Nº 69
noviembre 2007
SUMARIO
La plaza y los chicos legisladores.
Entrevista de Mario Bellocchio
Fernando Fader y el postimpresionismo,
Diego Ruiz y su Callejeando historia
Lecciones de origami.
Mónica López Ocón
El monumento a Garay.
Miguel Ruffo
Alvaro Yunque y sus otros seudónimos
Mario Tesler
¡Marche una mitá y mitá!
Rubén Derlis
La cola del “kerosene”
Josecito de la ferretería (J. M. )
El pibe Daniel y el vuelo de la esperanza
Marcelo J. Pizarro
La plaza y la escalera del subte
Ultimas novedades (Informa Patricia Roselló)
La escritura de la novela propia
Edgardo Lois
El origen de “Boedo”.
M. B.
POEMA
Soneto (Poema ganador del concurso "Un poema para Homero")
Roberto Díaz
EDITORIAL
Un ministro culto
Mario Bellocchio
Actividades culturales barriales
y la Guía de Cultura Gratuita
La plaza y los chicos legisladores
Un grupo de chicos del séptimo grado del Instituto Santa Cruz participaron en una sesión especial de la Legislatura de nuestra ciudad y lograron hacer aprobar por unanimidad un proyecto para la Plaza de Boedo que refuerza la lucha del resto del vecindario al respecto.
Entrevista al maestro que motorizó el encuentro y a un par de pequeñas legisladoras, quienes nos manifiestan sus impresiones.
¿Nombre y ocupación?
Soy Guillermo Fenoglio, maestro de 7º grado en las áreas de ciencias del Instituto Santa Cruz (EE. UU. y 24 de Noviembre, enseñanza primaria y secundaria).
¿Cómo empieza todo esto?
La mamá de una alumna trabaja en el Concejo Deliberante y cuando nosotros comenzamos en el aula temas relacionados con los mecanismos del gobierno de la Ciudad me acercó un programa llamado Los Chicos y la Legislatura en el que participan como si fueran legisladores, ocupan las bancas durante una sesión presidida por un legislador (en este caso legisladora). Desde hace varios años se desarrolla esta actividad con alumnos de escuelas públicas y privadas del último nivel de la primaria y los comienzos de la secundaria. En esta oportunidad fue para primarias —siempre se hace entre los de un mismo nivel— buscando generar debate entre las ponencias que llevan las distintas escuelas.
¿Cuántos chicos intervinieron y cómo se seleccionaron?
Nosotros llevamos sólo cuarenta alumnos: quince a las bancas y el resto como participantes asistentes en el espacio reservado al público.
A la sesión van cuatro escuelas en las mismas condiciones, donde quince chicos de cada una ocupan el total de las sesenta bancas. En la nuestra, cada uno de los tres séptimos eligió por votación a cinco compañeros para que los representen como legisladores en los debates. Los restantes salieron, seleccionados por mí, en base a comportamiento y calificaciones.
¿Les dieron alguna instrucción? ¿Acotaron los temas?
Sí. Vinieron a darnos una charla previa a todo el grupo de séptimo, que en nuestro caso son cien chicos separados en tres divisiones. Las instrucciones que nos impartieron fueron sobre los temas a llevar, en cuanto a lo técnico. Por ejemplo, no se pueden hacer propuestas que involucren a la policía o los transportes ya que son áreas compartidas con otras reparticiones donde el Gobierno de la Ciudad no puede tomar decisiones por sí solo.
¿Es sólo un ejercicio democrático o tiene algún efecto posterior?
Nos dijeron que en la medida en que el proyecto fuera interesante podría ser tomado por algún bloque o comisión para llevarlo adelante, como ya ha sucedido.
¿Cómo decidieron el tema a presentar?
Nos propusimos averiguar entre las entidades barriales qué temas había en circulación como necesidad barrial y surgió, a través de la Asamblea de Boedo, el de la plaza. Nos enteramos de la movilización y seguimiento del vecindario y la Red de Cultura barrial, entre otras entidades, de la Ley conseguida, tras larga lucha al respecto, para que se construya una plaza en Carlos Calvo y Loria.
¿Cuándo fue la sesión?
Nos confirmaron la fecha desde la Legislatura luego de las vacaciones de invierno y se realizó el 3 de septiembre.
¿Cómo prepararon las intervenciones de los pequeños legisladores?
Durante la preparación debatimos con los chicos sobre las necesidades del barrio y particularmente de ellos mismos y llegamos a la conclusión de que se imponía la necesidad de una plaza. A pesar de que el tema ya estaba encaminado, con una Ley en vigencia y en etapa de expropiación, nos pareció acertado reforzarlo desde nuestro lugar. Nos agradó la idea de difundirlo entre los chicos de otras escuelas que iban a participar en la sesión y, aparte, hacerlo reingresar en la Legislatura para mantenerlo en vigencia ya que aún no se ve concretada su realización. Así armamos un proyecto basado en las ponencias originales de los vecinos en etapas previas a la concreción de la ley 2266 (Se declara de utilidad pública y sujeto a expropiación al predio “Estación Vail” en el barrio de Boedo, sancionada el 21 de diciembre de 2006 y promulgada el 1º de febrero de 2007)
¿Podemos transcribir el proyecto presentado?
Cómo no. Dice así:
Proyecto de Ley
Artículo 1º: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires destinará a la construcción de un espacio verde el antiguo predio de la Estación Vail ubicado en las calles EE. UU., Sánchez de Loria y Carlos Calvo.
Artículo 2º: el predio será forestado en un 99 % con especies autóctonas o lo más posible.
Artículo 3º: se construirá un anfiteatro apto para eventos culturales, ubicado de tal forma que el sonido no moleste a los vecinos.
Artículo 4º: se habilitarán baños públicos para uso de los concurrentes.
Artículo 5º: se creará una comisión multisectorial, con la participación de los vecinos, para el seguimiento y ejecución de dicho proyecto.
Fundamentos: el barrio de Boedo no tiene plaza, sólo hay recortes de espacios verdes pegados a las autopistas. Se hace imprescindible un espacio recreativo y cultural de uso público.
Este es el último galpón del barrio que por su tamaño podría transformarse en una plaza respetable por sus dimensiones.
Este predio fue una antigua estación de tranvías que, cuando dejó de funcionar como tal, la dictadura la vendió a la Empresa “El Rápido-El Tata”. Los vecinos de la zona vienen gestionando por su recuperación desde entonces.
Consideramos que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debe atender a esta necesidad ya que la construcción de la plaza traerá mejoras considerables en la calidad de vida del barrio y favorece la recuperación del patrimonio histórico del mismo. Autores: Alumnos de 7º grado del Instituto Santa Cruz
¿Cómo fue la sesión?
Ya en la Legislatura los chicos ocuparon las bancas, quince por escuela, dos privadas y dos públicas. Cada escuela llevó un proyecto principal y otro alternativo que fueron presentados y pasaron a tratamiento con debate. El nuestro, el de la plaza, fue el primero así que originó mayor número de fundamentaciones y cuestionamientos. Los chicos pudieron vivir desde adentro las vicisitudes del debate. Desde otras escuelas se cuestionó el interés común del proyecto ya que sólo interesaba a un barrio. Esto generó una defensa de lo presentado argumentando que se exponía lo que uno tenía en conocimiento y que la necesidad de espacios verdes es un problema común. Se generó así una ampliación que derivó en una modificatoria anexa para que el GCABA releve la ciudad en búsqueda de lugares que puedan transformarse en los espacios verdes que necesitamos cada vez más.
El proyecto con la modificatoria resultó aprobado por unanimidad. En general y en particular.
¿Qué conclusiones sacás?
Una experiencia bárbara para los pibes (y útil para todos los demás). Un ejercicio democrático de primer orden donde sólo por medio del debate llegás a acuerdos y concreciones. Y no se trata de ganar o perder, casi deportivamente hablando, como estamos acostumbrados en la vida cotidiana.
Dos legisladoras escolares
¿Qué les pasó en el recinto, cómo se sintieron?
Sofía Cobal: nervios al principio... pero fue muy bueno para ver cómo se hacen las leyes, trabajar sobre un proyecto como la plaza y darse cuenta de qué se siente cuando hay que defender lo que se dice ante todos los demás.
María Belén Lopardo: también un poco nerviosa al empezar, pero después te animás y defendés lo que proponemos para nuestro barrio: la plaza.
¿Qué llevaban preparado para defender lo que pedían?
S.C.: Lo que hablamos en las clases sobre la lucha de los vecinos que logró la ley para que haya una plaza en el lugar de la estación abandonada de colectivos.
M.B.L.: Bueno, lo que dijo Sofía y vino bien para que a todos los chicos de las otras escuelas les llegara la necesidad de ocuparse de tener espacios verdes para estar, jugar y tener un aire más sano.
La labor de ustedes no sólo fue de aprendizaje de lo suyo, ir a un recinto así y poder participar de las decisiones ciudadanas, sino también de ayuda al barrio donde están establecidas, donde se educan. En nombre de los demás vecinos, a ustedes y a su maestro les hago llegar nuestro agradecimiento.
Entrevista realizada por Mario Bellocchio, en la sede de la escuela, en octubre de 2007.
Callejeando historia
Fernando Fader y el postimpresionismo
Este cronista refunfuñaba en su anterior callejeo que, créase o no, aparte de ser muy pocos los artistas plásticos presentes en nuestra nomenclatura urbana, en relación a tanto prócer o general olvidado, no exceden generacionalmente las primeras décadas del siglo XX. Y mencionaba, entre los más “modernos”, a Fader, nacido en 1882, a Victorica, en 1884, y a Quinquela Martín, en 1890, respectivamente. Pero como ya se están acabando los callejeos de este año y no queda tiempo para proponer a la Legislatura unos cuantos nombres que merecerían tener su recuerdo en las calles porteñas (más allá del éxito que pudieran tener esas propuestas), el cronista piensa que dichas figuras son lo suficientemente importantes y dignas como para ir clausurando este ciclo.
Fernando Fader, como se decía, nació el 11 de abril de 1882 en Burdeos, de madre francesa y padre alemán, trasladándose a los tres años a Mendoza donde la familia instala una fábrica de gas, y a los seis a Alemania con sus abuelos paternos para cursar los estudios primarios. En 1892 inicia el bachillerato en el Liceo del Palatinado y regresa a la Argentina a los dieciséis años, edad en la que realiza sus primeras pinturas, un Autorretrato a la acuarela, el dibujo Retrato de 6 artistas célebres y el óleo El viejo piojoso. No sabemos qué formación plástica puede haber tenido hasta ese momento pero, ante sus evidentes condiciones, fue enviado en 1900 a Europa y recorrió durante un año museos y exposiciones. En 1901 se presentó a la prueba de selección de la Academia de Bellas Artes de Munich y fue rechazado, por lo cual el maestro Heinrich von Zugel le aconseja ingresar a la Escuela de Artes y Oficios de la misma ciudad, dedicándose a estudiar dibujo (¿sería su punto débil?). Lo cierto es que el mismo maestro, de una u otra forma, consiguió su aceptación en la Escuela de Pintura que dirigía en la Academia y evidentemente la enseñanza fue provechosa, pues en 1904 Fader concluye sus estudios con la Medalla de Plata en el Concurso de esa misma institución, que antes lo había rechazado, con el óleo La comida de los cerdos y una Mención por Mi perro.
Con el diploma en la mano Fader regresa a Mendoza, donde realiza su primera exposición individual en el Club Español y crea una Academia de Pintura junto a la fábrica familiar. Este primer período del artista debe de haber sido de gran producción, pues en 1905 realiza su segunda exposición individual en la Casa España, exhibiendo 70 obras entre acuarelas, óleos y dibujos, y como —según el viejo dicho— “Dios atiende en Buenos Aires” se trastala a ésta y concreta una individual en el Salón Costa de Florida 660, importante lugar de exposiciones de la primera década del siglo XX donde hicieron sus primeras armas no pocas celebridades posteriores. En los años siguientes se casa con Adela Guiñazú, realiza su segunda individual en el Salón Costa, expone en Witcomb y se incorpora al grupo Nexus junto a Pío Collivadino, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Carlos Ripamonte, Justo Lynch, Alberto Rossi y los escultores Arturo Dresco y Rogelio Yrurtia. En el callejeo de octubre, dedicado a Collivadino, ya se ha comentado que este grupo era una reacción contra el academicismo a la europea y que sus integrantes no sólo se planteaban problemas teóricos y estéticos en relación al tratamiento de la luz, sino también un nacionalismo temático, dedicándose al registro del paisaje y las costumbres regionales o a la evocación histórica. Con el grupo realiza una colectiva en el Costa, pero en 1909 Fader siente, pareciera, el llamado de la tradición familiar, germánica, progresista, empresarial, y así como el padre proveía a Mendoza de gas de alumbrado, Fader emprende una obra de ingeniería para reemplazarlo por energía eléctrica. En realidad, el proyecto era hidroeléctrico y exigía desviar el cauce del río Mendoza, obra ímproba y llena de obstáculos —tanto naturales como burocráticos— que, a la larga, culminaron en fracaso y en un grave quebranto económico para Fader que había invertido en la empresa una considerable fortuna. No sabemos si a consecuencia de este revés, pero la salud del pintor comienza entonces a deteriorarse y, para subsistir, debe recurrir en 1914 a una cátedra de Paisaje de la Academia Nacional de Bellas Artes que, por dicho problema de salud, debió luego dictar en Córdoba, donde tuvo que afincarse.
Sin embargo no todas eran hieles, pues ese mismo año se presenta en el Salón Nacional con 2 obras y el Museo Nacional de Bellas Artes adquiere La comida de los cerdos, óleo con el que en 1915 obtiene el Primer Premio y Medalla de Oro en la Exposición Internacional de San Francisco. A partir de entonces, Fader realizó su más importante obra pictórica, exponiendo anualmente en la galería Müller de Buenos Aires, en los Salones de Rosario y en Montevideo. Esa obra es, seguramente, la más conocida, con su luminosos motivos al aire libre, sus pinceladas amplias y sueltas y un empaste grueso, pesado, realista, que lo diferencia claramente de la levedad impresionista y fue aceptado por un público que lo relacionó con el realismo de un Giúdici o el barroquismo colorístico de Cesáreo Bernaldo de Quirós. Una de esas obras, de gran éxito en 1914, fue precisamente Las Manilas, según el crítico Alfredo Roland “una euforia colorística, una sinfonía de mantones rodeando un desnudo femenino; tela muy española de la época, que produjo en el público un efecto fascinante”. Luego, en su producción cordobesa, la paleta de Fader se aligeró un tanto y logró entonaciones de color que demuestran su maestría, produciendo notables transparencias atmosféricas.
En 1924 Fader era un artista ampliamente reconocido, al punto que la Sociedad Amigos del Arte organiza su primera retrospectiva con 43 obras, en 1926 participa de la Exposición de Pintura Argentina de Madrid y, en 1932, la Comisión Nacional de Bellas Artes realiza en las salas del Palais de Glace otra retrospectiva, esta vez con 180 obras. Sin embargo, la salud de Fader ya estaba muy deteriorada, al punto que desde 1930 ya no pudo salir de Loza Corral, donde finalmente falleció el 25 de febrero de 1935, sin llegar a cumplir los 53 años.
Por fortuna y a diferencia de tantos otros artistas, fue reconocido en vida y póstumamente, estando su obra representada en los principales museos del país. Con respecto a la nomenclatura urbana, siguió la misma suerte de los otros artistas que hemos ido viendo: una calle de sólo tres cuadras lo recuerda en el barrio de Versalles, corriendo desde Porcel de Peralta hasta la General Paz, entre Nazarre y Nogoyá. En realidad, no les hubiera costado nada a los ediles correrlo unas pocas cuadras, donde hubiese estado mucho más a gusto rodeado de “La diligencia”, “La huella”, “El rancho”, “El chasque” y, ¿por qué no?, “El ferrocarril”.
Diego Ruiz
Lecciones de origami
Lección 1): tome un cuadrado de papel. Dóblelo primero por una diagonal y luego por la otra. Vuelva a doblar por las medianas. Luego lleve cada lado del papel hacia las diagonales y doble nuevamente marcando una línea bien neta con la ayuda de la uña del dedo pulgar. A continuación comience a plegar el papel por las líneas marcadas y obtendrá una paloma. Cúrvele las alas y dibújele los ojos con un marcador. Tómela por abajo y tire hacia arriba por la cola. La paloma moverá las alas sin levantar vuelo y palpitará en sus manos como si estuviera viva, aunque la haya hecho con papel de diario, con la hoja usada de un cuaderno, con papel de envolver regalos o con la virginal A 4 que tenía destinada para imprimir un balance o un poema.
Lección 2): tome otro cuadrado de papel. Dóblelo de la misma forma en que lo hizo para obtener la paloma, pero imprímale a los dobleces un poco de espíritu náutico y obtendrá un barquito flotador.
Lección 3): tome un tercer cuadrado de papel. Esta vez sería ideal que fuera de diario. Dóblelo de la misma forma en que lo hizo para obtener la paloma y el barquito, pero imprímale a los dobleces espíritu picassiano y obtendrá un gorro de pintor.
A temprana edad comprendí que era posible crear mundos de papel con el trazado de unas pocas líneas y unos acertados dobleces. Mucho antes que yo, claro, lo habían comprendido los japoneses, creadores de este arte que exige la renuncia absoluta a utilizar la tijera. En las hojas de papel, según ellos, se esconden sapos y ranas, caballos, tortugas, pájaros de vuelo rasante, árboles, mujeres con kimono, un samurai anacrónico, niños con perros, casas con ventanas, soles y estrellas nocturnas, crisantemos, tinajas, flores con olor a tinta… Sólo se trata de descubrirlos. Los dobleces marcan un camino y el plegado hace aparecer frente a nuestros ojos asombrados las figuras corpóreas que se escondían en la hoja plana. ¿Dónde estaban antes de irrumpir en el mundo esas mujeres con quimono? ¿Dónde se ocultaban esa flora y esa fauna cuyos rastros ni siguiera era posible atisbar en el paisaje desierto del papel?
El origami es un antiquísimo arte oriental cuya profundidad los occidentales no acaban de comprender y que muchas veces confunden con una manualidad intrascendente. Sin embargo, el mundo entero se rige por la norma fundamental del origami, que consiste en descubrir mundos ocultos allí donde ni siquiera es posible sospecharlos. Por ejemplo, un día el vientre de una mujer comienza a abultarse. Cuando su comba es insoslayable, una línea oscura, tan marcada como las diagonales que se precisan para hacer una paloma, le nace desde el ombligo y se pierde en el pubis dividiendo el vientre en dos como si esa línea oscura fuera una mediana. Poco después, de los pliegues de origami de su sexo saldrá una figurita pequeña, con fragilidad de papel y que se agitará con la torpeza con que la paloma plegada mueve sus alas.
Pero nuestros dobleces no se limitan a los pliegues del sexo. De nuestros pliegues interiores surgen por la noche monstruos y flores con olor a tinta que se corporizan en la penumbra de la habitación, que nos devoran en la oscuridad con una boca inmensa de sapo plegado o que caminan con la levedad de una mujer con quimono. Sus cuerpos de papel se incendian con la luz del día y nos dejan una ceniza somnolienta, una remembranza apenas de un terror o un goce, que se disuelven progresivamente con la claridad como animales nocturnos que tuvieran por escondites los pliegues de la sábana y la almohada.
¿Y no existe, acaso, un origami sentimental que surge de los pliegues más profundos de nuestro ser de manera inesperada y contra nuestra propia voluntad? A diferencia del origami tradicional que inventaron los japoneses, el origami sentimental produce figuras impredecibles. Allí donde esperábamos que surgiera un odio o una indiferencia de papel de diario nos surge un amor de papel glacé metalizado brillante como los anillos que de chicos nos fabricábamos con el papel plateado o dorado de los alfajores. Fuera de su carácter impredecible, el origami sentimental y el tradicional se parecen en todo. Ambos tienen un amplio repertorio de figuras que va de la rana a la tortuga, de la pasión lacerante al rencor sordo o la total indiferencia.
La escritura es, quizá, el arte más parecido al origami. De una hoja en blanco surgen mundos escondidos con sapos y ranas, lluvias de papel y tormentas de tinta. Onetti encontró a Santa María en un pliegue oscuro de sí mismo. Y Macondo nació del caprichoso trazado circular de los papeles que se pliegan en la palma de la mano antes de ser arrojados al cesto.
Todo lo que existe sobre el mundo surge de algún pliegue misterioso cuya existencia, la mayor parte de las veces, ignoramos. Este pequeño texto, sin ir más lejos, surgió del pliegue de un recuerdo: las palomas de papel de mi infancia que mi padre plegaba con paciencia de artesano oriental hasta hacerlas volar sobre mi mano. Nosotros mismos pasamos nueve meses plegados en un útero hechos un nudo misterioso de diagonales y medianas y un día, de ese montoncito tibio de dobleces surgimos como surgen la figura del samurai o de la mujer con quimono. Pero nuestros pliegues son tantos y tan secretos, que continuamente mutamos en figuras diferentes a lo largo de la vida. Tenemos una precaria identidad de papel y dobleces de donde surgen a cada instante las figuras de la fauna y la flora de nuestra geografía interior. La nada, a la que inexorablemente volvemos luego del plegado constante y trabajoso, no es más que una hoja en blanco, inmaculada.
Mónica López Ocón
El monumento a Juan de Garay
En junio de 1580 Juan de Garay fundó la ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Aire. Muy pronto el nombre del puerto pasó a ser la denominación de ciudad. Entre las ideas propuestas por Adolfo P. Carranza, primer director y fundador del Museo Histórico Nacional, se encontraba la de levantar un monumento a Juan de Garay como parte del programa destinado a conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo. La obra fue inaugurada el 11 de junio de 1915 y pertenece al escultor alemán Gustavo Eberlein (1847-1926). Se encuentra ubicada en la plaza 11 de Junio, en la intersección de las avenidas Rivadavia y Leandro N. Alem, hacia el lado norte de la Casa de Gobierno. “La figura de Juan de Garay es de bronce fundido y se realizó en Berlín, está apoyada en una base de granito, donde se hallan dos relieves alusivos a la fundación de la ciudad de Buenos Aires y su costo fue de pesos 435.000. El monumento está rodeado por una verja donde se pueden observar los cuatro escudos correspondientes a Vizcaya, Alava, Guipúzcoa y Navarra, ya que se cree que Garay era vasco aunque llegado muy joven al Río de la Plata. Vemos también un retoño del árbol de Guernica —símbolo del pueblo vasco— que se encontraba en el pueblo de igual nombre y desapareció en 1892 (el actual es un retoño de aquel). El pueblo de Guernica fue bombardeado durante la Guerra Civil Española; un gran cuadro de Pablo Picasso recuerda este acto de barbarie.” (1). Juan de Garay está representado de cuerpo entero, de pie, avanzando el derecho respecto del izquierdo. Su brazo derecho se extiende hacia adelante señalando el solar fundacional. Por el contrario, su brazo izquierdo se separa del cuerpo, mientras la mano correspondiente se apoya sobre el sable, que pende de su cintura. Lleva casaca y coraza, su pecho está atravesado por la banda de Capitán General. Cubre la cabeza un yelmo, su barba es tupida y dirige la mirada hacia adelante. Gustavo Eberlein esculpió su visión “hidalga” de un conquistador español del siglo XVI. Esta es una de las obras de arte que, comisionada en torno a la fecha del Centenario (1910), nos muestra cómo en el programa monumental conmemorativo se interrelacionaban las esculturas, monumentos y pinturas que evocaban a la Revolución de Mayo con aquellas otras que remontaban los fastos de la ciudad a su momento fundacional. Recordemos que sincrónicamente a esta obra el gobierno municipal le encargó al pintor español José Moreno Carbonero la realización del óleo “La Fundación de Buenos Aires por Juan de Garay”, que se encuentra actualmente en el Palacio Gubernamental de la ciudad. Se trazaba así una continuidad entre la conquista española y la Revolución de Mayo. Sí, ya en la época de la “Gran Aldea”, las Fiestas Mayas habían sido aquellas en que la ciudad se conmemoraba a sí misma; ahora hacia la época del Centenario, amenguado ya el antihispanismo de las primeras décadas posteriores a la Revolución, Buenos Aires festejaba simultáneamente la Independencia y el origen europeo de la nueva nación.
Miguel Ruffo
miguelruffo@hotmail.com
Notas:
(1) Carpeta Número 712 “Juan de Garay” en Biblioteca y Archivo del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
Alvaro Yunque y sus otros seudónimos
Como ocurre con Pedro B. Palacios y José S. Alvarez, se da por cierto que Alcides Gandolfi Herrero firmó con un único seudónimo. En estos tres casos sus producciones de tono mayor llevan un mismo seudónimo (la de Palacios Almafuerte, la de Alvarez Fray Mocho y la de Gandolfi Herrero Alvaro Yunque), eso es así, pero también son autores de otros trabajos a los que dieron vida tras otros nombres de pluma.
De Palacios, además de Almafuerte Sergio Bagú trae Juvenal, Crítica, Patricio, Isaías, Justo, Plutón, Uriel, Cívico, Max, Catón, Job, Claro, Cocorocó, y Plutarco; todos estos los recuerda al estudiar la vida y obra de Almafuerte, ensayo con el cual Claridad acompañó las Evangélicas completas en 1933. Los otros identificados como usados por él son Bayardo, Bonifacio, Eros, Fígaro, Flax, Flirt, Jack, Julio, Municipio, Pastor, Patricio el joven, Pío, Colbert y Véritas.
¿Cuántos usó Alvarez aparte de Fray Mocho? Entre José Scotto y Ernesto Mangudo Escalada reunieron algunos, recogidos en La Nación del 27 de noviembre de 1981 por E. M. M. (alfónimo de Enrique Mario Mayochi). Scotto identificó a Santos Vega, Paja Larga, Carlos Lanza, Escalpelo, Florito, Segismundo, Fray Ojitos, Fabio, Machuca, Juvencio López y Fabio Carrizo; en tanto Mangudo Escalada a Pancho Claro, Matías Polancas, Gavroche, Gamín, Stick y Pincheiras.
En otras fuentes he recogido dos más, Nemesio y Nemesio Machuca, quedando para confirmar el de Paso Claro.
Horacio Ferrer —si no se equivocó— aporta Sargento Pita como seudónimo de Alvarez. En la edición impresa por Galerna de su crónica y diccionario sobre el tango le atribuye la autoría de un artículo firmado con este seudónimo y publicado en Caras y Caretas el 7 de febrero de 1903.
Si se supone que Gandolfi Herrero no adoptó más que el de Alvaro Yunque debo agregar, en mérito a su importancia, los de Enrique Herrero (sus reales segundo nombre y su apellido materno), Berta Guillón, Vera Guillón, Antón Bigornaief, Alba Rachel, H. y E. H.
Gandolfi Herrero optó por usar siempre seudónimo, en lo que tal vez tenga algo que ver su ideología y su militancia. Dentro y fuera del país, cuando se conocieron sus trabajos se lo identifico a él como Alvaro Yunque, pero no faltaron circunstancias o pruritos por los cuales prefirió cambiar ese seudónimo por otros.
Para algunas traducciones de importancia, selecciones y prólogos alternó con el seudónimo Enrique Herrero, pero para su obra literaria y la mayoría de sus trabajos sobre temas de historia argentina prefirió el de Alvaro Yunque.
Entre 1925 y 1927 en Buenos Aires apareció una publicación, La Campana de Palo, que pedía a sus camaradas sólo [...] un poco de talento, mucha sinceridad y una gran honestidad. Estuvo codirigida por el artista Carlos Giambiaggi y el crítico de arte Alfredo Chiabra Acosta, también conocido como Atalaya.
En el total de las 17 entregas de La Campana de Palo se encuentran frecuentes colaboraciones de dos hermanos Gandolfi Herrero. Augusto, como siempre, tras el seudónimo de Juan Guijarro; en cambio, nuestro Alcides uso dos: el de Alvaro Yunque y, para asumir la responsabilidad de sus parábolas, el de Antón Bigornaief.
En el archivo de su hija se conservan algunos trabajos de distintos géneros entregados al diario rosarino La Capital. Estos fueron publicados en las décadas del 30 y del 40, firmados algunos como Berta Guillon y otros como Vera Guillon.
Frustrado su deseo de inscribir en el Registro Civil a su hija Alba con Rachel como segundo nombre, se debió conformar con hacerlo en castellano. Y tanto le siguió gustando la combinación Alba Rachel que años después la aprovechó para sus trabajos en una revista femenina.
Este seudónimo, Alba Rachel, apareció durante bastante tiempo al pie de la columna Poetas del amor, con sus reseñas, noticias y transcripciones. Perseguido por razones políticas no sólo disimuló su identidad sino que convino con la dirección de la revista para hacer figurar a su hija en las planillas de personal como autora, siendo por esta razón beneficiada con un impensado aporte previsional para la futura jubilación.
Mario Tesler
Memorias y viñetas de la ferretería vieja
La cola del “kerosene”
Desde la esquina de Garay, arrastrando brazos y botellas, la cola bajaba serpenteando por Boedo hasta mitad de cuadra, entraba en el número 1561 hasta el fondo de la ferretería Don Miguel y ahí terminaba, exactamente frente al tambor de hierro panzón. La cabeza del niño sobrepasaba apenas el borde del tambor, con una mano aferraba el pico de la botella a la salida de la bomba de hojalata, con la otra bombeaba parsimoniosamente. Corrían el “kerosene” y el siglo XX por la mitad, indispensable para el calentador Primus o las estufas con velas refractarias de aquellos inviernos... El niño era yo, de vez en cuando echaba una rápida mirada para contemplar la cara de satisfacción de los clientes. Sensaciones como argamasas de tiempo, animales geológicos hechos de olvido y de palas, medio siglo después, vaya a saber por qué, si por una foto nunca tomada, si por un reflejo rosado en esta taza, si por un olor sólido en el fondo de mis fosas, vaya a saber por qué las palas comenzaron su danza removiendo escorias y falsas cortezas, dejando a luz la sensación en forma viva. Ahí estoy, bombeando frente al tambor grandilocuente, vaivén de manito dibujando satisfacciones en los rostros, dos litros por persona me habían ordenado, por favor, mijo, me cuesta mucho hacer la cola, balbuceó la viejita arrimando una damajuana de cinco litros, busqué sin hallar la mirada aprobatoria de mi viejo, ocho años tenía, tomar decisiones trascendentales a esa edad, no se le puede pedir tanto a un niño, transgredir la ley de la cola, descifrar fisuras entre leyes y justicia, miré a la viejita, miré de otra manera al cliente que seguía para marcar la cancha, el que manda aquí soy yo, si se me canta le doy cinco litros a la viejita, guste o no guste, dije sin decir nada. A medida que la damajuana se iba llenando junaba de reojo la sonrisa naciendo entre arrugas, gracias, mijo, Dios se lo agradezca y me dio un beso sin dármelo antes de darse vuelta desandando lentamente la cola con su pesado trofeo. Arboles o niños así crecemos, con las inclemencias del tiempo... o de la vida. ¡Pa!, la señora lleva cinco litros, grité con un dejo de orgullo en dirección a la caja, ¿qué cosas habré dicho en esa frase? Ahora que las palas comenzaron su danza entiendo mejor lo que me dijo una vez aquel poeta del barrio, ché, pibe, las palabras son el papel regalo, puro brillo, hay que abrir el envoltorio para ver qué se traen entre las tripas. ¡Pa!, la señora lleva cinco litros...
Josecito de la ferretería (J. M.)
El pibe Daniel y el vuelo de la esperanza
Luego llegaron las transmisiones de radio, las claves de Alumni, la Spica y la televisión. Pero hubo un tiempo en que, cuando El Ciclón jugaba de visitante, se imponía la angustia de enterarse de la buena o mala nueva, horas después, reflejada en la cara de los viajeros al regreso. Marcelo Javier Pizarro nos cuenta en este delicioso y austero relato la historia del ingenio del pibe Daniel para ponerle alas al tiempo de la espera.
Daniel Dolce cargaba su canasta con palomas, acompañando al equipo de San Lorenzo cuando jugaba de visitante.
A principios de los años 20, aún no existían las transmisiones radiales (1) y el vecindario del barrio esperaba ansioso el resultado que el pibe Daniel enviaría con sus palomas mensajeras al finalizar el primer tiempo y luego de concluir el encuentro.
Dentro del campo de juego del mítico estadio de la avenida La Plata (2), se reunía buena parte de aquellas familias que compartían amarguras y durezas cotidianas.
Ese día que el equipo no jugaba en casa, la ansiedad y los nervios crecían hasta producir un enrarecido clima de esperanza y zozobra colectiva.
Daniel vivía en la calle Santander en la casa de su abuelo Paolo con sus padres, hermanos, hermanas, tíos y primos en una típica casa del tipo “chorizo”. Eran más de una docena de almas azulgranas que el domingo después del mediodía cerraban su vida a todo aquello que no estuviera relacionado con la epopeya del club de sus amores.
A veces las palomas regresaban con resultados ingratos, caídas inesperadas y de las otras.
Entonces el piberío puteaba educadamente, los hombres mudos alzaban los hombros y se retiraban junto a mujeres que retorcían el extremo de sus delantales de cocina.
Volvían a las casas. A la noche no cocinaban y el barrio era una sombra.
Sus hermanas María y Haydée no soportaron las dolorosas determinaciones sanlorencistas y cansadas del ayuno que la derrota imponía, se hicieron de Boca.
Daniel Dolce nació el 11 de marzo de 1907, recorrió mundos y mujeres y murió a los noventa y seis años.
Elegante y educado, al final de su partido recordaba feliz que terminaba el primer tiempo, ataba el resultado a la pata, soltaba la paloma y allá regresaba, al corazón de Boedo.
Marcelo Javier Pizarro
mjavier_pizarro@yahoo.com.ar
Notas:
1. El primer partido que se relató completo fue Sportivo Barracas contra Estudiantil Porteño, en 1927. Lo relató Tito Martínez Delbox.
2. El 10 de mayo de 1916 se inauguraba el estadio en avenida La Plata con el partido San Lorenzo vs. Estudiantes de la Plata (2-1).
¡Marche una mitá y mitá!
Sobre “Pizzerías de valor patrimonial de Buenos Aires”, de Horacio Spinetto, editado por la Dirección General de Patrimonio.
Aunque su formato sea cuadrado (14x14 cm) es un libro redondo, calificativo nunca mejor empleado que en esta oportunidad, ya que el trabajo de investigación es irreprochable, y porque su temática está dedicada a la pizza. Desde la “Presentación” de Silvia Fajre y de la “Introducción” a cargo de Nani Arias Incollá, más ese “Sole, pizza e amore”, especie de salutación de Alberto Petrina a estas páginas, todo humea cordialidad y ganas de compartir esta grande de textos bien condimentados con sabrosos aderezos de poesía, pero no mucha: lo suficiente como para realzar el color, la imprescindible para aumentar el sabor.
A lo largo de sus 240 páginas, el autor nos lleva a conocer pizzerías de distintos barrios de la ciudad tan distantes entre sí como La Boca y Villa Devoto, Barracas y Belgrano o Núñez y San Nicolás, y en este recorrido nos informa de las especialidades de la casa de cada establecimiento, porque previamente él las a degustado in situ para mayor acopio de material de primera agua (acaso cabría decir, de primera masa) y por su voluntario olvido del régimen (que comenzará cada semana) frente a una irresistible grande de muzzarella y sólo dos porciones de fainá, pues tampoco es cuestión de exagerar...
Es de destacar la meticulosa investigación que Spinetto llevó a cabo para dar cuerpo a la primera parte del libro (“Acerca de la pizza y su historia”), donde cuenta a lo largo de 64 páginas de manera amena, ágilmente y sin acartonamiento desde sus remotos orígenes (“Existen versiones que sostienen que el origen de la pizza se remontaría a la Edad de Piedra”), echando una mirada al antiguo Egipto (“...Durante la celebración del cumpleaños del faraón era costumbre elaborar una especie de galleta aplastada y condimentada con hierbas aromáticas”) siguiendo por Grecia (“En la Grecia clásica hay ejemplos de preparaciones de panes plakuntos, y de otros aromatizados que vuelven a conducirnos a la pizza”), pasando a Roma (“El cocinero Apicius, en tiempos de Tiberio, registró en el recetario Re Coquinaria, una masa similar a la de la pizza con el nombre de Moretum”), entrando a la Edad Media (“El término pizza ya se usaba en la Alta Edad Media. Esta palabra provendría del griego pitta: pan aplastado”), asomándonos a la Edad Moderna y entrando a los albores de la Contemporánea (Es entre los años 1700 y 1800 cuando la pizza se consolida como uno de los platos de la comida napolitana preferidos del pueblo [...] Se empiezan a definir las características definitivas de la pizza y de los lugares destinados a su elaboración: las pizzerías”), y así de corrido, aportando datos, confrontando versiones, hasta llegar a nuestros días en un despliegue de conocimiento inaudito acerca de esta redonda, multicolor y popular comida hoy ciudadana del mundo.
Para el capítulo “Pizzerías barrio por barrio”, el autor contó con la importante colaboración del poeta Esteban Moore. Es aquí donde en textos, si no breves, tampoco extensos, nos hace conocer la genealogía, tradición y algunos pormenores de 39 pizzerías porteñas, de la cuales nos deja la dirección en lugar bien visible, por si a algún lector se le diera por correrse alguna vez a probar las pizzas de otras latitudes, y por qué no, confrontarlas en color y sabor con las que suele saborear en la pizzería de su barrio.
Palabras aparte merecen las fotografías (de Sol Arrese y del propio autor) que ilustran la obra copiosamente y sirven de guía al que se adentre en estas páginas para situarlos adecuadamente en el ámbito de las pizzerías comentadas. Asimismo, la gran profusión de viñetas junto a lo arriba comentado, hacen de este libro un bello objeto, tal como deben ser volúmenes de estas características.
Rubén Derlis
rubder@fibertel.com.ar
La plaza y la escalera del subte
En respuesta a la consulta que le formulamos a la Dip. Liliana Parada —que representa al ARI en la Legislatura de la CABA—, desde el despacho de la diputada la Dra. María Victoria Esquerro nos responde:
Estimada Patricia:
Te tengo varias informaciones sobre el predio de la Plaza:
Tal como convinimos telefónicamente y a pedido de la Dip. Parada me contacté con el Dr. Urus del GCABA para solicitarle información sobre el estado del expediente de expropiación del predio para la Plaza. Me informó que se encontraba confeccionando personalmente los acuerdos para que sean firmados por las partes (“expropiantes”, “dueños”, acreedores, etc. ) el próximo día lunes 5/11; esto significa que si el lunes se firman efectivamente dichos acuerdos, la expropiación quedaría concluida, sin necesidad de la instancia judicial.
Me comentó también Urus que la valuación del predio que se fijaba en la Ley en la suma de $ 7.900.000.-, fue modificada y actualizada por medio de una tasación que efectuó L J Ramos Brokers Inmobiliarios quienes lo valuaron en la suma de U$S 4.140.000.- (dólares). Con esta cifra el expediente pasó al Banco Ciudad para que se expidan y ellos fijaron la suma definitiva a pagar en $ 9.500.000.-, la que fue aprobada también por Procuración. Esta sería, de acuerdo a lo que me manifestó Urus, la suma que se va a poner en los convenios. Estoy gestionando, por otra parte, que me confirmen desde el GCABA si esta suma se encuentra prevista y reservada en la partida correspondiente.
Leyendo el periódico “Desde Boedo”, que nos llega a la Legislatura, en el Nº 68 correspondiente al mes de octubre del corriente año, en la página 7, vos escribís un artículo denominado “La Plaza” en el cual relatás los temas que están tratando en la Comisión Todos por la Plaza. Al respecto quería hacerte saber que la diputada Parada ya presentó, y fue aprobado por esta Legislatura, el Proyecto de Declaración Nº 2190/07, mediante el cual se solicita al Poder Ejecutivo que requiera a la Policía Federal la custodia del predio destinado a la plaza. (Aprobado sobre tablas en la sesión del día 11/10/07, Declaración Nº 313-07). Para los fines que estimes convenientes, te adjunto el texto.
PROYECTO DE DECLARACION
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, solicita al Poder Ejecutivo que a través de los Organismos competentes se requiera a la Policía Federal custodia del predio limitado por las calles Sánchez de Loria, Estados Unidos, Carlos Calvo y Virrey Liniers, Circunscripción 8 Sección 3ª Manzana 28 Parcela 1, destinado a espacio verde de uso público, por ley nº 2266/07.
Finalmente, leyendo la misma página del periódico mencionado, hay una nota que hace referencia al tema de la escalera mecánica de la línea E del Subte, que en la estación Boedo no funciona. A raíz de esto, Liliana hizo otro proyecto de resolución solicitándole informes al Ejecutivo. Este proyecto ya fue presentado, con el Nº 2322/07 y se encuentra actualmente en la Comisión de Obras Públicas de esta Legislatura. También te adjunto copia de dicho proyecto.
PROYECTO DE RESOLUCION
Artículo 1º.- La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires solicita al Poder Ejecutivo que informe en el plazo de 15 (quince) días de aprobada la presente, sobre la escalera mecánica ascendente de la estación de Subterráneos Boedo de la línea E, que no se encuentra habilitada al uso desde enero del 2004, lo siguiente:
a) Si fue levantada por la Justicia la clausura que pesaba sobre dicha escalera mecánica.
b) Si la Empresa Metrovías S. A. recibió de la Justicia la notificación correspondiente del levantamiento de la clausura, indicando fecha de recepción.
c) Si la Empresa Metrovías S.A. sigue informando, a través de su Centro de Atención al Pasajero, que la escalera mecánica aún se encuentra clausurada por la Justicia.
d) De ser negativa la respuesta a la anterior pregunta, cuándo dispondrá la Empresa Metrovías S.A. la rehabilitación de la escalera mecánica de la estación Boedo.
e) Qué gestiones ha realizado el Poder Ejecutivo a fin de lograr la puesta en funcionamiento de la antes mencionada escalera mecánica.-
Art. 2º.- Comuníquese, etc.
Saludos cordiales, Dra. María Victoria Esquerro, despacho de la Dip. Liliana Parada, Legislatura de la CABA
Informe de Patricia Roselló
La plaza ya es de los vecinos
Los propietarios del predio firmaron el convenio de avenimiento
Sobre el cierre de esta edición nos llega la confirmación de la gestión que se boceta en el informe de la Dra. Esquerro. Los propietarios del predio afectado por la ley 2266, expropiable para uso público como espacio verde, se avienen a la propuesta del GCABA y aceptan el monto indemnizatorio. De esta manera el espacio queda en manos del Gobierno de la Ciudad para comenzar a dar cumplimiento a lo establecido por ley: construir una plaza.
CONVOCATORIA
En virtud de lo anterior, la Comisión Todos por la Plaza resuelve convocar a un encuentro adicional el próximo lunes 12 de noviembre a las 19 en el Club GON, Pavón 3916, para cerrar los trabajos que la comisión viene realizando sobre la propuesta del nombre para la plaza.
Encuestas, tríptico, votaciones de los vecinos por Internet y la opinión de todas las instituciones respecto de este tema. Las resoluciones del próximo lunes serán elevadas a la Legislatura para ya nominar la plaza que merece un nombre, elegido colectivamente, antes de fin de año.
Y, por supuesto, celebrar la noticia.
La escritura de la novela propia
Alrededor de las cinco de la tarde de ayer apareció en mi pensamiento el recuerdo de mi época de inmortal. La aparición tuvo su razón de ser en la reacción frente al estímulo de la lectura. Fui un inmortal y en esos días la inmortalidad era cotidiana, la descubría en cada gesto o pensamiento; su prueba de vida descansaba en la cercanía, en la inmediatez de los recuerdos y los sentimientos.
Quién puede, quién debe, o mejor, por qué resistirse a la tentación, quién es el que a los veinte años no se cree el escritor absoluto de su propia novela, la mejor, la más segura a la hora de cotizar entre los vaivenes de la esperanza.
En la plena inmortalidad de la inexperiencia los besos y las palabras adquirían la categoría de urgentes, la fuerza era la flecha indicadora, era la que guiaba la mano a la hora de izar aquellas primeras faldas (término libre de las plumas de la pollera) de temblorosas damiselas. Eran los días en los que se estaba obligado a sumar los momentos que llevaban o que pensábamos que podrían llevar a la felicidad; “Meta palo y a la bolsa” se llamó un equipo de papi fútbol en la época de los inmortales. La felicidad era buscada en la mismísima pronunciación de la palabra felicidad, así de simple, si no se la nombraba no existía, y nunca llegaría la felicidad si a su puerta no se golpeaba, si a su puerta no se gritaba el nombre. Sólo en el después, con la paulatina desaparición de la sensación de inmortalidad, y la posible eternidad se hacía recuerdo o fantasía; fue cuando recién se pudo llegar a los interiores esquivos y verdaderos de la felicidad. Sólo en el después se pudo descubrir que la felicidad, al final de cuentas, no era más que una de las artes más efímeras que habitan este mundo; algo así como si un puñado de intervenciones de colage con toques furtivos de pinceles amantes de la abstracción, más una caja de carrito de heladero llena de guiños azarosos, derivara a manera de rocío tibio y con intermitencias sobre las madrugadas, en el instante exacto en que nace, en que está naciendo el arte de los días.
La inmortalidad era acostarse sobre la terraza de un edificio alto y mirar el cielo. Lejos de todo, el inmortal pensaba en la escritura de su vida. Para casi todo se podía ir armando planes, locos o no tanto, poco importaba, ¿por qué?, porque había tiempo, porque se alcanzaba en la terraza la totalidad del tiempo vital enredado, a la mano, en la suficiencia del humo de los cigarrillos y los tragos de cerveza.
La vida entregada, diciendo que sí sin mucho chamuyo previo; de esta manera el inmortal disfrutaba de su Buenos Aires en los recovecos de los barrios, respiraba las mañanas y degustaba la tranquilidad de sus calles; esperaba el éxito, la distinción, porque los años sólo llegaban para los demás. Veinte años y con los padres jóvenes, con el pie firme sobre el fútbol dominado, sin preocupaciones sobre si la fuerza acompañaba o no; no hacía falta desear que la fuerza fuera de la partida, no había lugar para que sucediera otra historia, otra vuelta argumental, cuando se era el dueño de la tinta, las palabras y los renglones de la novela, la mejor, la de la eterna sonrisa.
El recuerdo de mi época de inmortal se debió a una lectura. El libro fue Sefarad de Antonio Muñoz Molina, uno de mis autores luego de El viento de la luna, Ventanas de Manhattan y el título citado. Muñoz Molina sabe que ya no es inmortal, porque nació en 1956, en Úbeda, Jaén, España; a él ya no le alcanzan las terrazas. En su Sefarad recoge una frase de Fortunata y Jacinta (1886-87) de Benito Pérez Galdós (1843-1920): Doquiera que el hombre va lleva consigo su novela. Me gusta, dije, y luego descubrí los libros del libro; se termina a ojos llenos con los libros de Muñoz Molina, con el alma acomodada en el casillero del placer. Entre las historias leí: Sin que uno lo sepa, otros usurpan historias o fragmentos de su vida, episodios que uno cree guardar en la cámara sellada de su memoria y que son contados por gente que los escuchó y que los repite deformándolos... [...] Partes de ti mismo se van quedando en otras vidas, como habitaciones en las que viviste y ahora ocupan otros, fotografías o reliquias o libros que te pertenecieron y que ahora toca y mira un desconocido, cartas que siguen existiendo cuando quien las escribió y quien las recibía y las guardaba llevan mucho tiempo muertos. Muy lejos de ti se cuentan escenas de tu vida, y en ellas tú eres alguien no menos inventado que un personaje secundario en un libro, un transeúnte en la película o en la novela de la vida de otro.
Dejar de sentirse inmortal tiene sus ventajas, con el fin de la eternidad comienza una expansión muy placentera. Ocurre, la mayoría de las veces, sin que reparemos demasiado en la cuestión. En el mientras tanto de la vida es cuando se deja la inmortalidad para los recién llegados. El paso del tiempo nos deja parados frente a la posible relatividad de los días, ya conscientes del hecho de que el autor total de nuestra novela no existe; a saber: hay otras posibilidades porque la felicidad es un arte efímero. Los recuerdos ya no duermen a la mano, el paisaje se reacomoda en el tiempo, se escribe y se reescribe la novela, los sueños se cuidan y buscan refugio cierto.
En otro lugar del libro leo: [...] Él, que no quiso ni pudo olvidarla en más de medio siglo, me la ha legado ahora, de su memoria la ha trasladado a mi imaginación, pero yo no quiero inventarle ni un origen ni un nombre, tal vez ni siquiera tengo derecho: no es un fantasma, ni un personaje de ficción, es alguien que pertenecía a la vida real tanto como yo... [...] De solos e inmortales estuvo lleno aquel mundo pasado, y en la conciencia de la expansión andamos por otros lugares y lo sabemos; una extraña sensación de sabiduría puede ganarse una de nuestras patrias internas cuando uno mismo se reconoce lugar, refugio, de retazos guardados dentro del cuaderno del aire.
Pero a no descuidarse, que de simple nada se encuentra en el reparto de esta vida, el autor de Sefarad anota en otra parte de su libro: Lo más firme se esfuma, lo peor y lo mejor, lo más trivial y lo que era necesario y decisivo, los años que alguien pasa trabajando tristemente en una oficina o remordido de indiferencia y lejanía en un matrimonio, el recuerdo del viaje a una ciudad donde se vivió o a la que se prometió volver al final de una visita única y memorable, el amor y el sufrimiento, hasta algunos de los mayores infiernos sobre la tierra quedan borrados al cabo de una o dos generaciones, y llega un día en que no queda ni un solo testigo vivo para recordar.
Atención no inmortales: Hay gente que ha visto esas cosas: nada de eso está perdido todavía en la desmemoria absoluta, la que cae sobre los hechos y los seres humanos cuando muere el último testigo que los presenció, el último que escuchó una voz y sostuvo una mirada.
Todavía, avisa el escritor, Todavía, pero a tener presente que la desmemoria absoluta avanza como el enemigo hacia el histórico convento.
El escritor de su propia novela puede alcanzar su mejor nivel en esta época tan alejada de la inmortalidad, ser consciente de la presencia de la muerte ayuda y mucho en esta vida. El escritor, cuando trabaja con la duda entremetida en la tinta, cuando puede observar la historia sin seguridades gana en libertad, en profundidad, y entonces, de manera inevitable, quiere conservar momentos, palabras, anécdotas, más o menos lejanos; y esas pertenencias, guardadas a partir de la intención, son los que fundan la memoria. Y es en ese instante cuando en el hombre que escribe su propia novela aparece el temor a la pérdida, sólo cuando se posee algo se corre el riesgo de perderlo; luego, por un lado el placer por la presencia del recuerdo y por otro la angustia generada por la mortalidad del mismo, su fuga, se confundirán en pelea cotidiana.
Hace muchos años leí El infierno (1908) de Henri Barbusse (1873-1935). En esa novela, su personaje habita una habitación de hotel. A través de un orificio en la pared, él puede ver y escuchar lo que sucede en la habitación de al lado. Las historias se sucedieron en el libro, pero sólo una quedó grabada en mi memoria. En la habitación aparece un enfermo, grave, se está muriendo, y lo acompaña una enfermera para atenderlo durante los días del final. El moribundo habla con la enfermera, y en un momento le propone contarle su historia de amor. La muerte golpea la puerta, no hay mucho tiempo, y el hombre pronto a morir inicia el relato de su amor, ¿para qué?, para que esa historia siguiera sobre el mundo luego de su muerte. Era tanto su valor como experiencia humana que la quería en la memoria de otra persona, de otro mortal, por suerte, también lejano a la inmortalidad de la inexperiencia.
Quizá vivir sea por sobre toda una lista de significaciones, la búsqueda de los recuerdos. Para recordar es necesario vivir, haber vivido, y ese asunto queda a la mano cuando la vida fue prioridad del día y no se dejó para mañana.
Fui a la biblioteca a buscar mi ejemplar de El infierno, y al principio me desesperé porque no lo encontraba. Una y otra vez: nada, nuevamente prestando libros: error. Buscaba unas páginas de relectura, tal vez un fragmento, pero al final sólo me quedó el uso de mi memoria. ¿Fue la muerte?, ¿el destino que tiene marcado todo libro al nacer?, ¿fue para él la primera señal de alerta dada por la desmemoria absoluta? La historia de El infierno, no sólo la de mi ejemplar, sigue en mí sobre esta tierra; desde hace bastante tiempo que escribo sobre ella, que picó profundo y se guardó en mi arco; ahora mi libro no está y hay regresos desde la tumba que no son fáciles (nunca devuelven libros), y sigo, mientras observo, desde la duda, atento a cómo se arrima la parca, escribiendo mi novela propia, no sé si la mejor, pero sí la más importante dentro de mis días.
Ocurre cuando trato de anotarme una y otra vez en las cuestiones de la vida, y entonces, inevitable, aparece la memoria.
Edgardo Lois
elois_ar@yahoo.com.ar
Sobre el origen de "Boedo"
Boedo —el apellido del prócer salteño— es palabra gallega procedente del latín; en ese idioma buda(m) era una hierba de los pantanos y así es que en Galicia en todas las aldeas hay algún boedo (un terreno húmedo o encharcado) o alguna braña (sinónimo).
El comentario nos lo hace llegar Manuel Suárez, autor de La emigración gallega en el tango rioplatense, de reciente aparición.
Lo curioso es que la casualidad —o vaya uno a saber qué giro predestinado— hace que se designe con el apellido de Mariano Boedo a una calle (que luego cruzaría el barrio homónimo) que atravesaba, en aquel entonces, una zona cenagosa, un verdadero “boedo”, según la acepción que relata Suárez.
Los hornos de ladrillos y las quintas se encargaron de transformar el lodazal en un “poblado veraniego, hoy permanente...”, para asombro de quienes respetan la predestinación, pues el encomillado es parte de la acepción 2 de “braña” (1), sinónimo de “boedo”. (M.B.)
(1) Diccionario de la Lengua Española (RAE)
Estampilla cuerva
El Correo Oficial presentó el viernes 26 de octubre, en la sede social del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, Av. La Plata 1697, la estampilla con el emblema del club, en conmemoración de los 100 años del nacimiento de El Ciclón. Asistieron al acto el ministro de Educación, Daniel Filmus, el presidente del Correo, Eduardo Di Cola, y el presidente de San Lorenzo, Rafael Savino.
SONETO
Ya no hay tranvías que esperar, Homero.
Vino la noche y se llevó tu traje;
tu alma de gorrión se tomó el raje,
la turra de la muerte cantó cero.
Sin embargo, una luz, un reverbero,
flota en el aire como un lento viaje;
se me ocurre que andás por el paisaje,
desnudo como el viento, compañero.
La ciudad atesora, en su desvelo,
las mejores estrofas de tu canto.
Ya zarpa la nostalgia en algún barco;
ya aparece el recuerdo con su llanto
y un bohemio te silba, sin consuelo,
mientras busca a la luna en cualquier charco.
Roberto Díaz
Primer premio del concurso “Un poema para Homero”,
organizado por “Baires Popular”.
Plaqueta recordativa y $ 500: Roberto Díaz (seudónimo: Juancito Caminador)
EDITORIAL
Un ministro culto
Mi actualidad de editor exitoso que basa su trabajo empresarial en la eficacia ha generado que Macri piense en mí para el cargo. Luis Rodríguez Felder salió por la puerta trasera del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad antes de haber traspuesto su entrada. Previamente, en enfáticas declaraciones a la prensa, había vituperado al arte conceptual, a las vanguardias y, aún insatisfecho con tanta condena, tuvo duros términos para la obra de León Ferrari. La Bienal de Venecia, en cambio, en abierta discrepancia con el todavía no asumido funcionario, le otorgó a Ferrari su máximo galardón.
La preferencia otorgada al utilitarismo, la rentabilidad y la visión empresarial; la no menos importante catarata de críticas del mundo de la cultura vertidas al correo electrónico y a los pasillos de la entrega de premios ACE, socavaron las incipientes raíces del protofuncionario. El abortado futuro le prodigó un amargo presente.
Iba a ser el ministro encargado de la política cultural del GCABA. Los esbozos advertían sobre su preferencia por divulgar los beneficios de la difusión cultural desde las instituciones: la élite produce y difunde. Y, antes que nada, hace caja. Para ello son imprescindibles los “empresarios exitosos” que priorizan ese antes que nada.
Lejos de una política cultural que pretenda asegurar a cada ciudadano los instrumentos para que, con libertad, responsabilidad y autonomía, pueda desarrollar acciones propias de su cultura. Además, procurando que cada sujeto y cada pueblo puedan conducir su vida y su cultura con el objetivo de desarrollar el conjunto de sus potencialidades, con especial respeto a la propia identidad y de aquellos que no la comparten.
Ciertamente, conceptos que acercan a la visión abarcativa de la Cultura que instituyó la UNESCO (Organismo de las Naciones Unidas para la Cultura y la Educación) en 1981: ...conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan una sociedad o grupo social. Ello engloba, además de las artes y las letras los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.
Apenas un boceto de un tema tan amplio.
Conceptos básicos que parecen no haber sido tenidos en cuenta para la fallida designación.
El ministro de Cultura de la Ciudad: una elección que no será fácil. Quiera Dios —no sus representantes terrenales sectoriales— iluminar al jefe de Gobierno electo, ante la decisión.
Mario Bellocchio
GUIA DE "CULTURA GRATUITA"
A CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE HOMERO MANZI
Homero MANZI, una geografía
Una recorrida por el mapa que trazó este inabarcable hombre de la CULTURA POPULAR
Diego Ruiz y Mario Bellocchio
nos guiaran por los inagotables senderos oyendo relatos, voces, grabaciones poco conocidas de sus temas y material del archivo gráfico y textual de
ACHO MANZI y del periódico DESDE BOEDO
MARTES 20 DE NOVIEMBRE A LAS 18
MUSEO “MONTE DE PIEDAD” del BANCO CIUDAD
BOEDO 870 - 2º PISO - 4 931 8204/1605
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BAIRES POPULAR
La nueva agrupación que reúne a Papeles de Boedo, Círculo de amigos del café “Margot”, Espacio de Teatro Boedo XXI y los periódicos Desde Boedo y ABC intenta revivir con nuevas propuestas la mística del Grupo Boedo, sus novelistas y poetas;
la de los pintores, escultores y grabadores que constituyeron los “Artistas del Pueblo”; la del teatro, la Peña Pacha Camac y la Universidad Popular, movimientos que dieron forma a la primera experiencia colectiva de arte social en nuestro país. Entérese y participe en nuestras actividades: www.bairesp.blogspot.com. Correspondencia a: bairesp@gmail.com
Muestra: “Cielo de la Infancia y otros” (pinturas),
de la artista plástica Nora García. En el Café Margot, Boedo y San Ignacio.
Todos los sábados de 10 a 14: Mesa de publicaciones: ABC, Desde Boedo, Ediciones BP, Papeles de Boedo y otras publicaciones y ediciones barriales. En la vereda del Café Margot.
Venta de material fotográfico (Boedo antiguo) de la colección “Desde Boedo”, restaurado por Mario Bellocchio.
Primer sábado de cada mes a las 17: presentación del ciclo Buenos Aires esquina Boedo, en Esquina Osvaldo Pugliese (C. Calvo esq. Boedo). Presentaciones, charlas e ilustración musical.
Primer viernes de cada mes a las 19.30: Cine gratuito en La Balear. Hasta diciembre, cine argentino de estreno reciente en Colombres 841 (frente a la cortada San Ignacio)
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MEMORIA, VERDAD, JUSTICIA
la Comisión de la memoria de la Red de Cultura de Boedo invita a las jornadas
del 24 de noviembre al 10 de diciembre en
CLUB ESTRELLA DE BOEDO - Constitución 4151
Presentación de 3 obras teatrales sobre Derechos Humanos
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LA ORUGA
Queremos recuperar el espacio público como espacio de lucha, memoria y resistencia, caminando junto con todos los vecinos y vecinas. Biblioteca pública de La Oruga: todos los sábados de 16 a 19 hs en la plaza de México y Jujuy.
E-mail: laorugacolectivoautonomo@yahoo.com.ar Página web: www.laorugaweb.com.ar
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DE JULIO A DICIEMBRE
CICLO DE CINE GRATUITO EN “LA BALEAR”
EL PRIMER VIERNES DE CADA MES A LAS 19.30. En Colombres 841 - Presentan: BAIRES POPULAR - CASA BALEAR DE BS. AS. - CGPC 5
ULTIMA FUNCION DEL CICLO 2007
7 DE DICIEMBRE:
Historias mínimas (2002),
Dir. Carlos Sorín, 2002.
Cortometraje: Un país en la mochila. Menorca.
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FERIA DEL COMERCIO JUSTO.
Parroquia Santa Cruz. Somos un grupo de productores/as que ofrecemos nuestros productos a un precio justo, creando conciencia para que cada vez seamos más los “Consumidores Responsables”. Las ferias que organizamos los segundos sábados de cada mes, fortalecen nuestro proyecto de “Comercialización Comunitaria”. 10 de noviembre de 16 a 20 hs. en EEUU 3180. Para más información, vía mail comerciojustosantacruz@yahoo.com.ar
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ESPACIO CULTURAL “JULIAN CENTEYA”
Av. San Juan 3255. Todos los domingos a las 17 hs. CINE - Entrada libre y gratuita.
Continúan las proyecciones en pantalla gigante y con excelente calidad de imagen y sonido. En noviembre ofrecemos clásicos del cine negro.
Domingo 11 “TENER Y NO TENER” - 1944 - Dir : H. Hawks
Domingo 25 “HURACAN DE PASIONES” - 1948 - Dir : J. Huston
Retrospectiva del cine policial de los años 90s.
Miércoles 14:
Ojos de serpiente (Brian de Palma, 1998, 98’).
Jueves 15:
Cure (K. Kurosawa, 1997, 111’).
Miércoles 22:
Nadie conoce a nadie (M. Gil, 1999, 108’).
Jueves 23:
El rey de Nueva York (Abel Ferrara, 1990, 103’).
Miércoles 29:
Una mujer para dos (J. McNaughton, 1993, 97’).
Jueves 30:
Transilvania, mi amor (John Landis, 1992, 112m.)
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C.I.M.U. Club Itinerante de Música Urbana
CARTELERA OCTUBRE de 2007. AUSPICIA gobBsAs - Min. de Cultura - CGP P. Chacabuco
NO SE COBRA ENTRADA NI DERECHO DE ESPECTÁCULO
SAN TELMO - PRIMO HUMBERTO (Humberto I 473. 4 300-8621)
Viernes 21:30
12/10/07 Tavo Santo (voz) Javier Bagalá (guitarra) / JAZZ
19/10/07 Porotos con Rienda / JAZZ
26/10/07 Eduardo Hernández / BOSSA NOVA & SAMBA
Sábado 21:30 Hs
13/10/07 Claudia María (voz) Mariano Insaurgat (guitarra) / BOSSA NOVA & SAMBA
20/10/07 Tamara Stegmayer (voz) Marcelo Hernández (guit) / JAZZ
27/10/07 Mauro Vicino (guit) Emiliano González (guit) / JAZZ
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LA DIR. GRAL. DE PATRIMONIO, DE LA SUBS. DE PATRIMONIO CULTURAL, MIN. DE CULTURA (GCABA) CONVOCA A PARTICIPAR DE SU EMPRENDIMIENTO:
LOS BARRIOS PORTEÑOS ABREN SUS PUERTAS
JUEVES 29 - COMUNA 6
10:30 hs. RECORRIDO POR EL BARRIO DE CABALLITO
12:00 hs BARBERÍA LA ÉPOCA
15:30 hs. PASEO EN TRANVÍA
17:00 hs. MERCADO DEL PROGRESO
18:00 PARQUE RIVADAVIA
VIERNES 30 - COMUNA 2
9:00 hs. CEMENTERIO DE LA RECOLETA
9:00 hs. CASA DE RICARDO ROJAS
11:00 hs. DIR. GRAL. DEL LIBRO Y PROMOCIÓN DE LA LECTURA
14:00 hs. MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
Cupos Limitados. Insc. previa desde el 20 al 27 de noviembre - Personalmente en Av. de Mayo 575, 5º 503 de 9 a 15 hs. Telefónicamente al 4323-9400 int. 2756 de 9 a 15 hs.
PARA AGENDAR:
El Foro de la Memoria de Mataderos invita a la Celebración del Día de la Tradición y a la Presentación del Proyecto del Bicentenario el martes 13 de noviembre a las 18:00 hs. en Av. Lisandro de la Torre 2319 - C.A.B.A.
VISITAS PERMANENTES - Sin inscripción previa:
AGRONOMÍA y PARQUE CHAS: Último sábado de cada mes.
CABALLITO: Último domingo de cada mes.
S. NICOLÁS - UNIONE E BENEVOLENZA: Último miércoles de cada mes.
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Comisión de Protección y Promoción de los
Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables,
que coordina la Subsecretaría de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Ciudad
AY MAMA (Folklore)
Viernes 16,
21HS. LA EMBAJADA. Santiago del Estero 88 (Monserrat)
DUO FAIN MANTEGA (Tango)
Sabado 24.
21 HS EL GATO NEGRO. Av Corrientes 1669 (San Nicolás)
ARIEL ACUÑA CUARTETO (Folklore)
Jueves 29.
21:30 HS. BAR BRITANICO, Brasil 399 (San Telmo)