en viaje al centro del camposanto, vi camas en la calle. Podría caminar plazas y noches laterales, cerrar los ojos y volver a la luz y el mismo registro seguiría dando su presente. Hay habitantes en las encrucijadas de la frontera; la vida de un lado y la muerte del otro, y al segundo, como si simplemente se tratara de dar un nuevo salto sobre la soga de la infancia, desde ese mismo lugar la vida ya no lo es tanto y la muerte carece de definición. Habitantes que se mueven, que caminan de manera extraña, dando saltitos, a veces tirando piedras; usan gorros de lana durante todo el año o sombreros puntudos, en ciertos lugares la leyenda habla de los “sombrerudos”; duermen en las calles, reposan sobre baldosas o simulacros de camas, son casi invisibles, parece que ya no necesitaran morir para ausentarse.
Camino la ciudad, la ciudadela o el cementerio; en él la mayoría muere su sueño de interesada eternidad cotidiana y nada más; Buenos Aires dentro de un silencio sólo perturbado por la caída de unas piedras, por la presencia de un grupo de adolescentes con un celular que filma y, en definitiva, por la posibilidad de ilustrar desde la noticia sobre la aparición de un duende que caminaba dando saltitos dentro de un cementerio en la provincia de Salta.
Edgardo Lois


La mirada joven
Vos, yo y la voz grave
Hay un velo que se hilvana entre los ojos dóciles de los vecinos. Una música suave, funcional, que nos ha quedado cómoda. Un ruido a calle céntrica que se nos hizo costumbre.
Alguna vez una voz grave nos ha aleccionado...
–Más le vale que camine, en este mundo, a punta de meñiques retorcidos. No hable más fuerte que el vecino. Si ríe, procure hacerlo de manera que su paladar no desborde sus labios. Que su risa sea una mueca traslúcida que denote cierto contento con lo que está pasando.
Hay una costumbre, disfrazada de corrección, que se nos ha hecho carne. Un pasar sin melodía que terminó apaciguándonos. Un asentir, sin saber que estamos aceptando.
La voz grave, alguna vez, nos dijo en tono monocorde...
–Más le vale que asista con frecuencia a encontrarse con sus pares. En el bar, pida cerveza y niegue firmemente con la cabeza el desagrado que le produce su gusto amargo. Si debe seducir a alguien, insinúese tímidamente. Jamás muestre sus ojos deslumbrados, ni ansíe estrecharla con sus brazos. No quiera: sea querido. No escuche: sea escuchado.
Hay un recuerdo incomprobable de que algo, alguna vez, fue distinto para alguien. Una memoria que es negada, sistemáticamente. Hemos comprado un mapa del tesoro que nos ha llevado a ninguna parte. Y nos han vendido, en trueque, un terror a salir del engranaje y mirar si despertó el Sol o si permanece dormido tras las nubes.
La voz, sacudiéndose el polvo del letargo, alguna vez ha sentenciado...
–Más le vale que tema. Que se oculte de los juicios. Que no emita veredictos. Que tiemble si le rozan la mano. Si sale a perderse por las calles, más le vale que sepa dónde está; más le vale que no intente sorprenderme. Que no busque entenderme. Que no quiera entender.
Hay un mundo donde vos y yo estamos viviendo. Una manera de la que vos y yo somos cómplices. Un lugar en donde vos y yo... no somos. Simplemente... estamos.
Y yo quiero ser. Yo quiero SER.
Pablo Bellocchio



Credibilidad
El diario de mayor circulación de nuestro país –“Clarín”– publicó esta toma como “foto de la semana”. En su rótulo se escandaliza por “cómo se trenzaron a los gritos” el ministro de economía y el secretario de comercio. En realidad, la imagen refleja un fotograma descontextualizado de una larga secuencia –que pudo presenciarse en vivo en la transmisión por TV– donde, sin que pudiera escucharse el audio, menudearon las sonrisas y chanzas de tipo futbolero. Pero “Clarín”, eligió buscar, con paciencia de orfebre, el fotograma apto para el descrédito. (M. B.)
Antes había tres poderes que eran legítimos, pero que podían cometer errores. Para corregir esos errores se crea el cuarto poder, la prensa. Hoy los medios forman parte, junto con los otros tres poderes, de los poderes que nos oprimen. Hay que crear un contrapoder. Ese quinto poder es el observatorio de los medios, es la crítica de los medios. Por un lado, en la mayoría de los países desarrollados y democráticos se están creando decenas de asociaciones de críticas de los medios, y, por otra parte, observamos que la credibilidad de los medios dominantes está bajando y la credibilidad de los medios alternativos está subiendo, lo cual nos indica que precisamente es el momento de crear este quinto poder. Un poder que sería el contrapoder del poder mediático. (Ignacio Ramonet, director de “Le Monde Diplomatique”)


EDITORIAL
Re-tensiones
Paro y cacerola. Al mejor estilo –en la cáscara– de aquel 2001 cuyos padecimientos sepultamos como cuando pretendíamos ocultarnos –en las “escondidas” de la niñez– cubriéndonos los ojos. Mientras tanto la prensa –esa prensa cuyo epítome es el diario “La Nación”– aparece con eufemismos que posicionan, para el consenso general, en calidad de víctimas, a los reclamantes. Los vituperados piquetes sólo son “cortes de ruta”; se lucha “contra la soberbia y el autoritarismo” pasando a segundo plano las retenciones móviles, verdadero motivo del paro, no el aumento a las retenciones; se le resta importancia a los excepcionales precios internacionales compensándolos con la maldición del granizo, la “seca” o el aumento en dólares de los insumos. No se escucharon, allá por los 90, gritos “contra la soberbia y el autoritarismo”, cuando desaparecieron de un plumazo 300.000 chacareros arrastrados por las políticas neoliberales o el “ramal que para, ramal que cierra” los dejó sin otra comunicación que las rutas para sus envíos a puerto.
Preguntaba un volante distribuido en la ruta 3, con relación a las ganancias extraordinarias: “si las hubiera, ¿es un delito que un empresario que arriesga capital, invierte y genera trabajo tenga ganancias?”, pretendiendo, quizá, la exclusividad del riesgo empresarial y de la generación de puestos de trabajo. Dada la realidad de las cifras podría aseverarse que el granizo –como símbolo de las desdichas del campo– o las retenciones, sólo limaron ganancias, no condujeron al déficit. Y el campo tecnificado ha descendido vertiginosamente en la escala de producción de mano de obra con respecto a los servicios y la industria.
El “pequeño productor”, el actor conveniente –que le da a esta gesta brevet de consideración para el ciudadano de a pie–, se alía con sus eternos sometedores en una protesta sobre retenciones que, básicamente, no figura entre las prioridades de sus verdaderos problemas. CRA y la Sociedad Rural, “un solo corazón”. Ponen el lomo en las rutas, piquetean, pierden sus tomates, sus pollos, sus huevos, su leche, siguen luchando contra la esclavitud de los transgénicos... mientras en los cómodos sillones del casco de la estancia hay quienes se restriegan las manos imaginando una grieta que el pico inflacionario acrecienta.
Suena bien “estoy con el campo”. El bucólico ámbito que el imaginario colectivo puebla con gente humilde, trabajadora, generadora de la riqueza de esta tierra. Y que los hay... los hay. Sin embargo, es innegable que se filtraron una cantidad de oportunistas que han llevado este problema a su conveniencia política, a su revanchismo, a sus odios gorilas, a pretender ganar por fuera de las urnas lo que ellas les negaron...
El mito que constantemente quiso imponer la oligarquía terrateniente es su protagonismo agropecuario como sector estratégico de la producción. Es decir: del campo surgen las bonanzas que usufructúa el resto de la economía, “esta es una patria agroganadera”.
Sostiene el economista Ricardo Aroskind: “Los que poseen hoy los medios de producción en el agro privan de alimentos al resto de los eslabones productivos. ¿Qué pasaría si ocurriera a la inversa, si se les negaran los indispensables insumos industriales, servicios, etc.? ¿Qué pasaría si se les cortaran la energía eléctrica, las telecomunicaciones, el abastecimiento de combustibles, y todos los bienes urbanos imprescindibles para que funcionen? ¿Hasta cuando seguirá esta impostura de que son los únicos actores estratégicos de la producción? Hace muchos años que la sociedad argentina viene arrastrando esta rémora ideológica, y no la termina de superar. El ‘campo’ es una parte de la Argentina, y no al revés. El país no le debe rendir una pleitesía especial a ningún sector productivo”.
Y como de estas crisis nadie sale indemne, habría que señalar que los tiempos de la infancia, en que creíamos que bastaba taparse los ojos para que no nos vieran en las “escondidas”, deberían ser una etapa superada también para nuestras autoridades nacionales. Blanquear al INDEC o no hacer la vista gorda ante las tropelías de ciertos indeseables enquistados contribuiría a quitar el alimento –recíprocamente– a quienes pretenden el desprestigio basados en estas máculas, sin someter las acciones de gobierno a la necesaria balanza que coloque en el otro platillo los innegables aciertos.
Mario Bellocchio



POEMA:
Orquesta de señoritas
Fernández Moreno


En un rincón del restorán del barrio
cenan las señoritas de la orquesta:
amplios vestidos y collares falsos,
acentos y ademanes diferentes,
clavículas desnudas y esternones,
y el desigual arroyo de los brazos.
Comen deprisa y masticando poco
fingiendo una alegría que no sienten.
La mesa está en un ángulo situada
entre un tabique lleno de begonias
y un testero en que baila un cartelito
junto a una percha que retuerce al aire
bélicamente los profusos cuernos.
Por encima está el techo, el infelice
techo de cinc de adornos estampados.
Ahora meten las manos en las carteras
y se empolvan y pintan a su gusto
que arriba está esperando el gran piano,
levantada la tapa como un ala,
como la suela de un zapato viejo.
Al ponerse de pie nerviosamente
se las ve más ajadas y más tristes.



CULTURA GRATUITA
Actividades en la ciudad de acceso libre y gratuito

LA ORUGA
Queremos recuperar el espacio público como espacio de lucha, memoria y resistencia, caminando junto con todos los vecinos y vecinas.
Biblioteca pública de La Oruga: todos los sábados de 16 a 19 hs en la plaza de México y Jujuy.
E-mail: laorugacolectivoautonomo@yahoo.com.ar
Página web: www.laorugaweb.com.ar
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C.I.M.U. Club Itinerante de Música Urbana
AUSPICIA GCABA - Min. de Cultura - CGP P. Chacabuco
NO SE COBRA ENTRADA NI DERECHO DE ESPECTACULO

CLUB LOUNGE (Reconquista 974)
JUEVES 19:30 Hs


Jueves 17: Marcos Serra (guitarra) Gabriel Knoll (piano) Marcelo Pereiro (bajo) Sebastián Ortega (batería) /JAZZ
Jueves 24: Fernando Casas (piano) Yuri Petrov (saxo) Cristina De Leonardo (bajo) Damián Allegretti (batería) / JAZZ
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Espacio Cultural Julián Centeya
San Juan 3255 - Tel. 4 931-9667
espaciojuliancenteya@yahoo.com.ar
El Espacio forma parte del Circuito de Espacios
Culturales dependiente de la Dir. de Promoción Cultural, Min. de Cultura, GCABA. Martes a viernes de 10 a 21hs.
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JUEGOTECA BOEDO “Sol Naciente”
¿Querés jugar? ¡Dale que juego!
Rayuelas Autitos Bolitas Elásticos Sogas Manchas Balero Trompo Pelota Disfraces Cinchada Pulseada Gallito Ciego... Y más... Mucho más.
El sábado 12, entre las 15 y las 18, nos encontramos en
COCHABAMBA, entre BOEDO y MAZA
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Programa Cultural en Bares Notables
LOS BARRIOS PORTEÑOS ABREN SUS PUERTAS


CONFITERIA DEL HOTEL CLARIDGE - Tucumán 535 (4 314-7700) DUO MARTÍN PROCIA - CESAR VERNIERI - Música de Cámara Popular Argentina - Miércoles 16 de abril -20:00 hs

DON JUAN - Camarones 2702 - Tel.: 4 586-0679
SERGIO PINGET - Folklore - Viernes 18 de abril - 21:00 hs

LOS 36 BILLARES - Av. De Mayo 1265 / 71 - Tel.: 4 381-5696 CUARTETO LA PUA - Tango - Sábado 12 de abril - 19:00 hs EZEQUIEL CAMACHO QUINTETO -
Tango - Domingo 13 - 19:00 hs

LONDON CITY - Av de Mayo 599 - Tel.: 4 342-9057
PIANO A CUATRO MANOS - Tango - JUAN CARLOS ZUNINI y SAUL COSENTINO - Domingo 13 de abril - 19:00 hs

DIRECCION GENERAL DE PATRIMONIO e INSTITUTO HISTORICO Av. de Mayo 575, 5º 503 - C.A.B.A. - Tel. 4 323-9400 int. 2756
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Oración Interreligiosa Ecuménica por La Paz de América y del Mundo
Que se realizará en el Centro Islámico de la República Argentina sito en la Avda. San Juan3053 CABA el miércoles 16 de abril de 2008 a las 18hs.
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CGPC5 - Defensa del Consumidor
Miércoles 16 a las 19 en Av. Boedo 760, 1er piso.
Charla informativa sobre la Ley de Defensa del Consumidor.
La actividad será desarrollada por el Director Gral. de Defensa y Protección del Consumidor del GCABA.
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ENTRE TANGOS Y COPLAS.
En el Credicoop Avda. La Plata 1435
Alicia Nieves canta los días 4 - 5 - 11 y 12 de abril a las 21
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Café Literario “Último Infierno” 2008
organizado por APOA Asociación de Poetas Argentinos.
Los segundos miércoles de cada mes en “Bartolomeo”,
Bartolomé Mitre 1525, ciudad de Buenos Aires, a las 20,30.

Segundo encuentro: miércoles 9 de abril de 2008. Los Poetas de APOA: José Muchnik & Alfredo Torres Becerro
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LA GRAN VÍA DE MAYO
Ministerio de Cultura GCABA
Bares, historia, teatro, libros, música y tango en la Av. de Mayo.
Sábados y domingos desde el 12 de abril al 18 de mayo

PRINCIPALES ESPECTACULOS DE ABRIL

Domingo 13 de abril
18 hs: tango con Javier "Cardenal" Domínguez. Confitería Hotel Castelar (Av. de Mayo 1148).
18 hs: teatro: El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, de Federico García Lorca, con Ingrid Pellicori y Horacio Peña, dirigido por Rubén Szuchmacher. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575, subsuelo). Para adultos.
19 hs: tango: Piano a cuatro manos, con Juan Carlos Zunini y Saúl Cosentino, ganadores del Concurso Bares Notables 2008. London City (Av. de Mayo 599).
20 hs: agrupación folklórica "Abrente", con dirección musical de Luis Álvarez y ballet dirigido por Beatriz Crespo. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575) 21 hs: Esencia Gitana, con E.Romero, Argentina Cádiz y la bailaora Andrea De Feliche. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta).

Sábado 19 de abril
16 hs: Plaza de la Victoria, una experiencia teatral que propone viajar 200 años al pasado y conocer la legendaria plaza (actual Plaza de Mayo).
18 hs: elenco estable de Cantares Flamenco. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575).
18 hs: Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires (Av. de Mayo 826).
19 hs: Coro Santa Cecilia y Orquesta de Cámara de la Asociación Argentina de Cultura, dirigidos por María Sara Cafferata. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575 1º piso).
20 hs: grupo de baile de la Casa Balear de Buenos Aires. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575).
21 hs: Héctor Romero y la Compañía. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta).

Domingo 20 de abril
18 hs: teatro: El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575, subsuelo). Para adultos.
19 hs: Recordando a Lorca, por Inés Rinaldi y Juan Carlos Cuacci, con Facundo Guevara en percusión y Juan Pablo Navarro en contrabajo. Los 36 Billares (Av. de Mayo 1265).
20 hs: Grupo Musical de Zas (gaitas). Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575).
21 hs: Esencia Gitana, con Emilio Romero, Argentina Cádiz y la bailaora Andrea De Feliche. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta).

Sábado 26 de abril
16 hs: Plaza de la Victoria, una experiencia teatral
18 hs: Conjunto Folklórico Regional de Danzas Asturianas Pelayo de Manolo del Campo. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575).
18 hs: Orquesta del Tango de Buenos Aires. Av. de Mayo 825.
19 hs: conciertos líricos sinfónicos. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575 1º piso). Acceso gratuito. Capacidad limitada.
20 hs: el folk celta de Setenetos. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta).
21 hs: Conjunto de música folk-celta Abrego del Centro Galicia de Buenos Aires, dirigido por Gustavo Fontana. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta).

Domingo 27 de abril
18 hs: tango con Gabriela Elena. Confitería Hotel Castelar (Av. de Mayo 1148).
18 hs: teatro: El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575, subsuelo). Para adultos.
19 hs: tango: dúo Bertero Acuña, ganadores del concurso Bares Notables 2008. London City (Av. de Mayo 599). Acceso libre y gratuito.
20 hs: Grupo Alborada, ABC del Partido de Corcubion (gaitas). Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575)
21 hs: Esencia Gitana, con Emilio Romero, Argentina Cádiz y la bailaora Andrea De Feliche. Bar Iberia (Av. de Mayo y Salta). ...........................................................................................................

CINECLUB “ LA ROSA ” Austria 2154
CENTRO CULTURAL Y BIBLIOTECA POPULAR
CARLOS SANCHEZ VIAMONTE

TEMPORADA 2008 - PRIMER CICLO: Hermanos Coen

MIERCOLES 16 DE ABRIL - 20 hs.
SIMPLEMENTE SANGRE (Blood simple, EE.UU, 1984, color, 97 minutos)
MIERCOLES 30 DE ABRIL - 20 hs.
BARTON FINK (Idem, EE.UU., 1991, color, 117 minutos)
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Museo de la Ciudad
Subs. Patrimonio Cultural - Dir. Gral. de Museos

17 y 24 de abril / 8 y 15 de mayo a las 18.30 hs.
“El Museo de la Ciudad a través de sus colecciones”
Charlas a cargo del Arq. José María Peña.
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LOS BARRIOS PORTEÑOS ABREN SUS PUERTAS
Dir. Gral. de Patrimonio e Instituto Histórico
PROGRAMACION ABRIL 2008

JUEVES 24 DE ABRIL
9 hs. ZANJON DE GRANADOS Encuentro: Defensa 755. San Telmo. Coord.: Silvia Ferremi y Lidia Yadarola
11 hs. MERCADO SAN TELMO Encuentro: Defensa 961 - San Telmo. Coordinan: Horacio Spinetto y Pablo Vinci
15 hs. CLUB SAN TELMO Encuentro: Bolivar 1128. San Telmo. Coordinan: Stella M. Domínguez y Silvia Sasarini
17 hs. CAFÉ TORTONI (Sala A. Storni) DIALOGO CON ONOFRE LOVERO Coord.: H. Spinetto y L. Yadarola

VIERNES 25 DE ABRIL
9:30 hs. CLUB ATLETICO BOCA JUNIORS Encuentro: Del Valle Iberlucea y Brandsen Coord.: Guías y Pablo Vinci
11:30 hs. PASAJE LANÍN-DIALOGO CON MARINO SANTA MARÍA Lanín 33 Coord.: H. Spinetto y P. Vinci
14:30 hs. GRUPO DE TEATRO CATALINAS Encuentro: Av. Benito Pérez Galdós 93 - Coordinan: Integrantes del Grupo Catalinas y Lidia Yadarola. 16:00 hs. MUSEO BENITO QUINQUELA MARTÍN Av. Pedro de Mendoza 1835 Coordinan: María del Carmen Maldonado de Guerra y Silvia Sasarini

VISITAS GUIADAS - Inscripción personal o telefónica del 15 al 22 de abril Cupos limitados. Av. de Mayo 575, 5º 503 - Tel.:4 323-9400 int. 2756 de 9:30 a 15:00 hs. Las actividades al aire libre se cancelan en caso de lluvia.

VISITAS PERMANENTES
AGRONOMÍA: Último sábado de cada mes a las 10 Tinogasta y Av. San Martín Coordina: Mabel Roelants. Consultas 4521-7284
PARQUE CHAS: Último sábado de cada mes a las 11 hs. Av. de los Incas y Av. Triunvirato. Coordina Magdalena Eggers. Consultas 4522-9321
CABALLITO: Último domingo de cada mes a las 16:00 hs. Parque Rivadavia junto al monumento a S. Bolívar. Coord.: Marina Bussio y Héctor Núñez Castro. Consultas 4988-9908
SAN NICOLÁS: Unione e Benevolenza. Último miércoles de cada mes. Juan D. Perón 1362 .Coordina: María Paiella. Consultas 4 383-8890