9.2.08





Nº 71
Febrero de 2008



SUMARIO

Reunión de la Comisión
“Todos por la Plaza” con el director del CGPC 5
el día 23 de enero de 2008.

Alerta vecinal

(última reunión del 6 de febrero)
Informe de
Patricia Roselló

Ignacio Corsini
El Caballero Cantor de la Tanguísima Trinidad: Gardel, Magaldi, Corsini.
Por
Mario Bellocchio

Rebirth of a Bohemian Barrio
(Renacimiento de un barrio bohemio)
Boedo en el artículo aparecido en “The New York Times” el 28 de enero

Callejeando historia por Diego Ruiz
Schmidel, Centenera y otros fundadores de nuestras letras

Señaladores
...mi manera rudimentaria de decir “yo estuve aquí”, “yo leí esta página” o “yo no concluí esta historia”.
Por Mónica López Ocón

El monumento a Lavalle
Por Miguel Ruffo

El Picadero
1981: país cerrado, teatro abierto. 2007: país abierto, memoria a demoler
Por Leonardo Busquet

Construyendo la venganza
Juego de encumbradas damas en una sutil venganza
Por Cati Cobas

El arte actual, poroso e híbrido
Por Luis Fernández Arroyo

A la memoria y a la sonrisa del tío Gordo
Por Marcela Rapallo

Buenos Aires 41 en la Ideal
...la Ideal no respira futuro, ni siquiera presente, sólo señales del pasado.

Por Edgardo Lois

POEMA: Corso en Boedo
Por Alfredo de la Fuente

EDITORIAL: ¿Información?
Lo sucedido se adapta —como si se tratara de un guión de ficción— poniendo el acento en el morbo, el acceso fácil con carencia de análisis...
Por Mario Bellocchio

Y CULTURA GRATUITA
Información sobre la actividad cultural barrial de acceso libre y gratuito



La Comisión Todos por la Plaza se reunió con el nuevo director del CGPC 5,
Marcelo Claudio Bouzas. En esa oportunidad el funcionario anunció la prioridad que se le dará y su dedicación a solucionar el tema:

“La Plaza de Boedo se hace este año; me lo ha encomendado personalmente el jefe de Gobierno”

Reunión de la Comisión “Todos por la Plaza” con el director del CGPC 5 el día 23 de enero de 2008. Estuvieron presentes Marcelo Claudio Bouzas –director general del CGPC 5– y Fabián Varela –su asesor– por el GCABA, y Patricia Roselló, Ildefonso Pereyra, Alberto Venturiello, Aníbal Lomba y Mario Bellocchio por la “Comisión Vecinal Todos por la Plaza”. En la oportunidad se hizo entrega del acta de constitución de la Comisión y copias de actas del trabajo anual que reflejan las inquietudes vecinales y los consensos —el nombre, por ejemplo—. Se le resumió la historia del trabajo vecinal al respecto que se origina hace treinta años.
Nuestra información del trámite en el gobierno de Telerman situaba la secuencia en la Jefatura de Ministros, por lo que solicitamos saber cómo sigue actualmente.

Bouzas: estoy al tanto del expediente —lo leí de punta a punta—, está en lo que era antiguamente el Ministerio de Descentralización que ahora es la Subsecretaría de Atención Ciudadana. Estamos trabajando sobre eso, hemos encontrado algunas cosas raras dentro del expediente como una supuesta venta a la gente de la Catedral de la Fe en la cual el gobierno anterior hace como un tripartito entre la Catedral, el gobierno y los acreedores, generando un acta en la que en vez de valer $ 7.900.000 (N. de la R.: valor estipulado en la Ley 2266) ahora vale $ 9.500.000. Por eso queremos saber —está viendo la gente de Legal y Técnica— a dónde van a ir estos $ 1.600.000 de diferencia. No entendemos por qué se aumentó. Cómo es que el Registro Nacional de la Propiedad, al pedir los informes para hacer una supuesta venta, no se da cuenta de que está sujeto a expropiación por ley. Son cosas extrañas, firmadas por el Ministerio de Planeamiento y el Ministerio de Hacienda. Faltaba la firma de Schiavi, lugar donde lo encontramos, y la de Telerman, eso quedó trunco.
Yo en persona estoy detrás de todo esto porque el jefe de Gobierno y el jefe de Gabinete me han encomendado que resuelva este tema sí o sí y que le dé curso al tema de la plaza. Está el apoyo político, está la decisión, pero lo que nos dolería es que alguien se lleve plata dolosa. En medio de la reactivación del trámite surgió esta revelación y ahora lo tiene Legal y Técnica de Atención Ciudadana, luego hay que mandarlo a la procuración para que ratifique o rectifique por qué, en su momento, se incluyó dentro del expediente este boleto de compra-venta de abril de 2007 si en diciembre de 2006 esto se pasó a expropiación y urbanización parque. Esta es una dificultad momentánea porque la plaza va a salir. Y va a salir, no se inquieten. La plaza se va a comprar este año y se va a dar curso al proyecto.


Comisión: le hacemos saber sobre nuestra inquietud por los plazos. El convenio de avenimiento por el monto acordado por expropiación vence el 8 de febrero. Una investigación de este tipo, que obviamente no objetamos, ¿cuánto tiempo llevaría? Además nos inquieta el abandono de la vigilancia del lugar que es una invitación a la ocupación ilegal. Mientras el gobierno no se haga cargo pedimos un modo alternativo de vigilancia del lugar, donde hay elementos pertenecientes a la Catedral de la Fe que, inclusive, hasta hace poco, mantenía una guardia paga sobre la entrada de la calle Carlos Calvo.

Bouzas: me voy a ocupar de este asunto de la vigilancia. Uno de los ejes de CGPC 5 es adquirir la plaza y generar un proyecto.

Comisión: el Dr. Urus nos aseguró que sólo faltaba la firma de Telerman. ¿No sería posible avanzar sobre la expropiación y después intervenir sobre lo que se haya negociado de mala manera para no detener el proceso?

Bouzas: la propiedad ya está sujeta a expropiación. Lo que no se ha concretado todavía es su pago. Como está cambiada por ley la zonificación a urbanización parque, ese terreno no le sirve a nadie. Salvo a los vecinos para tener su plaza.

Comisión: si no se paga antes del 8 de febrero se cae el acuerdo tripartito; ¿el gobierno puede pagar los 7,9 millones dejando caer el acuerdo sospechoso de 9,5, o vamos a juicio si es así?

Bouzas: no, no vamos a juicio. Todavía no hubo reunión con este gobierno y se va llegar a un acuerdo. La plaza va a estar y tiene que estar este año. Hay dos temas que tengo que determinar personalmente esta semana: uno es el edificio nuevo del CGPC y el otro es la plaza.

Comisión: habría que urgir a la procuración para que actúe antes de que se venzan los plazos y que no se pierda el trabajo de colaboración con los vecinos. Queremos participar con el GCABA para dar idea de qué plaza queremos los vecinos.

Bouzas: estoy pensando en que los vecinos presenten un proyecto desde la ONG con la ayuda de los arquitectos de la ciudad y presentarlo lo más rápido posible con un mínimo de burocracia.

Comisión: pensamos que el GCABA tendría que elaborar un proyecto en base a las ideas aportadas por los vecinos. Y luego tener una reunión con la gente de espacios verdes. Ya hay consenso sobre qué queremos para la plaza incluido su nombre, Mariano Boedo, con nominaciones particulares para sectores interiores, así todas las propuestas tienen cabida.

Bouzas: todas las decisiones sobre la plaza van a pasar por el CGPC. Este gobierno quiere jerarquizar la actividad de los CGP con vistas a las Comunas. Ya no somos una alianza en el gobierno. Todos somos del mismo palo, entonces como dice Mauricio “ya no hay pretexto para no hacer las cosas”. Hay muchos proyectos ambiciosos para Boedo. Ambiciosos al servicio de los vecinos, no me refiero a ambición política ni de inversión privada. A Boedo le brota cultura por donde lo mires, así que la plaza es parte del proyecto de inclusión del barrio en un corredor turístico sin concentración exclusiva en lo privado. Espectáculo en la calle, por ejemplo.

Comisión: le hacemos saber que una de las premisas fundamentales de la Comisión Plaza —con actividad inscripta y reglamentada— es la permanente difusión de la invitación a todos los vecinos para participar en las decisiones sobre la plaza que se logran por consenso. Por lo que solicitamos que los petitorios individuales que pudieran presentarse al respecto sean remitidos a esta Comisión para su tratamiento evitando desperdigar esfuerzos. Invitamos al CGP a participar en las reuniones. Y reiteramos lo de la vigilancia.

Bouzas: ya me ocupo de lo de la vigilancia y los vamos a tener al tanto. Me informan que el tema está en la Subsecretaría. Si está la Subsecretaria la voy a ver hoy mismo. Yo me estoy ocupando por orden del jefe de Gabinete, (Rodríguez Larreta) que me dijo: “ocupate personalmente del tema (la plaza), invocá mi nombre si es necesario”.
En cuanto a la vigilancia si logramos poner una consigna en la puerta, ya está.


Comisión: manifestamos que hay mucha gente en situación de calle.

Bouzas: ayúdennos a hacer un relevamiento de esa gente porque necesitamos trabajar sobre eso (describe las dificultades que presenta esta situación, todos coincidimos en que el tema es de difícil solución) El plan BAP (Bs. As. presente) no da todas las soluciones: la gente no quiere ir. Es gente que prefiere la precariedad a la convivencia en esos lugares. Espacio público esta trabajando en eso porque se está presentando un problema: se está yendo la gente a vivir a los parques. Hay que darle una alternativa a esta gente pero de ahí a que no te queden espacios públicos...

Se formaliza el acuerdo para recibir información de la tramitación antes del vencimiento del plazo del 9 de febrero y se da por terminada la reunión.



Alerta vecinal
Reunión de la Comisión Plaza (6 de febrero) con la participación del director del CGPC 5 y un grupo de asesores.
Nos dejó más dudas que certezas. Nos notificó que existe la idea en el GCABA de construir la sede del CGPC 5 en el predio.
El argumento fue que como la plata no está (¿?) y el CGPC necesita sede propia, se les ocurrió matar dos pájaros de un tiro: construir la Plaza restándole 1000m2, adicionando una construcción de tres pisos (2500m2) y adjudicándolos al CGPC para ahorrar (¿?)
Se le señaló que la reserva de la partida indemnizatoria tiene una ley que la respalda, que no hay razón para que la suma se diluya como “partida no utilizada en tiempo y forma”.
Según Bouzas para el vencimiento del convenio de avenimiento (8 de febrero) puede acordarse una prórroga. Sobre la vigilancia se han destacado consignas temporarias y se va a reparar el portón de Carlos Calvo.
Ciertas manifestaciones desafortunadas del funcionario (“si al GCABA se le ocurriera hacer allí un hospital, podría hacerlo”) dejaron la ingrata sensación de presión para aceptar la oferta del CGPC 5 en el predio. Le manifestamos que para ello habría que modificar una ley y contradecir la predicada política de espacios verdes, sin contar con el costo político de tirar abajo esta larga lucha.
A su retiro los presentes intercambiamos opiniones y resolvimos, por consenso, que es inaceptable la presencia del CGPC en el predio, más por su funcionalidad que por el espacio que ocuparía (que no es poco, 2.500 m2). Se tuvo en cuenta, por ejemplo, que sería la sede de la futura Comuna y su movimiento absorbería la mitad, cuando menos, de la actividad de la plaza. La comisión, mientras tanto, sigue consiguiendo vínculos para la gestión participativa y en la activa vigilancia del curso del expediente 23.258/07. Cualquier vecino puede preguntar por el trámite invocando el número al 4 323-9400, solicitando Mesa general de entradas a la telefonista. PROXIMA REUNION DE LA COMISION PLAZA: 20 de febrero a las 19 en el Club GON, Pavón 3916.
Patricia Roselló




Ignacio Corsini
El 13 de febrero se cumplen 117 años del nacimiento del Caballero Cantor de la Tanguísima Trinidad: Gardel, Magaldi, Corsini. Tras la muerte de su esposa silenció
su voz, en pleno suceso, sometiéndose a voluntaria reclusión.

Un tano —apelativo con que se conoce a sus paesani del sur—, con la facha de los del norte: rubio y de ojos celestes, como aquella Pulpera de Santa Lucía que fijó la cúspide de su popularidad.
Un tal Corsini le da su apellido y se diluye en las calles de Troina en la Sicilia de fines del siglo XIX. La mamma, entonces, toma las riendas y, como tantos otros italianos de aquellos tiempos, busca mejores horizontes embarcando con su crío, de cinco años apenas, hacia una Argentina que se presenta como la gran oportunidad de escaparle a la miseria y al hambre. Caen las primeras hojas del almanaque de 1896 cuando Socorro Salomone y su hijo Andrés Ignacio llegan a Buenos Aires para establecerse en la calle Artes y Oficios al 500, pleno Almagro en aquel tiempo, hoy Quintino Bocayuva, en el corazón de Boedo.
La vida en la ciudad dista mucho de la promesa soñada en la vieja Europa, de manera que el próximo paso es la provincia de Buenos Aires, una estancia en Carlos Tejedor para ser más precisos. Allí el joven Ignacio curte su espalda en las duras tareas de campo y su espíritu en el encordado que le enseña a templar el Negro Domingo, según cuentan. Seguramente nutrido por aquellas vivencias recordará luego: “Los pájaros me enseñaron la espontaneidad de su canto, sin testigos, en el gran escenario de la naturaleza. Aprendí a cantar como ellos, naturalmente y sin esfuerzo”.
Cuando el jovencito regresa al proto Boedo de esos años, ya el canto y su admiración por Betinoti —cercano en la vecindad y en la inspiración— habían dejado de ser sólo un sueño.
El circo criollo en pleno auge es el escenario indicado para el lanzamiento. Allí conoce a un artista del medio que lo introduce al mundo de la escena: José Pacheco. Y a su hija, Victoria, con quien entabla una relación que culmina en casamiento antes de cumplir sus veinte años. “En ella tuve la gran compañera de toda mi vida, la que me alentó en mis horas inciertas y a la que debo gran parte de mis triunfos”, diría, años más tarde, recordándola después de su muerte.
1912 resulta significativo ya que comienza su relación con Pepe Podestá y consolida su prestigio a punto tal que la compañía Victor, que en ese año posa sus equipos en el país, le ofrece la oportunidad de realizar sus primeras grabaciones. Aún el tango está lejos, su repertorio se limita a temas del ámbito campesino: valsecitos, canciones criollas y estilos. No obstante bastan para asentar definitivamente su prestigio de refinado cantor e intérprete.
Surgen algunas letras tangueras con las que incursiona tímidamente en la canción porteña hasta que en 1922 sus actuaciones le dan la oportunidad, en el sainete “El bailarín de cabaret”, de estrenar “Patotero sentimental”. Es un verdadero suceso que lo consagra en el género y baja, en cierto modo, la bandera de largada a la competencia de la Tanguísima Trinidad: Gardel, Corsini, Magaldi. Son carreras dispares que cada cual encara con su personal estilo pero que no modifican un ápice la particular manera con que la asume Corsini. El modo señorial, carente de altisonancias desmedidas, el privilegio de la afinación y la mesura, son una firma que le vale el apodo de “Caballero Cantor”. Hasta el reo de Celedonio Flores celebra sus interpretaciones en “Cantor bacán”. Esa moderación en el canto la traslada a la vida con su conducta ajena a la juerga y la nocturnidad, habituales en la tanguedia de todos los tiempos. Se lo suele escuchar decir: “No hay que confundir bohemia con cheques sin fondos”.
1925 marca otro hito en su carrera: en sus asiduas participaciones teatrales tiene un papel en “Barcos amarrados”, de Héctor Pedro Blomberg, escritor de prestigio que ya había postergado nada menos que a Alfonsina Storni superándola en el logro del Premio Municipal de Poesía. La amistad que entabla con el autor de la obra derivaría en el exitoso estreno, cuatro años después, de “La pulpera de Santa Lucía”. Y el encuentro de Blomberg con Enrique Maciel, su guitarrista, depararía más de treinta jerarquizadas composiciones descriptivas, preponderantemente, de la época rosista.
En lo cotidiano las polémicas entre partidarios de Gardel y de Corsini se alimentan con sus dispares estilos. Cuentan que, en 1927, en el teatro Cómico, Ignacio realiza una interpretación de “Caminito” que conmueve a la sala. Entre los asistentes, Juan de Dios Filiberto, su autor, viva fervorosamente al cantor. Gardel, quien también participa en la obra —“Facha tosta”— autoriza, en escena, expresamente a Corsini a grabar la canción. Resulta ser algo excepcional, ya que el sello Odeón no permitía nuevas versiones de obras registradas por Gardel y el Zorzal ya la había grabado sin repercusión alguna.
El ideario personal de ambos no está exento de discrepancias: es conocido el hecho de que mientras Corsini graba el tango Hipólito Yrigoyen, Gardel festeja el golpe de Uriburu cantando las estrofas de “¡Viva la Patria!”
Todas estas oposiciones construyeron una rivalidad que se sostenía más en los simpatizantes que en los propios protagonistas. Ellos, soslayando sus diferencias, solían compartir un pucherito en “El Tropezón”.

El cine —mudo por entonces— no es campo en el que pueda destacarse un cantor; sin embargo, incursiona en repetidas oportunidades, a partir de 1916, con actuaciones como galán y protagoniza —en 1932— un hecho histórico con su participación en “Rapsodia gaucha”, un audaz largometraje de José Agustín Ferreyra que trata de ser la primera película que incorpore el sonido a la propia cinta fílmica. El intento, de tan imperfecto que resulta, nunca se pudo estrenar oficialmente, para decepción suya y de sus compañeros de elenco encabezados por Irma Córdoba y Miguel Gómez Bao. La voz de Corsini debe esperar hasta 1934 cuando en “Idolos de la radio” luce sus dotes junto a Ada Falcón, Olinda Bozán y Tito Lusiardo.
La celebridad y la sobriedad mantienen un delicado equilibrio, equilibrio que sería puesto a prueba en los próximos años con la trágica desaparición de sus dos “rivales”: Gardel en el 35 y Magaldi tres años después. Un inesperado accidente y una repentina enfermedad aportan calidad de mito y no poca intocabilidad alimentada por la necrofilia tanguera. El “sobreviviente” Corsini absorbe el impacto sin alterar su conducta.
Ya Jaime Yankelevich percibe el protagonismo que sucederá a esas pérdidas y conviene con Ignacio -en 1939- la firma de un contrato en el que “El señor Corsini es artista exclusivo de Radio Belgrano, no pudiendo actuar en ninguna otra radiodifusora ni aún en los meses de descanso. Figurará en primer término en la propaganda radial. Actuará en tres emisiones semanales de una hora de duración, comprometiéndose a estrenar ocho canciones mensuales, como mínimo”.
Las giras confirman ahora al mito superviviente. Un viaje a Córdoba con Fernando Ochoa y Mercedes Simone tiene una parada obligada en Oncativo: los simpatizantes interrumpen el paso del tren para que Corsini les entone alguna canción.
El suceso de su carrera va a tener un final imprevisto: el fallecimiento de su esposa. Es un obstáculo que no puede superar. Por propia decisión, el 28 de mayo de 1949, deja el estrellato tan duramente alcanzado haciendo su última interpretación en Radio Belgrano, la emisora testigo de sus mayores éxitos. En la pérdida de su gran amor no pudo sostener la vigencia de su pasión, el canto.
Solo una aparición pública en “Volver a vivir” por Canal 7, doce años después, señala la severidad de su reclusión en su casa de la calle Otamendi, donde fallece el 26 de julio de 1967, dieciocho años después de haber silenciado voluntariamente su incomparable voz.
Queda sobre el piano, en el protagónico lugar de la sala, una foto cuyo autógrafo reza: “A mi amigo Ignacio Corsini, el gran intérprete de las canciones de mi tierra. Su admirador, Carlos Gardel”.
Mario Bellocchio


SINOPSIS DE LOS PRINCIPALES DATOS BIOGRAFICOS:
Nace el 13 de febrero de 1891 en Troina, en la provincia de Catania (Sicilia, Italia).
En 1907 José Pacheco lo introduce en la actuación en el circo criollo.
Debuta con los “Nobles serranos” en una humilde sala llamada “El progreso”.
En 1909 José “Pepe” Podestá lo incorpora a su compañía como actor-cantante.
En 1910 se casa con Victoria Pacheco, con quien tiene sólo un hijo.
En 1912 graba sus primeros discos para el sello Victor.
Desde 1920 comienza a grabar para Nacional-Odeón. Conserva este vínculo hasta el final de su carrera.
En 1913 regresa a sus actuaciones en la ciudad terminadas las giras con los Podestá.
Hasta 1927 participa en gran cantidad de representaciones teatrales de géneros diversos entre las que se destacan “Juan Moreira”, “Los 33 orientales” y “La Piedra del Escándalo”, de Martín Coronado. Las giras por nuestro país y el Uruguay acrecientan su prestigio. En “El bailarín de cabaret” -1922- inicia con particular suceso su incursión en el tango a través del estreno de “Patotero sentimental”.
En 1925 participa en “Barcos amarrados” de H. P. Blomberg. La amistad que inicia con él le dará -cuatro años más tarde- su más sonado éxito: “La pulpera de Santa Lucía” y una treintena más de canciones vinculadas a la época rosista.
Con el auge de la radiofonía se dedica mayormente a su oficio de cantor.
En 1934 hace su última incursión en una comedia musical llamada “La canción de los barrios”.
Filmografía: cine mudo: “Santos Vega” (1916), “¡Federación o muerte!” (1917), “Milonguita” (1922) y “Mosaico criollo” (cortometrajes, c. 1930). Cine sonoro: la fallida “Rapsodia gaucha” (1932), “Idolos de la radio” (1934) y “Fortín alto” (1941). Allí conoce a Edmundo Rivero, para el que luego compondrá “Aquel cantor de mi pueblo”.
Discografía: deja grabados más de seiscientos títulos entre los que merecen destacarse: “Caminito”, “Charlemos”, “Cuartito azul”, “Destellos”, “El adiós”, “El adiós de Gabino Ezeiza”, “Fumando espero”, “Griseta”, “La pulpera de Santa Lucía”, “Ladrillo”, “La que murió en París”, “La viajera perdida”, “La mazorquera de Monserrat”, “La guitarra de San Nicolás”, “La canción de Amalia”, “Los jazmines de San Ignacio”, “Milonga triste”, “Patotero Sentimental” y tantas otras.
Muere en la Ciudad de Buenos Aires el 26 de julio de 1967.

FUENTES DE DATOS: los artículos publicados por Eduardo Stilman, Oscar Mármol y Roberto Selles.
Y http://www.cinenacional.com/.



Rebirth of a Bohemian Barrio
(Renacimiento de un barrio bohemio)

El lunes 28 de enero Boedo tuvo su nota en el prestigioso “The New York Times”. Con la firma de Ian Mount, el título y la ilustración que se acompañan, realizó una recorrida barrial que puede pecar de parcial para nuestra óptica pero que refleja el crecimiento sin pausa que ha tenido, para el interés turístico, nuestro entorno.
“El barrio Boedo de Buenos Aires fue cuna artística a principios del siglo veinte, hogar de gigantes de la cultura argentina como el escritor Roberto Arlt y de poetas del tango como Homero Manzi. Pero Boedo —un barrio de clase media acomodada, cuya famosa cancha de fútbol fue destruida y comprada por el supermercado Carrefour— cayó en el anonimato luego de la segunda guerra mundial”, comienza describiendo.
“Sin embargo, en los últimos años —continúa—, experimentó un renacimiento cultural. Al igual que otros barrios bohemios, como San Telmo y Palermo, se ha poblado de teatros independientes, restaurantes y bares “progres” surgidos en medio de centenarias casas “chorizo” y chalés representativos de Boedo. En ambas aceras de la avenida Boedo están emplazadas esculturas de renombrados artistas y los vecinos hoy mayores son aquellos que eran adolescentes durante el último boom del barrio.”
La nota, entonces, recorre el camino del detalle describiendo los locales a los que accedió el cronista, de los que proporciona datos y particularidades que ofrecen al visitante. En la polifacética lista figuran “Pan y Arte”, la sala teatral “Timbre 4” —citando la asistencia de Francis Ford Coppola a uno de sus espectáculos—, el “Café Margot”, el “Museo Monte de Piedad”, el pub “Cossab”, el “Club Killer”, el “Almacén Porteño” y el restorán “Kensho”.



Callejeando historia
Schmidel, Centenera y otros fundadores de nuestras letras


A lo largo del pasado año, este cronista callejero anduvo renegando por la escasa presencia de artistas en la nomenclatura de las calles porteñas. Para ser más precisos se había encaprichado en la búsqueda de pintores y escultores y su cosecha, como habrán visto los sufridos lectores que lo siguen, fue bastante modesta, apenas como para completar el año de reseñas. No contento con esto, quiso aprovechar el pequeño receso que Desde Boedo realiza en enero para seguir callejeando en busca de personalidades que no fuesen militares, políticos o próceres, que si bien quizás mucho hayan hecho por la patria no menos hicieron en su construcción —para bien o mal— los hombres y mujeres dedicados a las artes. Tuvo mejor suerte que con los plásticos, halló muchos músicos que algún día reseñará y, para su contento, encontró escritores para todos los gustos, tanto nacionales como universales: desde Cervantes, Quevedo y Lope de Vega —medio Siglo de Oro— hasta los ingleses Milton y Shakespeare, desde los franceses Moliere y Voltaire a los italianos Leopardi y Manzoni, y esto sin contar a los griegos y romanos o a los numerosos americanos. Pero como el cronista trata de ceñirse a los hombres y hechos que tengan que ver con la historia nacional, este año se ha encaprichado con los escritores de estas tierras, por lo que si los lectores tienen nuevamente paciencia tratará de rescatar aquellos más significativos por mérito propio o en el marco de su época.
Así pues, para empezar por el principio, no queda otro remedio que remontarse a los primeros españoles que llegaron al Río de la Plata y si bien el honor le corresponde a Solís (de quien ya hemos hablado en otro callejeo) en 1516, recién en la expedición de Pedro de Mendoza encontramos un soldado y un fraile que dejan su testimonio. Uno, Ulrico Schmidel, lansquenete alemán que años más tarde y de vuelta en su tierra escribirá Viaje al Río de la Plata inaugurando nuestra historiografía; el otro, más literario, fray Luis de Miranda, que no contento con ser fundador de la primera Buenos Aires funda también nuestra literatura con su Romance elegíaco, escrito en Asunción, donde se había instalado como capellán después de la destrucción de nuestra protociudad por órdenes de Irala. Muy de su época, Miranda personifica a las tierras del Plata como una mujer que seduce y traiciona a quienes quieren conquistarla, toma la ejecución de Osorio como punto de partida y causa del desastre final de la empresa a la manera de las tragedias griegas, y compara el sitio por los indígenas y el hambre subsiguiente con el realizado por el futuro emperador Tito a Jerusalén, tal como lo había contado Flavio Josefo en su Guerras de los judíos. Al fin y al cabo, Miranda es hombre del Renacimiento, muy dado a las citas clásicas y, como ya dijimos, religioso, dato a tomar en cuenta pues desde la Antigüedad hasta bien entrado el siglo XIX los estamentos sacerdotales eran los únicos mayoritariamente letrados en un mundo de analfabetos, por lo que no debe entonces extrañarnos la gran cantidad de hombres y mujeres de sotana o hábito que se dedicaron a las letras, tanto en Europa como en América.
Y aquí entra en escena otro fraile, quizás más conocido, que vino con la expedición del adelantado Ortiz de Zárate en 1572 como arcediano y aún se encontraba en el Plata cuando Garay refunda Buenos Aires: Martín del Barco Centenera. Le debemos —que no es poco—nuestro gentilicio pues su obra, también en verso, se llamó Argentina y conquista del Río de la Plata, pero el buen fraile no era tan bueno en lo personal pues acusado de “bigardo” (esto es fraile licencioso, pendenciero, bebedor y mujeriego) perdió su puesto de inquisidor en Cochabamba, donde había comenzado su poema, volviendo a Europa y publicando su obra en Lisboa en 1602. Diez mil versos en veintiocho cantos la componen, en franca imitación de La Araucana de Alonso de Ercilla, y si bien los llama “poema histórico”, no dudó en introducir seres monstruosos, sentencias morales y otras zarandajas propias de su tiempo.
Pero no seamos tan duros con Centenera, que ya dijimos cuál es nuestra deuda con él, y pasemos al primer escritor que, aunque también cronista, es el primer criollo. Ruy Díaz de Guzmán nació en Asunción hacia 1558, hijo de un hidalgo que había conspirado contra Irala y, para salvarse de la muerte, prefirió casarse con una de sus hijas mestizas, Úrsula. Soldado como el abuelo, participó en las campañas de conquista y asistió a la fundación de pueblos en Paraguay y la Argentina; vivió en Asunción y en Buenos Aires, donde fundó la orden de Nuestra Señora de la Libre Concepción en el convento de San Francisco y ya cincuentón largo le encomendaron la guerra contra los chiriguanos que libró entre 1614 y 1619, año en que regresó a morir como alcalde a Asunción. Instalado en 1606 en La Plata (la actual Sucre, que también se llamó Charcas y Chuquisaca), trabajó en los documentos existentes sobre la conquista de las provincias del Río de la Plata y escribió su obra que, por falta de imprentas, recién fue publicada en 1835 por Pedro de Ángelis en base a códices conservados por los jesuitas, pasando a conocerse —para diferenciarla de la obra de Centenera— como La Argentina manuscrita.
Y ya que hemos mencionado al primer criollo, no podemos dejar de referirnos a Luis de Tejeda, el primer poeta “argentino”, fraile nacido en Córdoba y ligado, por lazos de familia, con el fundador Jerónimo Luis de Cabrera y con Santa Teresa de Jesús. Con estudios de “humanidades” realizados en el Colegio Máximo de los jesuitas, desempeñó cargos políticos y militares importantes, además de acrecentar la fortuna familiar. Pero sus procedimientos despóticos acabaron llevándolo a la cárcel y a la pobreza, por lo cual se hizo fraile domínico al final de su vida. Allí, a semejanza de Lope de Vega, le entraron los remordimientos por su juventud licenciosa y si aquél escribió El peregrino en su patria, Tejeda publica en 1604 El peregrino en Babilonia, donde hace un mea culpa y estigmatiza a Córdoba por su ambiente pecaminoso del cual lo rescata la Virgen María. Huelga decir que “Babilonia” no es otra que la capital mediterránea y si bien el verso de Tejeda está ligado a los modelos europeos ya comienza, como en las demás artes, a configurar un fenómeno nuevo: el barroco que portan los españoles, al contacto con la geografía, el paisaje, la flora y la fauna americanas, no será mero trasplante ni copia, será el barroco americano.
De los tres frailes —quizás injustamente— sólo uno mereció figurar en la nomenclatura urbana. La avenida Martín del Barco Centenera corre desde Rivadavia hasta Riestra atravesando los barrios de Caballito y Parque Chacabuco y, por esas cosas del destino, es una referente ineludible de la geografía ciudadana por obra de otro poeta, Homero Manzi. Mejor suerte, aunque diversa, corrieron los cronistas Schmidel y Díaz de Guzmán: mientras al primero lo ubicaron en Mataderos, corriendo desde Escalada hasta la General Paz entre Pizarro y Ercilla, al segundo le asignaron una calle que se extiende, entre Patricios y Azara, desde Martín García hasta Olavarría en el barrio de Barracas.
Diego Ruiz



Señaladores
Excepto por los carteles indicadores y por los mapas, la vida carece absolutamente de certezas. Nadie sabe muy bien hacia dónde va y ni siquiera si va a alguna parte. Sólo la costumbre ancestral de dejar marcas para señalar nuestro paso por el mundo nos libra de naufragar en la incertidumbre.
Ariadna salvó a Teseo de perderse para siempre en el laberinto dándole un ovillo para que al caminar dejara una estela y pudiera volver sobre sus pasos. En el laberinto de las callecitas de Venecia sólo los carteles que indican la forma de salir le permiten al viajero regresar al hogar. En novelas tan largas como “En busca del tiempo perdido” o en los cuentos breves que leo en el subterráneo, sólo el señalador me orienta diciéndome cuál fue la última página que leí antes de bajarme en la estación Florida y dejar atrás todo el mundo de palabras en que me alojaba. Es también el señalador, hospitalario, el que me da la bienvenida al mundo sutil que abandoné por la mañana y el que vuelve a guiarme por el sendero de palabras, por el frágil universo que levita sobre la página mientras el subte va en línea recta otra vez hacia Avenida de los Incas.
Cada vez que coloco un señalador entre las hojas de un libro vuelven a mí dos recuerdos de infancia. El primero es el herbario escolar que me obligaba a secar plantas entre hojas de papel. El segundo, el termómetro de los días de gripe que me ponían bajo el brazo a la espera de que éste señalara la temperatura exacta de mi cuerpo que mi madre adivinaba afiebrado al tocarme la frente. ¿No es acaso el señalador el que nos permite volver al calor agobiante de los cuentos de Quiroga o al frío polar de Jack London? ¿No es el señalador el que vuelve a darnos cabida en el refugio tibio de la página? En los libros de mi padre he encontrado, además, alguna hoja seca del roble que plantó de chico y en los libros de mi adolescencia alguna flor marchita que señalaba un poema de amor desesperado que hablaba de mis propios sentimientos, que se había convertido en mi propia voz. Pero esos señaladotes no sólo marcan hitos en el mundo ficticio de la literatura, sino también en ese otro mundo ficticio que es el pasado. Los recuerdos no son instantáneas del ayer, sino relatos que inventamos para contarnos nuestra propia vida, son novelas interiores a las que volvemos de la mano de un señalador que siempre indica en dirección contraria a la flecha del tiempo: una flor seca, una carta vieja, un aroma olvidado, una melodía, una foto, una mancha de café en una servilleta de papel que hemos atesorado como la reliquia de una felicidad tan lejana que cuesta creer que la vivimos alguna vez.
Hace poco descubrí un señalador que había olvidado. Estaba entre las páginas de un libro que nunca terminé. Como un reloj parado, me señalaba la hora en que todo se había detenido, el momento en que el mundo de la historia se había disuelto para mí. Era un libro que ni siquiera recordaba haber comenzado a leer. Pero allí estaba el señalador trayendo a mi memoria una acción olvidada.
Debe de ser por esta propiedad de dejar marcas reales en mundos que no existen que me gustan tanto los señaladotes. Tuve uno de sándalo, ideal, por su aroma oriental, para guardar entre “Las páginas de las mil y una noches”. Me regalaron hace poco uno que tiene una cinta rematada en una figurita victoriana. Su destino natural es perderse en un libro de Oscar Wilde para ser reencontrado cuando sus páginas estén amarillentas. Mi amigo Edgardo Lois me regaló uno pintado a mano por su padre. Su paisaje se superpone a cualquier geografía literaria.
Heredé un libro de pequeño formato con poemas de Quevedo. Es una edición en papel biblia y tiene un marcador incorporado: una cintita color lacre que ha servido para señalar no sólo mis propias incursiones poéticas, sino también las de mi padre, como si esa cinta fuera una metáfora de la continuidad del tiempo, de su repetición incesante.
A pesar de las normativas escolares en contra de hacerles “orejas” a los libros, de vez en cuando, cuando no tengo un señalador a mano, le doblo una esquina a una página en una especie de tosco origami. Es mi manera rudimentaria de decir “yo estuve aquí”, “yo leí esta página” o “yo no concluí esta historia”. No es más elaborada, después de todo, la señal que dejamos en el mundo al partir. Nuestro destino es convertirnos, apenas, en el doblez de una página.
Mónica López Ocón



El monumento a Lavalle
En diciembre de 1887 fue inaugurado el monumento al general Juan Lavalle en un fastuoso acto público al que asistieron, entre otros, el vicepresidente de la Nación, Carlos Pellegrini, y el decano de los historiadores argentinos, Bartolomé Mitre. Se rendía así homenaje a un luchador, símbolo de nuestras guerras de la Independencia y civiles.
En 1812 Lavalle, con apenas catorce años, se había incorporado al Regimiento de Granaderos a Caballo comandado por el entonces teniente coronel José de San Martín. Estuvo presente en las campañas libertadoras a Chile y Perú y el general de los Andes lo destacó en la expedición auxiliar para la liberación de Ecuador. Años más tarde participó de la guerra del Brasil (1825-1828), donde los militares que habían formado parte del ejército sanmartiniano se enfrentaron en más de una oportunidad al general del Ejército Republicano, Carlos María de Alvear. En diciembre de 1828 protagonizó el golpe de Estado contra el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel Dorrego, a quien fusilaría, después de tomarlo prisionero, en la localidad de Navarro. Por entonces nos encontrábamos en los inicios de la segunda etapa de la guerra entre porteños y provincianos, entre unitarios y federales. Lavalle, aislado tras el golpe de diciembre, pactó con Juan Manuel de Rosas, en Cañuelas y Barracas. Rosas accedió a la gobernación, y Lavalle se exilió en Montevideo. Trabajado ideológica y psicológicamente por la oposición unitaria (la misma que lo había incitado a matar a Dorrego), finalmente accedió a comandar a la Legión Libertadora (1839) con el apoyo de Francia, a fin de derrocar a Rosas. Fallaron sus cálculos políticos y militares. Después de avanzar sobre Buenos Aires, se vio obligado a retroceder hacia el interior mediterráneo siendo sus fuerzas sucesivamente derrotadas en Quebracho Herrado, San Cala y Famaillá. Los restos de la Legión Libertadora se retiraron hacia Jujuy, encontrando Lavalle la muerte, en circunstancias confusas, en una casa de la ciudad norteña. Sus partidarios se llevaron el cuerpo consigo, porque temían que fuera profanado, le cortaran la cabeza y la expusieran públicamente en una pica. Pero el intenso calor de la Quebrada de Humahuaca obligó a sus partidarios a descarnar el cadáver, enterrar sus restos y llevarse consigo la cabeza y el corazón hacia Bolivia, a donde se estaban fugando, hasta depositarlos en la iglesia matriz de Potosí. Finalmente sus restos fueron repatriados después de 1860. Los hombres que derrotaron a Rosas y que hegemonizaron la formación del Estado Nacional, entre ellos Bartolomé Mitre, emprendieron la glorificación de quienes habían combatido al rosismo.
La estatua de Lavalle se inauguró conjuntamente con otra a José María Paz (aunque ésta en la ciudad de Córdoba siendo el presidente Miguel Juárez Celman, el que presidió su inauguración). Mitre dijo respecto de la estatua de Lavalle: “Este monumento, costeado desde la base a la cúspide por el óbolo del pueblo, a cuya fundación han concurrido la Municipalidad de Buenos Aires y el Gobierno de la Nación, es la representación sintética de la vida y la misión del gran ciudadano en cuyo honor ha sido erigido, y su inauguración es un acontecimiento nacional. El basamento, con sus catorce fases y sus escudos municipales, representa las catorce provincias que él recorrió una por una con sus legiones populares, combatiendo por su libertad y por su honor, y reuniendo por la primera vez a todos sus hijos y a todos sus partidos bajo una bandera redentora y unificadora. La columna que se levanta sobre la fortaleza de las catorce provincias unidas es el símbolo de la nacionalidad, una y única, por cuya independencia trabajo Lavalle en toda su extensión del continente americano y por cuya libertad y unidad pugnó en toda la extensión de la República Argentina. Lavalle se nos presenta en lo alto de esta columna simbólica, que no es un pedestal sino una tribuna póstuma, como se presentaría el mismo para hablar a los presentes y venideros si el soplo de la vida lo animara por un momento. Es el combatiente desarmado por la muerte, es el jornalero que ha terminado su tarea en la vida, y que en actitud modesta y digna se presenta a su posteridad, pidiéndole su fallo definitivo, resignado de antemano a él, cualquiera que sea. Tal es la significación patriótica, moral y artística, de este monumento”. (1)
Se levanta precisamente en la Plaza Lavalle (ex Plaza del Parque) y su escultor fue Pedro Costa.
Miguel Ruffo


NOTAS:(1) Discurso de Bartolomé Mitre al inaugurarse la estatua al General Juan Lavalle citado por HERZ, Enrique Germán en “Historia de la Plaza Lavalle”, MCBA, Bs As, 1980, pags 68-70.



El Picadero
1981: país cerrado, teatro abierto
2007: país abierto, memoria a demoler


En un momento de la larga y tenebrosa noche de los últimos dictadores, un puñado de artistas tramaron un arriesgado ejercicio de resistencia.
Idearon un ámbito sin saber muy bien a qué se abocaban. Sólo sabían que algo había qué hacer. Eran hombres y mujeres del teatro: actores, autores, directores, escenógrafos, técnicos..., en fin, trabajadores de una cultura lacerada por la censura, las listas negras, la quema de libros, el exilio forzado y las desapariciones urgidas desde el antojo macabro de los militares y civiles impulsados por el terrorismo de Estado y la implantación -a sangre y fuego- de un perverso modelo económico y social de exclusión y miseria. Las mieles neoliberales quedaron reservadas para las minorías adictas a aquella “nueva” Argentina.

Con el impulso inicial de Osvaldo Dragún, seguido por Tito Cossa, Carlos Somigliana, Aída Bortnik, Carlos Gorostiza, Griselda Gambaro, Eduardo "Tato" Pavlovsky, Ricardo Halac y tantos otros, fue parido, en 1981, Teatro Abierto, en el mismo momento en que la rutilante llegada de Frank Sinatra a nuestro “país jardín de infantes”, tal la calificación de María Elena Walsh, cautivaba a aquellas minorías e imponía el necesario ejercicio de distracción, uno más. Llegaba La Voz, algo impensado en otros tiempos. Sin duda estábamos asistiendo a “otra” Argentina, donde ciertos silencios representaban la salud oficial y algunas estridencias, los mejores logros de esos “salvadores de la Patria”.
Teatro Abierto representó el más importante hecho cultural de resistencia, advertencia sobre lo que realmente pasaba y provocación para tomar conciencia. En definitiva, el objetivo del arte.
El Teatro del Picadero, instalado en el entonces pasaje Rauch 1847, fue el escenario propiciatorio.
Para Teatro Abierto se escribió, se ensayó, se montó, se dirigió y se actuó a medida de aquella señal. Así fuimos tomando conciencia. Los enemigos también: ¿qué quieren esos zurdos? Fijate vos, ahora los subversivos derrotados en el frente de combate pretenden ganar la batalla cultural. Seguramente así habrán pensado los habitantes de las cuevas. Sin más, obraron en consecuencia. Entonces el fuego dominó la escena.
En la misma noche del suntuoso banquete-show de La Voz, un premeditado incendio terminó con El Picadero. El dictador de turno era el precario general Viola, un títere de la Junta Militar cuyo líder, el general Galtieri, tenía planes propios que no abarcaban al pequeño Viola. El calor del incendio intencional de El Picadero prendió en los integrantes de Teatro Abierto. El ciclo continuó con el apoyo del Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Sábato y Edmundo "Pucho" Guibourg, entre otros. Una sala de la avenida Corrientes, El Tabarís, fue cedida por su dueño, el empresario Carlos A. Petit, propietario del emblemático Teatro El Nacional. Y Teatro Abierto siguió resistiendo con un masivo apoyo del público.

El edificio que albergó a El Picadero (inaugurado como teatro en 1980), fue diseñado en 1926 por el prestigioso arquitecto Benjamín Pedrotti, y fue destinado, originalmente, para una fábrica de bujías.
Según los especialistas de la asociación vecinal Basta de Demoler, “se trata de un magnífico exponente de la arquitectura industrial de principios del siglo XX”. En su fachada, se destacan símbolos vinculados con el automovilismo: ruedas aladas, choferes con gafas, coronas de laureles e intrépidas águilas.
Para muchos vecinos, el edificio del actual pasaje Discépolo (felizmente rebautizado con el nombre del inmenso poeta el 11 de noviembre de 2005), cuya curva, traza del viejo ferrocarril, une la avenida Corrientes con la esquina de Callao y Lavalle, es una estructura indisolublemente ligada a la memoria colectiva. El pasaje fue remodelado y convertido en peatonal.
Hoy, el edificio de El Picadero, que sucesivamente fue recuperado como teatro y estudio de televisión, corre el riesgo de ser demolido por las topadoras de la desmemoria. Un negocio inmobiliario impulsado por el estudio de arquitectura de Mario Roberto Alvarez pretende levantar varias torres y locales comerciales.
Los vecinos de Basta de Demoler no perdieron tiempo. Se movilizaron, presentaron un recurso de amparo ante la Justicia y la obra de demolición quedó en suspenso. Quieren que se respete el teatro sin mengua del proyecto edilicio. Han echado mano a aquella vieja ley, la 14.800 (aun vigente y tantas veces violada) de tiempos de Frondizi que declara de interés nacional la actividad teatral y cuyo espíritu indica que donde existe una sala teatral, debe garantizarse su permanencia y si se demuele por motivos justificados, debe levantarse una nueva sala teatral.
La medida cautelar fue dictada, en el final de 2007, por el Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario 12. Hace poco, vecinos, actores y autores, volvieron a movilizarse frente al edificio hoy tapiado por intereses indiferentes a nuestra cultura popular. También se movilizaron frente al recuerdo de El Picadero y la lucha de Teatro Abierto. Tiene razón Cipe Lincovsky: no podemos permitir que nos sigan demoliendo la memoria.
No debemos permitir el lamento ante el hecho consumado, como tantas veces sucedió con muchas riquezas arquitectónicas de nuestros barrios (Boedo sigue cargando el lagrimón por el demolido cine-teatro Nilo). Basta ya de escombros crepusculares.
Leonardo Busquet

AL CIERRE DE ESTA EDICION:
La ONG Basta de Demoler logró mediante la presentación de un recurso de amparo detener la demolición del Teatro El Picadero (Pje. Discépolo 1847). Por orden de la justicia porteña se suspendió la demolición de la sala inaugurada en 1926.



Construyendo la venganza
Florida, mi calle favorita, desemboca en Plaza San Martín y allí, en el 1065, se levanta, orgulloso y altanero, el Edificio Kavanagh. Lo precede, por la misma calle, el Plaza Hotel.
Cuando al cruzar el pasaje entre los dos edificios, giramos la cabeza hacia la derecha, observamos la silueta de la Basílica del Santísimo Sacramento, uno de los templos más lujosos de Buenos Aires. Nacido en un principio como iglesia-sepulcro familiar de los Anchorena —la familia más acaudalada de la Argentina en su tiempo—, fue producto de la voluntad de una mujer de la aristocracia argentina que decía que si ella vivía en un palacio, su Dios también merecía uno.
Mercedes Castellanos de Anchorena, así se llamaba, concibió a esta basílica como uno de los templos más lujosamente decorados de la ciudad, en el que se destacaban una enorme Custodia en oro y plata, un órgano francés de 1912, vitrales y ornamentos de mármol, granito azul, bronce y mosaico veneciano. ¡Bah!, que Merceditas y su Dios no se privaban de nada, y la patricia dama disfrutaba la gloria de ver desde su palacio, ubicado al otro lado de la plaza —donde actualmente funciona la Cancillería argentina—, las cúpulas de tan magnífico templo, experimentando, casi con seguridad, la omnipotencia del poder y la riqueza.
Con lo que no contaba Ña Mercedes era con Cupido. Ese sinvergüenza que, con su carcaj y flechas, arruina los mejores y más increíbles panoramas.
Parece ser que un hijo de esta dama se enamoró de una joven de la burguesa familia Kavanagh. Y si bien a los Kavanagh el parné, la biyuya, la guita, vamos, no les faltaba, lo que no tenían era el pedigree, tan importante para los Anchorena, como para las vacas y caballos que criaban en los latifundios de sus estancias bonaerenses.
Como todavía no existía la revista Hola —donde se pudiera aprender sobre resignar la alcurnia, al contemplar a reyes y plebeyos disfrutando de idílicas y bucólicas armonías conyugales fotografiadas a todo color para delicia de los ávidos consumidores de romances y princesas 2007—, la niña Kavanagh conoció el oprobio de ser rechazada por los Anchorena en pleno, ya que la patricia familia no consintió una unión “inaceptablemente inconcebible”.
Pero los Kavanagh también tenían matriarca, no vayan a creer. Corinita, se llamaba. La tal Corina se ofendió mortalmente y comenzó a pergeñar una manera de vengar la afrenta. Pero eso sí: eligió una venganza constructiva.
Nunca mejor aplicada una definición que la que acabo de expresar: venganza constructiva, porque nuestra burguesa contrincante, aprovechando un viajecito de Doña Anchorena hacia París, compró un terrenito para hacerse un rancho. Justo, justo un triangulito ubicado frente a la Basílica del Santísimo Sacramento. Y en ese terrenito, ordenó a los arquitectos Sánchez Lagos y de la Torre, en 1936, edificar… ¡el primer rascacielos de Buenos Aires!
No quiero imaginarme a Doña Mercedes aquella mañana en que, al abrir la ventana de su dormitorio para preguntar a su Dios, desde la vereda de enfrente, si le gustaba el palacio que le había regalado, divisó el esqueleto del nuevo edificio. No debe haber habido estancia, ni viaje, ni sedas o brocatos que apagaran su angustia existencial. Habrá pensado, quizá, que hubiera sido mejor entregar un hijo a “esa gentuza” que ver su legado divino oculto y escondido por ladrillos y cemento ¿no?
Era tarde. El Kavanagh continúa hoy, setenta años después irguiendo, rotundo, su proa hacia la Cancillería mientras nos deslumbra, todavía, con todas las originalidades precursoras que lo componen* como si quisiera seguir avasallando a los Anchorena y recordándoles a ellos y a toda la ciudad, el dolor de una muchacha despechada.
Y por si no fuera suficiente con la venganza edilicia, advierto a los futuros visitantes de esta zona que la única forma de ver casi completa la fachada del Santísimo es... ubicarse en el pasaje que separa el Plaza Hotel del rascacielos. A propósito, olvidé decirles su nombre. Ese pasaje, único mirador urbano de la Basílica-Palacio de Mercedes de Anchorena se llama… Corina Kavanagh.
¡Descanse en paz la agraviada burguesía argentina de comienzos del siglo XX! Los ediles porteños han completado, con una chapa azul y letras blancas, aquella original venganza, erigida en ladrillos y vidrios, en cemento y cal.
Cati Cobas

(*) “La millonaria porteña Corina Kavanagh encargó en 1934 un rascacielos a uno de los estudios de arquitectura más prestigiosos de la próspera Buenos Aires de comienzos del siglo XX. La señora Kavanagh vendió dos de sus estancias para financiar la construcción.
Es una torre escalonada de hormigón armado de 120 metros de altura. Se levanta frente a la Plaza San Martín. Cuando se inauguró fue el edificio más alto de Latinoamérica y la mayor estructura en el mundo de hormigón armado. El estilo es racionalista, caracterizado por la austeridad de las líneas, la carencia de ornamentos externos y los grandes volúmenes prismáticos.
Para asegurar la calidad de la obra no se pusieron límites al presupuesto. El Kavanagh, proyectado como un edificio de departamentos de lujo, ganó numerosos premios nacionales e internacionales.
Corina Kavanagh —que tenía 39 años cuando encargó el edificio— se reservó para sí el departamento del piso 14, el único que ocupa toda una planta.
Tan sólo 14 meses demoró el levantamiento del edificio (entre 1934 y 1936), mole que, entre otros récords, ostenta el de haber poseído el primer aire acondicionado central de la Argentina. Su forma escalonada, además de seguir un estilo racionalista, responde también a las restricciones del Código de Edificación de aquel entonces que fue limitando su tamaño original. Cuenta con 33 pisos y 113 departamentos de lujo (todos completamente distintos entre sí). Con 3 ascensores, 5 entradas independientes, 5 escaleras, locales en la planta baja y estacionamiento, resultó una verdadera novedad para la época, que se vio sorprendida por cómo el inmenso lugar se nutría de una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central y depósitos de seguridad”.

FUENTES DE INFORMACION:

* Clarín, 23/03/05, “Leyendas de Buenos Aires”
* Guía Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires (Dirección de Patrimonio del GCABA).




El arte actual, poroso e híbrido
Un tsunami de propuestas. Un alud de imágenes. Un maremágnum de objetos, videos, pinturas, iluminación, construcciones, fotografías, y todo lo que se pueda imaginar. Todo eso es, a veces, la cara visible del arte que nos arrolla, nos avasalla. En tales casos —inmersos— los críticos ya no hablan de “confusión”: la dan por implícita. Y ni qué hablar de si deben enfrentarse a Bienales, Ferias, Documentas; son los que la deben recorrer hasta agotarse para terminar extenuados, habiendo visto y sobrellevado las más desopilantes, huecas e insípidas ideas, donde el gran ausente es el arte. Pero no pueden confesarlo públicamente. Es su trabajo y están encorsetados por todos lados: el medio para el que trabajan, el ambiente en que se han “ubicado”, las tendencias que debieron elegir en su momento, el cuidado para no ser demasiado didácticos o “fáciles de comprender” y el permanente riesgo de ser calificados demodé y aparecer como sapo de otro pozo opinando a contramano. Deben seguir pedaleando la bicicleta a la que el destino hizo que se subieran. Ya no pueden “parar el mundo” ni quieren bajar.
Pero, ha sido —con creces— muy elocuente y definitoria respecto al arte, la nota que escribió el sábado 21 de julio la crítica Alicia de Arteaga en la página de arte de La Nación. En la misma detalla una muestra que se desarrolla en las salas de la Triennale de Milán que reúne gráfica, cine, nuevos medios, fotografía y diseño, nota que está ilustrada por grandes fotografías intervenidas por un tal Erik Avelo que muestran las posibles imágenes del Che Guevara, de Marilyn Monroe y de John Lennon si continuasen con vida, o sea envejecidos: típico recurso circense. La Sra. de Arteaga define puntualmente a “esta producción, porosa e híbrida como el arte actual”. Debe ser así como dice, pues en su crítica resume que la exhibición expone los problemas del “cambio climático y sus consecuencias, el uso y abuso de la energía, la naturaleza y cómo respetarla” y sigue más adelante diciendo que “la propuesta curatorial es de carácter interactivo con espacios para la participación”. O sea un poco de todo, un “todo por dos pesos”. Pero..., hay un gran pero: el artículo explica que todo viene de la mano de dos personalidades como Luciano Benetton y Al Gore, y con ellos los negocios y la política, el dinero y el poder.
La muestra está cumpliendo una gira mundial, o sea que “la porosidad e hibridez” corren peligro de extenderse y llegar a lejanos lugares como el nuestro, ya bastante contaminado. Si eso llegara a ocurrir nos imaginamos que la porosidad se convertiría en solidez y la hibridez en consistencia, porque ¿qué crítico se atrevería a enfrentarse a la promoción oficial, internacional y empresarial de tamaña muestra? ¿Cuál de ellos se negaría a ser invitado a la presentación —recepción y almuerzo de por medio— en la embajada respectiva a los fines de presentar tal original propuesta de encumbrado artista? ¿Quién sería capaz de desentrañar la madeja política o el solapado marketing?
El dilema está planteado hace tiempo, hay respuestas para ello, pero no quienes sean capaces de declararlas. Cada día es más intensa y difícil de desenrollar esa madeja, o dicho vulgarmente “la trenza” entre los diversos poderes políticos, económicos y empresariales. Estos, individualmente y en conjunto dirigen los pasos de una sociedad que simplemente consume y desecha, tienden a reducirle al mínimo la posibilidad de opción, de pensar que sí. En épocas en las que se cree que se decide con independencia, existen menos posibilidades de hacerlo cada día. Y respecto al arte, también. Entonces, todo alienta al arte-espectáculo, al arte-vulgo/masivo, al arte-hedonista, en resumen: al-arte-feria-para-recorrer-con-la-patrona-y-los-chicos. En definitiva todo conduce a alimentarse con un cierto y determinado arte.
Si la mencionada muestra llegara a nuestras costas, el éxito sería resonante. Es de imaginar que Avelo agregaría para nuestro consumo fotos que nos mostrarían a Belgrano envejecido, a Bonavena, al querido Carlitos, a Hipólito Yrigoyen, y para rematarla, por ahí lo incluiría a Spilimbergo o a Lacámera. Con Matusalén no se metería porque no dispone de fotos. Además ya es demasiado viejo.
De lo que sí estamos seguros es de que de concretarse aquí esa publicitada exposición, no habría nadie —ni aun la firmante de la nota mencionada— que se atrevería a decir que es “porosa e híbrida”.
Luis Fernández Arroyo



A la memoria y a la sonrisa del tío Gordo
Fue hace pocos meses que un domingo en lo de mi tío le comenté: ¿será chamuyo eso que dice en el cartel de Margot de que ahí se inventó el sandwich de pavita, en la década del 40?
–De ninguna manera
–contestó–. Si yo lo comía en el 41, en esa esquina estaba el Trianón. –¿Y cómo te acordás que era ese año? –le pregunté.
Porque yo tenía once, y ese año no íbamos a la cancha de Racing, sino a la de San Lorenzo, con papá y Cacho. Agarrábamos Independencia, Boedo, hacíamos parada en el Trianón y comíamos ese sandwich.
Era más o menos así...
Y señalaba, ilustrando su relato, uno por uno los círculos concéntricos de flores dibujadas en el mantel para hacer equivalencias de tamaño con los ingredientes del sandwich (que recordaba con asombrosa precisión).
Mirá, el pan era más o menos como este círculo, la pavita –¡grande!– era como este otro, y en este más pequeño entrarían las rodajas de tomate, una por acá y otra por acá. Y la mayonesa que estaba puesta así...
Me hizo morir de risa, ¿cómo te podés acordar tanto de un sandwich que te comías hace más de medio siglo, gordo? Y se reía.

El tío Gordo (ó Rulo, o don Jorge Rapallo) falleció el año pasado.
Tratando de poner orden en su departamento se me ocurrió hacerle un homenaje. Y pensé que escribir estas líneas era la forma de remitirme a sus pasiones: la historia, el barrio, la vida cotidiana, los diarios... Y reafirmé este pensamiento al contemplar la magnitud de su archivo personal: cientos y cientos de cartas históricas prolijamente ordenadas –de la época de la vida pública de mi abuelo Tito– e innumerables recortes de diarios clasificados por temas que llenan los armarios de la casa y que formaban parte de la vida privada de mi tío.
Me acuerdo que hace cinco años, cuando me vine a vivir a Boedo, él empezó a contarme muchas anécdotas del barrio. Creció en la casa de la calle Independencia y vivió desde que se casó en el departamento de Juan de Garay. Entonces, todo eso que empezaba a percibir yo de la memoria del barrio, me lo contaba él en sus anécdotas personales. La cancha y los bares con su viejo y sus hermanos, los cines y los paseos con mi tía.
Había una conexión entre esa pasión de mi tío por las cosas cotidianas y por los hechos históricos de la humanidad, espiados desde su pequeño mundo, recortados y archivados.
El tono de voz del tío era bajo, lento y hasta entrecortado. Pero si uno se tomaba el trabajo de escucharlo atentamente, superando nuestros tiempos acelerados y ruidosos, se encontraba con ideas claras y con un humor tan disparatado como inocente.
Mis tíos representan para mí muchos de los valores que siento como fundamentales en las relaciones humanas. Eran auténticos y sanos, respetuosos y divertidos.
Y para concluir el homenaje como al tío le gustaría, voy a guardar lo escrito... en mi archivo personal.
Marcela Rapallo



Buenos Aires 41 en la Ideal
El agua nace en surcos, corre, resbala, como si limpiara, pero ensuciando. Surcos rápidos sobre mi propio territorio cuando el agua respira, produce cosquillas y molesta, cuando condiciona y nubla la mirada del pensamiento. Agua con forma de gotitas dibuja su arte efímero entre mi pelo para luego diluviar besanas y después surcos, lo dicho, sobre mi cuerpo. Las gotitas ruedan hacia el piso, pero la mayoría de las malditas lo hacen adheridas a mí; sólo unas pocas son abducidas por la camisa.
No puedo pensar, como si el pensamiento, al final de cuentas, hubiese vivido en el agua profunda que se aloja en mi cabeza y él mismo fuera líquido vital, y, a la vez, mortal elemento. En una Buenos Aires con cuarenta y un grados de temperatura o sospecha térmica, mis ideas se evaporan para hacer agua a poco de alumbrada su levedad. Enseguida son agua, y con más razón ahora que creo haberlas descubierto como líquido en el origen, agua hasta que el calor y Buenos Aires comenzaron a gastarme, a morirme de muerte seca en medio de mi pequeño charco de silencio y desesperación.
Escribo sobre una mesa de la confitería La Ideal, sobre un mantelito claro colocado sobre otro mantelito amarillo. En realidad los colores no se distinguen con certeza, las viejas arañas doradas que cuelgan del techo despiden una luz desganada, quizá debido a las lámparas, quizá debido a la mugre que anida en las tulipas. Dentro de La Ideal no hace el mismo calor que en la vereda de Suipacha, flota en su interior una cierta sensación de frescura, apenas unos grados menos, porque las gotitas, las muy turras, siguen con su plan de cultivo. La duda me gana: ¿realmente está más fresco?
La presencia de algunos ventiladores enmarca la escena, ventiladores de pie, puro metal, viejos, buena circunferencia y un sonido constante a mecanismos en el camino del aire. Pero no sólo escucho mecanismos en acción, sino mecanismos y tiempo; un tiempo como medida existencial del pasado, de un pasado encasillado, y no de un tiempo con sabor prometido para alguna de las posibles vueltas entre el presente y el futuro.
La confitería fue fundada en 1912 y no sé hasta qué año gozó de los esplendores dispuestos para, en aquel momento, su limitado presente de estrellitas eternas; hoy, lejos de aquel firmamento, La Ideal no respira futuro, ni siquiera presente, sólo señales del pasado. La Ideal o un fósforo que se va apagando, o una linterna cargada con desahuciadas pilas chinas con un elefantito blanco pintado en su lomo, o el silencio.
La frescura quizá sea resabio del pasado, sensación térmica de otros días, de ese día en que se detuvo, a las ocho menos diecisiete, el reloj que está sobre el escenario.
Hay cuatro mesas ocupadas en todo el inmenso salón. Cuatro personas sentadas y en trance hipnótico, mirando nada, sin hacer movimientos, esperando ¿qué?; no sé, el calor me evapora las ideas, pero tal vez un tiempo, quizás esperen un tiempo, una pizca de presente, una promesa de futuro o tan siquiera la llegada del invierno. Ellos tan quietos.
El sonido proveniente de los ventiladores arrulla una canción de tumba triste, de metal que tiembla, de aire lastimado en otro tiempo, cuando estas mesas le pertenecían a otra gente; los ventiladores entre tanta madera, los grandes espejos a lo largo de la pared que está a mi izquierda, señas en el paisaje, en la ambientación, y ni en el aire, ni sobre las baldosas gastadas del piso, ni en las superficies de reflejar, en ningún lado se perciben los fantasmas, los buenos fantasmas de los muertos que al parecer nada más se desvanecieron como si hubiesen olvidado sus pertenencias o hubiesen comprado todo nuevo porque aquí todo había muerto de manera estúpida, aburrida, sin memoria.
Sobre una de las mesas de la derecha creo ver la presencia de un amigo de otros días: el Turco. Parece estar igual, como siempre, y sin embargo llevamos tiempo sin vernos; parece que en cualquier momento el Turco se para y baila un tango y ¡cómo baila el Turco! Me digo que si es verdad, que si el Turco entró en La Ideal y no me reconoció, fue porque yo debería de estar perdido o al menos en trance de ser otro; y con razón, claro, me digo, clarísimo, ¿cómo reconocerme en verano?, ¿cómo, si tan pocas ideas me quedan?
Una mujer gorda atiende en la barra, a cada momento camina hacia uno de los teléfonos públicos que están a cada lado de la entrada, coloca la moneda, pero no logra comunicarse. Mientras va de la barra al teléfono y viceversa, veo, más atrás, una nebulosa rectangular, una galaxia lejana de vidrio esfumado; un cartel sobre la heladera del fondo anuncia: masas finas treinta pesos el kilo. En ese momento pasa un hombre viejo a mi lado, lleva en su mano derecha una bolsita plástica blanca, del mismo color que su camisa de mangas largas; el hombre se dirige raudo hacia el fondo lejano del local.
Siento la camisa mojada, me siento y adivino un asco, sospecho que soy un asco, pura suciedad, así como también sospecho que esta confitería está afuera de Buenos Aires (y mucho me gustaría que estuviera adentro) y creo acertar por más que hoy sea día tan de verano. Sospecho la mugre a partir de la nada, sospecho historias de vida, situaciones ínfimas, detonantes pasionales, vetas argumentales de propios y extraños, y todo sin tener la más mínima prueba de absolutamente nada. Desde ya que estas cuestiones, estos flashes, se suceden, vienen hacia mí, aparecen, llueven, con más frecuencia entre los días grises del invierno; en el verano no es tan fácil, o es en el verano cuando llego a equivocarme, a errar el pronóstico, la adivinación. Siempre intenté, intento, explicar lo que me pasa: yo sé, sin prueba ni conspiración alguna, muchas veces yo sé y entonces sucede. Los que escuchan me miran extrañados, en el fondo siempre esperan que les diga que todo es una broma, que macana que veo venir la pelota antes de que alguien patee el córner; se despiden refugiados en sus ideas fundadas en las casualidades de la gran ciudad; casualidades que, por mi parte, sé reales, pero que no alcanzan a explicar mi manera de sospechar.
Leyendo el libro La entrevista periodística de Jorge Halperín, unos días antes de sentarme en La Ideal, descubrí una frase que me dio una manera elegante de poder graficar mi camino hacia el conocimiento de los pequeños futuros: La sospecha como fundamento intelectual. Eso, me dije, Halperín tiene razón, a él le pasa con las entrevistas, a mí en casi todas las cuestiones de la vida, pero, eso sí, en mayor número cuando es invierno.
Casi estoy terminando la botella de agua mineral con gas que pedí cuando comencé a escribir; miro hacia la barra del fondo para calcular cuánto es lo que me puede llevar ubicar al mozo atrapado en la incierta lejanía. No lo veo, pero sí veo que detrás de la barra hay por lo menos dos filas de heladeras, puertas de heladeras o heladeritas, con puerta de madera veteada y con grandes manijas del más puro color metal, heladeras como las que se usaban en algunas carnicerías cuando yo era chico; heladeritas o puertitas cuadradas, formando líneas como si fueran azulejos en un baño.
Miro nuevamente hacia la entrada y reparo en el arbolito de Navidad, 8 de enero y ahí está, sin para qué, olvidado en otro calendario; es de un verde viejo, sucio, sin nieve posible y con bolas rojas. En su base duerme un paquetito envuelto con papel plateado, a su lado hay una única tarjeta abierta, de pie sobre la mesa.
Tres vitrinas dicen presente en las cercanías del simulacro navideño, sólo una tiene luz en su interior: una caramelera que contiene caramelos envueltos en papelitos plateados, una botella de López tinto, y alguna caja de cartón vacía, porque amenaza con derivar hacia su derecha. En otra vitrina veo un gran cartón sobre el que están pegadas una docena de fotografías de otros días; el cartel está apoyado en el piso del cubículo, arqueado, oscuro, olvidado como la tercera de las vitrinas hasta la que mis ojos no llegan.
Llamo al mozo, y desde la barra, luego de desclavar los codos de la madera, viene y viene y por fin: llega. Pago y se va en silencio.
Cambio los anteojos, guardo mi escrito en la carpeta, sé que no tiene final porque me tengo que ir, porque además y por sobre todas las cosas no me quedan ideas: mi vida se evapora cuando en Buenos Aires hace, ocurre, el calor inmundo y salvaje que me deja afuera, como si yo mismo fuera una confitería sin presente ni futuro, sin memoria.
Guardé todo en la valija, me paré y caminé hasta la mesa donde en apariencia estaba sentado mi amigo el Turco. Interrumpí y era él, se paró y me abrazó; presentó a su compañero de mesa y me dijo: Te vi tan concentrado que no te quise molestar.
En ese momento tuve la seguridad de que el Turco apenas pudo sospechar que era yo, que sí, que no, porque me vio tan concentrado mientras yo buscaba una idea dentro de una sensación de frescura que no era de este tiempo. Sospecho que me vio perdido, que se fue pensando en lo raro que parezco, así me siento cada vez que, de manera inevitable, se me da por intentar la escritura en un día propio del infierno. Antes no era así, le comentará más tarde a otro amigo, me pareció que quedaba muy poco de él. Seguramente nuestra promesa del café quedará en la nada, como cada vez que nos encontramos en algún café de Buenos Aires y justito las ideas vienen escaseando.
Edgardo Lois



POEMA
Corso en Boedo

Apurate que llegamos tarde
al baile que organiza la Balear,
y como pronto finaliza el corso
en Boedo la podemos encontrar.
Es la rubia de la calle Maza,
que a todos da que hablar,
cuando pasea el sábado a las ocho
de México a San Juan.
Esa que amé desde el principio
cuando salí a bailar
en el pasaje Pérez, la noche de Año Nuevo,
mareado de romance y de champán.
Aquella que no me dio pelota
cuando la quise hablar;
dijo que era demasiado pibe
y me hizo emborrachar.
Anduve patios de conventillos
llorando mi pesar,
pero poco después tuve consuelo
por el corso, aquí en Boedo y San Juan.
Metele que ya viene la comparsa
que se llama “Los locos de amistad”,
y después entran al cine “Nilo”
murgueando sin parar.
Apurate que aquí encontramos todo,
romance, fantasía, variedad,
porque estamos en el barrio de Boedo,
lugar para soñar.

Alfredo de la Fuente



EDITORIAL
¿Información?

La conocida afirmación de que “lo que no pasa en los medios no sucede en la realidad” se manifiesta más que nunca en la actualidad a través de los medios masivos de comunicación. No sólo asistimos a una exacerbada selección de la noticia sino que, a través de ella, se hacen recortes de la memoria colectiva y se dan a conocer hechos sin atender a las causas que los originan, poniendo el énfasis en generar en el imaginario social una suerte de paranoia individualista, pretendiendo que todos desconfíen de todos, que cualquiera es un potencial atacante. Así, se construyen realidades a partir de lo que consideran sus propias necesidades de información. Lo sucedido se adapta —como si se tratara de un guión de ficción— poniendo el acento en el morbo, el acceso fácil con carencia de análisis y, frecuentemente, ostentando haber dado una primicia, un supervalor de otros tiempos que, a raíz de la inmediatez de la información, ha perdido su vigencia real. Se trata de dar todo digerido sin margen alguno para las conclusiones que, por otra parte, se proveen o se inducen en envase cerrado. Así la noticia de que la presidenta luce nuevas extensiones frena cualquier intento de analizar uno de sus discursos. Lo peor es que esta actitud se vende como una audacia que, de tal modo, echa por tierra el verdadero valor de la transgresión.
Esta visión ahistórica de la realidad social se complementa por un lado con lo instantáneo de la noticia y, por el otro, con lo efímero de la difusión de los hechos: todo dura mientras convenga. Y todo se generaliza: “los cartoneros” son “todos los cartoneros”, no un grupo de cartoneros; los piqueteros son todos, no una parte de ellos. De tal manera la crítica a las actitudes de algunos políticos se transforma en la defenestración total de la clase política. Habría que ver qué diría el INADI si se generalizara de ese modo la diatriba a algún otro grupo social.
Una clara metodología de uso frecuente que, por otra parte, permite ejercitar la vanidad de los “treinta segundos de gloria”, es la consulta a los oyentes-televidentes sobre un tema determinado. Un fenómeno que abarata los costos de producción y permite la manipulación de los opinólogos confiriéndoles valor de encuesta popular. El “queremos saber qué dice la gente...” justifica la puesta en el aire, en categoría de tesis, del análisis superficial de problemas complejos cuya profundización nunca tiene prensa.
Paradójicamente, las agencias de noticias están atiborradas de sucesos destacados de todo tipo que no cuentan con el glamour que necesita el multimedio para mantener magnetizada a la audiencia y —lo que es peor por ser el objetivo— con la mente ocupada en el suceso frívolo, escandaloso, la banalidad cotidiana..., una verdadera drogadicción no ortodoxa que impide al individuo pensar por sí mismo, pero que, incitado por el medio habla y opina, sobre cualquier tema que se le proponga, autoconvencido de ser un entendido en la materia. Una suerte de concreción de la irónica visión discepoliana de que es “lo mismo un burro que un gran profesor”. Siglo veinte, cambalache...
Y el veintiuno ¿qué?
Mario Bellocchio



CULTURA GRATUITA
La cultura barrial de acceso libre y gratuito

MUSEO MONTE DE PIEDAD
(Boedo 870, 2º piso por escalera) Tel.: 4 931-8204/ 4 931-1605; Fax: 4 932-4680, E-mail: museo@bancociudad.com.ar


HORARIOS DE VISITA AL MUSEO: Lunes, miércoles y viernes de 10 a 17. Mar. y jue. 10 a 20. VISITAS GRUPALES: concertarlas telefónicamente.
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LA ORUGA
Queremos recuperar el espacio público como espacio de lucha, memoria y resistencia, caminando junto con todos los vecinos y vecinas.
Biblioteca pública de La Oruga: todos los sábados de 16 a 19 hs en la plaza de México y Jujuy.
E-mail: laorugacolectivoautonomo@yahoo.com.ar
Página web: www.laorugaweb.com.ar
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C.I.M.U. - Club Itinerante de Música Urbana
AUSPICIA GCABA - Min. de Cultura - CGP P. Chacabuco -
NO SE COBRA ENTRADA NI DERECHO DE ESPECTACULO
PRIMO HUMBERTO (Humberto I 473 -- Tel.: 4 300-8621)

Viernes 21:30 Hs
Viernes 15: Mauro Vicino (guitarra) Emiliano González (guitarra) / JAZZ
Viernes 22: Re-Fa-Si Tango Trío / TANGO
Viernes 29: Agostina Bruno (voz) Juan Pablo Yorston (piano) / JAZZ

Sábados 21:30 Hs
Sábado 9: Tamara Stegmayer (voz) Marcelo Hernández (guit.) / JAZZ
Sábado 16: Omar Garayalde (guitarra) Tom Núñez (bajo y voz) Julio Di Carlo (piano) / JAZZ
Sábado 23: Claudia María (voz) Mariano Insaurgarat (guitarra) / BOSSA NOVA & SAMBA
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Aires Buenos Aires
Ciclo “Extrovertidos, 7 monólogos, en 7 plazas, en 7 noches de verano”
organizado por el Ministerio de Cultura del GCABA.
Actividades para disfrutar en la Ciudad durante este verano.
Leonor Benedetto, Carlos Belloso, Omar Calicchio y Edda Díaz ya presentaron sus trabajos. Restan:
El lunes 11: Plaza Almagro: Betty Elizalde
El lunes 18: Plaza San Martín: Alicia Berdaxagar
El lunes 25: Plaza Belgrano: Ana María Cores
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Espacio Cultural Julián Centeya
Convocatoria 2008
El Espacio Cultural Julián Centeya, convoca a elencos y compañías teatrales (teatro danza, danza, teatro musical) a enviar su material para formar parte de su programación.
Enviar una carpeta de presentación junto con material en DVD o VHS a
San Juan 3255 - Tel. 4 931-9667
espaciojuliancenteya@yahoo.com.ar

El Espacio forma parte del Circuito de Espacios Culturales dependiente de la
Dirección de Promoción Cultural, Ministerio de Cultura, GCABA.
Martes a viernes de 10 a 21hs.
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Museo Casa Carlos Gardel
Jean Jaurés 735
Muestra “Gardel, Magaldi y Corsini. Trío de tango”, en homenaje a los tres cantores fundamentales del 2x4: Gardel, Magaldi y Corsini.

Se exhiben documentos, fotografías, cartas, revistas, masters de discos y partituras de los tres pilares del cancionero argentino. El público también puede visitar la exposición “Pintando con Piazzolla” del artista plástico Alberto Morales.
Las dos muestras cierran el 4 de marzo.
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Cultura para Respirar
Min. de Cultura del GCABA

Noches de Autocine: frente al Parque Centenario (L. Marechal y A. Machado) películas argentinas, testimonios, reportajes y documentales estrenados durante 2007.

Música Urbana: conciertos de jazz, tango y rock en al Anfiteatro Costanera Sur, Av. Calabria y R. Vera Peñaloza, junto a la Reserva Ecológica, sábados y domingos a las 21.

24 bandas de Rock Indie: en el Parque Lezama, todos los viernes y sábados a las 20.30.

Historias del Jardín (En el Jardín Botánico, con dir. y puesta en esc. de Tina Serrano) y Entre Arboles (se leen poesías acompañados por músicos.

Grandes tardes para los más chicos: shows infantiles en el Anfiteatro de Mataderos.

El museo itinerante de calcos y réplicas recrea a la legendaria Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo), sigue recorriendo los espacios públicos de la Ciudad.

José Abadi ofrece: Tragedias griegas a la abadiana: entretenidos relatos de cuatro obras de la cultura clásica: Edipo Rey, La Orestíada, La Ilíada y La Odisea.

Conferencias en el marco del programa Un lugar para la Ciencia, en el Planetario Galileo Galilei, en Palermo.

Del 2 al 25 de febrero: Carnavales: 12 murgas en 40 corsos de diversos barrios. (sábados de 19 a 2 de la madrugada y domingos de 19 a 24).
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Centro Cultural de la Cooperación
Av. Corrientes 1543- Informes: 5 077-8016 prensa@centrocultural.coop.com
ACTIVIDADES CULTURALES GRATUITAS

Lunes 4 CHARLA-DEBATE Escritores x Escritores Sala Jacobo Laks 20:00

Miércoles 13 CHARLA-DEBATE Hipotecas de baja calidad en Estados Unidos y el problema de financiar la vivienda popular a través del mercado. Expone: Alfredo García Organiza
Departamento de Economía Política y Sistema Mundial. Sala Jacobo Laks - 19:00

Viernes 15 CHARLA-DEBATE ¿Qué hacer con el desempleo? Organiza Área de Investigaciones Interdisciplinarias. Sala Jacobo Laks 18:00

Viernes 22 CHARLA-DEBATE Medios y sociedad en la Argentina: una asignatura pendiente de la democracia. Organizan: Programa Latinoamericano de Educación a distancia en Ciencias Sociales y Departamento de Comunicación. Sala Osvaldo Pugliese 19:00

Martes 26 Pensando la etnomusicología Participan: docentes y alumnos de la carrera de etnomusicología. Sala Jacobo Laks- 19:00

Jueves 28 CHARLA-DEBATE El Teatro Comunitario se expresa a través del arte contra el desarraigo y el proceso de desmantelamiento de la red ferroviaria. Organiza Área de Investigaciones Interdisciplinarias. Sala J. Laks 19:00

EXPOSICIONES
Continúa Pan Cotidiano, muestra de Rubén Grau. Sala Abraham Vigo, PB l Cierra 24/02
Continúa Kahuana América pinturas de Dolores Mendieta. Espacio Raúl Lozza 2º SS l Cierra 17/02
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MUESTRA DE BAIRES POPULAR
MAESTROS DE LA PLASTICA ARGENTINA Período 1960/70
Café “Margot”, febrero 2008

OBRAS EXPUESTAS
Bruno Venier: “Mujer con sombra”, óleo, 60 x 30 cm
Félix Barletta: “Esquina porteña”, óleo, 50 x 35 cm
Julio Barragán: “Ciudad”, óleo
Manuel Claro Bettinelli: “Nat. Muerta”, óleo, 60 x 50 cm
Bernardo Fontanet: “Mujer de espalda”, óleo, 50 x 35 cm
Juan Ibarra: “Desfile de marginados”, óleo, 30 x 40 cm
Orlando Pierre: “Paisaje de M. del Plata”, óleo, 50 x 32 cm
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Potenciar el turismo en Buenos Aires
El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, firmó en el Centro Cultural Recoleta un compromiso de promoción con representantes de entidades privadas de la cultura. Estaban presentes la vicejefa de Gobierno, Gabriela Michetti, el ministro de Cultura, Hernán Lombardi –entre otros funcionarios de estado– y representantes del sector privado.
Un proyecto mancomunado en cuanto a la difusión internacional de la oferta cultural de la ciudad. Al mismo tiempo desarrollar mayor presencia turística de la ciudad en los calendarios internacionales de eventos, ferias y exposiciones específicas del arte, la música y la literatura, en donde estos eventos seleccionados tienen una participación contínua desde hace años.
Los eventos:

* Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) ( del 8 al 20 de abril)

* 34ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
(del 24 de abril al 12 de mayo)
* Gallery Nights ( último viernes de c/mes, de abr. a nov.)
* arteBa 08 ( del 29 de mayo al 2 de junio)

* Festival Buenos Aires Tango y Campeonato Mundial de Baile
(del 15 al 23 y del 23 al 31 de agosto)
* La Noche de los Museos (4 de octubre)
* El Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires (del 15 al 19 de octubre)
* Festival Internacional de Teatro de Bs. As. (Año por medio - 2009)